La Reserva Federal se enfrentará a una dura prueba

Jerome Powell
Por Editores de Bloomberg Opinion
13 de abril, 2025 | 06:11 PM

Se está dibujando un escenario poco alentador para la Fed.

Al imponer unos aranceles inesperadamente elevados y de gran alcance a las importaciones de Estados Unidos, la Casa Blanca amenaza con producir un choque masivo en el lado de la oferta de la economía, trastornando la producción y elevando los precios simultáneamente.

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El banco central podría tener que escoger pronto qué parte de su doble mandato debe priorizar: el empleo o la baja inflación.

Para empeorar las cosas, tampoco está nada claro que la Reserva Federal pueda decidir por sí misma. La presión está creciendo para que apoye la estrategia económica de la actual administración, tal como es, sin importar las preocupaciones de los funcionarios con respecto a la inflación.

Al enfrentarse a esta ardua tarea, la Fed debe guiarse ante todo por una idea: su activo más valioso es la confianza que inspira como guardiana de la estabilidad de los precios. Si esto cambiase, su capacidad para gestionar las nuevas disyuntivas se iría al traste.

De hecho, no se trata de elegir entre el máximo empleo o la estabilidad de precios. Sin su credibilidad, ganada a pulso, Estados Unidos no tendrá ni una cosa ni la otra.

En medio de la agitación registrada en los mercados financieros la semana pasada, el presidente de la Fed, Jerome Powell, destacó sus temores sobre las posibles repercusiones inflacionarias de los aranceles.

Previamente, había dicho que el efecto podría ser pasajero, pero en una conferencia reciente dijo: “Aunque la incertidumbre continúa siendo elevada, ahora resulta evidente que el aumento de los aranceles será considerablemente mayor de lo previsto.”

Y añadió: “Es probable que lo mismo suceda con los efectos en la economía, que comprenderán un aumento de la inflación y una ralentización del crecimiento.”

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Por el momento, dijo Powell, lo más sensato es esperar y ver qué pasa.

Pero los inversores no son tan pacientes: han descontado más recortes en las tasas de interés que antes, calculando que la próxima desaceleración del empleo y la producción podría ser bastante grave. Sin duda, también han notado la creciente insistencia del gobierno en que las tasas de interés ya son demasiado altos.

Y pronto, la Casa Blanca podría estar en una posición más sólida para salirse con la suya. Está instando a los tribunales a otorgar un mayor control sobre las agencias gubernamentales independientes, un proyecto que, con el tiempo, podría extenderse a los nombramientos de la Fed.

Con suerte, la amenaza para la economía de la inminente guerra comercial se disipará. La alarma inicial de los inversores está llevando al gobierno a buscar acuerdos con socios comerciales y a frenar los aranceles previstos.

Sin embargo, es difícil imaginar la reanudación de las relaciones comerciales normales mientras las autoridades estadounidenses sigan obsesionadas con el déficit comercial, como parece que todavía lo están. Y evitar los mayores impactos arancelarios no significará que todo esté bien. Incluso un golpe más leve del previsto inicialmente complicará enormemente la tarea de la Fed.

Si se pone en duda la determinación, o la capacidad, del banco central para mantener la estabilidad de precios, el resultado no será un aumento modesto y puntual de la inflación; será una inflación que seguirá subiendo. Las expectativas dejarán de estar ancladas.

Si esta vez la política monetaria prioriza el empleo sobre la baja inflación, se esperará que repita lo mismo una y otra vez, siempre que sea necesario.

Como demostraron estanflaciones anteriores, la inflación acaba alcanzando niveles intolerablemente altos, y una política monetaria extremadamente restrictiva, y la consiguiente caída, ya no pueden evitarse.

La razón de ser de los bancos centrales independientes es que comprenden este mecanismo y están facultados para protegerse contra él. Powell tiene razón al afirmar que nadie sabe adónde irán a parar el comercio y los aranceles: sería un error fingir lo contrario y establecer la política monetaria sobre esa base.

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Mientras tanto, la Casa Blanca debería dejar que Powell y sus colegas hagan su trabajo. Limitar la libertad del banco central para actuar en beneficio de la economía solo multiplicará los costos de los errores de la administración en materia de comercio.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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