Lo que pueden aprender los CEO del legado del papa

El papa León XIV
Por Gautam Mukunda
25 de mayo, 2025 | 10:45 AM

Yo no soy católico; sin embargo, cuando pienso en los casi 2.000 años de continuidad de la Iglesia, me invade un asombro que roza lo religioso. Si lo medimos por su duración o su impacto, el papado es único. Pero, por muy único que sea, continúa siendo un puesto de liderazgo.

Lo aprendido sobre el liderazgo en otros ámbitos puede servirnos para iluminar lo que León XIV puede significar para la Iglesia y el mundo. Asimismo, la transición papal ofrece sus propias enseñanzas a los líderes, en particular a los que desean asegurar su legado a largo plazo.

PUBLICIDAD

Si bien la mayoría de los análisis sobre el nuevo papa apuntan a que será una figura continuista y menos proclive a introducir cambios que su predecesor, las teorías sobre el liderazgo discrepan, sugiriendo que probablemente dejará una importante impronta individual en la Iglesia.

En mis libros Indispensable (Indispensable) y Picking Presidents (Elegir Presidentes), intenté despejar una incógnita que se remonta a Platón: ¿Importan los líderes?

Thomas Carlyle, historiador escocés, afirmó en una ocasión: “La historia del mundo no es más que la biografía de los grandes hombres”. Aun dejando a un lado el sexismo, es sencillo desestimar esta visión simplista del mundo.

De Karl Marx a los científicos sociales modernos, abundan quienes argumentan que la historia es el producto de grandes fuerzas, no de decisiones individuales.

Mi investigación pone de manifiesto que ambas creencias brindan perspectivas.

En la mayoría de las organizaciones grandes y poderosas, incluyendo la Iglesia católica, se selecciona a los líderes evaluando a un grupo de candidatos a lo largo de años o incluso décadas. En este proceso se filtra a los aspirantes no aptos, dejando a los finalistas altamente competentes, pero a menudo fungibles, de modo que el impacto individual de quien finalmente consigue el puesto es bajo.

Pensemos en casi cualquier CEO de Goldman Sachs o socio director de McKinsey; no hace falta que dé nombres, ya que las instituciones son más importantes que los individuos que las dirigen. Los llamo líderes altamente filtrados: por lo general obtienen buenos resultados, pero rara vez son excepcionales.

PUBLICIDAD

Pero si las élites que seleccionan no tienen suficiente información para evaluar a fondo a los candidatos, un líder sin filtros puede obtener el puesto. Esto puede ocurrir por diversas razones: la organización puede elegir a alguien externo, alguien hereda el puesto, o un accidente o escándalo elimina a todos los demás aspirantes.

Quizás la vía más común es cuando todos los principales contendientes están en un punto muerto, lo que abre la puerta a alguien que de otro modo habría sido descartado.

Y los líderes sin filtros, precisamente porque no han sido evaluados a fondo, pueden ser muy diferentes de cualquier otra persona que haya ocupado el mismo puesto en el pasado. Como resultado, pueden tomar decisiones únicas y de gran impacto que nadie más tomaría.

Esto significa que los líderes sin filtros tienden a presentar una gran variabilidad en su desempeño: son muy buenos o muy malos, pero rara vez son aburridos. Y son los pocos individuos que realmente pueden hacer historia.

Pensemos en Abraham Lincoln, Barack Obama o Donald Trump en la presidencia, o en Steve Jobs (Apple Inc.), Sam Bankman-Fried (FTX) o Alan Mulally (Ford Motor Co.) en el mundo empresarial.

Aplicar estas ideas al papado resulta difícil debido al secretismo excepcional que rodea el proceso electoral. Lo que sí sabemos es que ningún papa moderno se consideraría sin filtrar según los estándares de casi ninguna otra organización. Sin embargo, en la medida en que uno puede serlo, León XIV lo es.

Al entrar al cónclave, el cardenal Robert Francis Prevost no era considerado un contendiente importante. (Por definición, no ser favorito significa que no se le consideraba un candidato ideal para el cargo).

En segundo lugar, dado que no se convirtió en cardenal hasta 2023, había pasado poco tiempo en las altas esferas de la Iglesia, donde podía ser evaluado de cerca por sus colegas.

En tercer lugar, los cardenales que eligieron al próximo papa eran, en su mayoría, nuevos en el cargo; 108 de los 133 miembros con derecho a voto fueron nombrados por Francisco y votaron en su primer cónclave. Muchos provienen de Latinoamérica, Asia y África, lejos del Vaticano y de la oportunidad de conocer a los aspirantes e intercambiar impresiones.

El papa Francisco, en cambio, llevaba 12 años como cardenal y se rumorea que quedó en segundo lugar en las anteriores elecciones papales.

Era ampliamente considerado como uno de los principales candidatos y fue elegido por un cónclave compuesto por cardenales aún concentrados en Europa, casi la mitad de los cuales ya habían votado en las elecciones anteriores. Y, según los estándares de la Iglesia católica, su trayectoria en Latinoamérica aún lo hace menos selectivo que la mayoría de los papas.

¿Cómo llegó Robert Prevost a convertirse en León XIV?

Porque Francisco claramente quería asegurar la continuidad de su visión de la Iglesia. Nombró a Prevost prefecto del Dicasterio para los Obispos, la oficina responsable de la selección y gestión de los obispos, lo que le brindó la oportunidad de conseguir el apoyo de los cardenales actuales y futuros.

Francisco se reunía con Prevost semanalmente y lo elogiaba ante otros líderes de la Iglesia. Y nombró a los cardenales que solo tardaron dos días en elegir a Prevost como su sucesor.

En otras palabras, Francisco dejó su huella en la forma en que la Iglesia Católica seleccionaba a su próxima generación de líderes, tanto directamente a través de sus propios nombramientos como indirectamente a través de Prevost, su protegido.

Un líder de cualquier tipo de organización que, como Francisco, desee asegurar la continuidad de su legado, debería procurar emular su ejemplo. Las empresas no tienen cardenales ni cónclaves, pero sí cuentan con su propio personal y procesos para elegir a la próxima generación.

Imprima su sello ahora, y su visión podría perdurar mucho más allá de su tiempo en la sala de juntas o en la oficina principal.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

Lea más en Bloomberg.com

PUBLICIDAD