Milei podría aprender de su derrota en Buenos Aires

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Elecciones
Por Juan Pablo Spinetto
10 de septiembre, 2025 | 09:33 AM

Con un resultado peor de lo previsto en las elecciones locales del domingo, Javier Milei abre otro capítulo turbulento en la siempre inestable política de Argentina. Las decisiones que aguardan al líder libertario no son nada fáciles, aunque un cambio de rumbo puntual podría volver a encarrilar su presidencia hacia su revolucionaria trayectoria.

La Libertad Avanza (LLA), partido de Milei, se situó cerca de 14 puntos porcentuales por detrás del peronismo en la provincia de Buenos Aires, alejándose del “empate técnico” que el presidente pronosticó la semana pasada. Como era de prever, los precios de los activos argentinos experimentaron una caída tras los resultados de este lunes, lo que generó dudas sobre la viabilidad de su plan económico.

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Es verdad que no deberíamos darle tanta importancia a unas elecciones provinciales, en especial porque el electorado argentino es conocido por ser bastante voluble.

Como han dicho otros comentaristas, la provincia de Buenos Aires no es un buen indicador de las preferencias nacionales, y La Libertad Avanza obtuvo escaños en el congreso provincial pese a sus resultados decepcionantes. La prueba de fuego sigue siendo las elecciones de mitad de mandato del 26 de octubre.

Sin embargo, el propio Milei hizo de estas elecciones un referéndum sobre su gobierno. En vez de hacer campaña sobre los numerosos problemas que enfrenta el mayor distrito de Argentina después de 40 años de gobierno peronista, enmarcó la votación como un veredicto sobre su presidencia.

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Los inversores le tomaron la palabra. Y el resultado es un desastre innegable para el gobierno, que ahora enfrenta siete largas semanas hasta las elecciones de mitad de mandato en medio de la inestabilidad financiera y la debilidad política.

Esencialmente, Milei malinterpretó la dinámica que lo llevó al poder.

El profundo desdén de los votantes argentinos por los políticos tradicionales quizá lo haya impulsado a la presidencia a finales de 2023; no obstante, el desprecio y la grandilocuencia no son una estrategia para gobernar.

Para tener éxito en el cargo no solo hay que luchar, sino además saber cuándo negociar con actores poderosos como los gobernadores y los legisladores, sobre todo dada la débil base parlamentaria de su partido.

El presidente, que en el 2024 firmó un prometedor pacto de modernización del Estado con 18 de los 24 gobernadores del país, ni siquiera ha logrado reunirse con ellos este año en medio de amargas disputas presupuestarias.

Envalentonado por el sólido resultado electoral en la ciudad de Buenos Aires en mayo, Milei sobreestimó su posición: el mejor plan económico no puede sobrevivir sin respaldo político, especialmente si el crecimiento se estanca.

Esta importante advertencia, que se produce en unas elecciones provinciales y no en las elecciones de mitad de mandato del mes que viene, aún es reversible. Pero tendrá que reforzar su base de gobierno, rodearse de políticos experimentados y responder con eficacia al retorno de la volatilidad económica.

Milei necesita volver a ampliar su coalición, revertir la fragmentación partidaria y cultivar aliados, a los que dejó de lado en favor de candidatos inexpertos y estrategas electorales aficionados.

En el Congreso, donde todavía tiene una representación mínima e incluso ha perdido a algunos legisladores de su propio grupo, necesita trabajar con aquellos que coinciden con su agenda de reducir la inflación y modernizar la economía, en lugar de exponer al gobierno a costosas derrotas legislativas.

Existe una mayoría que, incluso por razones de supervivencia, todavía quiere que este experimento salga bien, a pesar de la larga lista de nuevos enemigos de Milei.

Por muy glamurosos que puedan ser los viajes al extranjero para una estrella del firmamento libertario mundial como Milei, haría mejor en viajar por su país en lugar de viajar constantemente a Washington, Roma y Jerusalén. Los votos de sus admiradores internacionales son de poca utilidad.

Por encima de todo, debe dejar de atacar a sus seguidores naturales.

La tan necesitada estabilización condujo a una sorprendente reducción de la tasa de inflación, que cayó de casi el 300% al inicio de su mandato a menos del 37% el mes pasado. No obstante, el ajuste fiscal no es una victoria real si no se traduce en mejores condiciones de vida para los ciudadanos, y el primer presidente economista del país debería saberlo.

En nombre del superávit fiscal, Milei se enfrentó equivocadamente a símbolos populares locales, desde la universidad pública argentina hasta los jubilados e incluso las estrellas del pop.

Arremetió contra las críticas constructivas, alienando a amigos y aliados. Su negativa en mayo a dar la mano al alcalde de Buenos Aires e incluso a su propia vicepresidenta, a quien acusa de traición, muestra a un líder más interesado en ajustar cuentas personales que en ganar tracción política.

Esta fragilidad resultante quedó al descubierto cuando estalló un escándalo de corrupción el mes pasado; nadie, salvo su círculo más cercano, se apresuró a defender al gobierno, que sufrió semanas de ataques implacables por parte de la oposición y los medios de comunicación.

El líder egocéntrico al que le gusta compararse con un león se convirtió de repente en un gatito asediado.

La buena noticia es que Milei pareció reconocer estos errores en su discurso de concesión del domingo por la noche: “Vamos a corregir todos nuestros errores”, dijo, aceptando la derrota y prometiendo mantener sus políticas de libre mercado. Debería empezar a explicar con precisión lo que ocurrió en estas acusaciones de corrupción.

La mala noticia es que las elecciones del domingo también elevaron al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, como probable candidato presidencial del peronismo en 2027.

Como asesor clave de Cristina Fernández de Kirchner y ministro de Economía entre 2013 y 2015, Kicillof es responsable de algunas graves políticas económicas erróneas, desde el fallido acuerdo de expropiación de YPF hasta la manipulación de las estadísticas oficiales.

Para los inversores que estén pensando en apostar por Argentina, el ascenso de Kicillof es un claro recordatorio de que el país aún no ha abandonado el populismo económico que casi lo llevó a la hiperinflación en 2023.

Milei también puede convertir esto en una ventaja; la oposición sigue siendo el mismo grupo que presidió ese desastre. Pero para sacar provecho de ello, primero debe cambiar él mismo.

Consciente de los problemas, Milei dijo el mes pasado que dejará de lanzar insultos a sus oponentes y tratará de promover un mejor debate de ideas. En el camino para reconstruir su presidencia, ese es un buen primer paso.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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