Hubo un tiempo en que todo el mundo parecía tener una opinión sobre por qué ChatGPT, de OpenAI, se adelantó a Google en el mercado en noviembre de 2022.
Una opinión era que la cultura empresarial excesivamente rígida de Alphabet Inc. (GOOGL) la había frenado y la había vuelto demasiado complaciente para la feroz competencia. Otra era que el proteccionismo sobre los ingresos publicitarios de Google había limitado la ambición de la compañía, creando una situación crítica que la dejó vulnerable a la disrupción, incluso a la destrucción. Algunos cuestionaban si Sundar Pichai, el líder de voz suave de la compañía, poseía la firmeza necesaria para ser el “CEO en tiempos de crisis” que Google necesitaba.
Últimamente, esas conversaciones han desaparecido. Alphabet es la compañía con mejor rendimiento de las llamadas “7 Magníficas” este año, incluso por encima de Nvidia Corp. (NVDA). El mérito es del hombre que está al mando.

Por el liderazgo de Pichai, la llegada de ChatGPT puede ser vista como el “momento Pearl Harbor” de Google, no el inicio del fin, sino el momento decisivo en el que, tras un período de costosa indecisión, estaba claro que la compañía tenía que comprometerse de lleno con la carrera de la inteligencia artificial.
Pichai tomó la decisión decisiva de reestructurar la empresa para dar más poder a la mente más brillante en materia de IA que tenía a su disposición: Demis Hassabis, fundador de DeepMind. Otros directores ejecutivos menos competentes habrían visto a Hassabis como una amenaza; Pichai lo aprovechó como su mejor activo.
Sin duda, ante la amenaza de ChatGPT, los primeros movimientos de Pichai fueron desastrosos intentos defensivos.
El lanzamiento de Bard, posteriormente rebautizado como Gemini, fue precipitado, llegando incluso a cometer errores en su demostración. Un informe de Bloomberg de la época describía la opinión de los propios empleados de Google sobre su trabajo: “Un mentiroso patológico”, dijo un trabajador sobre el chatbot. “Vergonzoso” y “peor que inútil”, añadieron otros.
Más tarde, Pichai quedaría en una situación sumamente embarazosa cuando el generador experimental de imágenes con inteligencia artificial de Google generó imágenes de los Padres Fundadores de EE.UU. como hombres negros, un festín para quienes buscaban cualquier excusa para tachar a la IA de “progresista”.
Un temor todavía mayor en aquel momento era que Google hubiera echado a perder su trabajo inicial en IA en la nube y se viera perjudicado por el acuerdo de Microsoft con OpenAI, mientras que Amazon Web Services, ya líder del mercado, podría forjar alianzas para consolidar también su posición.
En el sector de consumo, surgieron preocupaciones de que los chatbots de IA erosionaran lo que hoy consideramos las búsquedas de internet “tradicionales”, llevándose consigo los miles de millones de dólares en ingresos publicitarios que constituían la base del negocio de Google.
Dichas preocupaciones no se materializaron.
Bajo la atenta supervisión de Pichai, Google Cloud acaba de disfrutar de su segundo trimestre consecutivo con un crecimiento interanual del 30%, impulsado por la estrecha integración de la experiencia de Google en la nube, sus credenciales en IA y su propio hardware: sus chips de IA personalizados se están adoptando con entusiasmo como una alternativa más barata y disponible que los fabricados por Nvidia; Anthropic acaba de comprometerse a utilizar un millón de ellos.

Lejos de canibalizar el negocio tradicional de Google, la inteligencia artificial lo ha expandido.
Según el último informe de ganancias de la compañía, la publicidad en búsquedas trimestral creció un 15%, alcanzando los US$56.600 millones, impulsada por funciones mejoradas con IA (aunque controvertidas), como las Vistas Generales de IA y el Modo IA.
Actualmente, existen 650 millones de usuarios activos mensuales de su aplicación Gemini AI, cuyo uso se ha visto reforzado por la introducción del generador de imágenes “Nano Banana”, que ha resultado especialmente popular entre el público joven, según Google, con más de 5.000 millones de imágenes generadas.
Se han generado más de 230 millones de videos con Veo 3. Esto sin mencionar la sólida presencia de Google en el sector educativo, donde, gracias a sus años de implementación de Chromebooks en las escuelas, ahora tiene la oportunidad de captar nuevos usuarios de IA desde las primeras etapas del uso de ordenadores (aunque, de nuevo, no sin controversia).
A favor de Pichai, el arsenal de IA de Google es mucho más potente de lo que algunos creían, y se basa en datos mucho más difíciles de obtener que los que se recopilan indiscriminadamente de internet para alimentar otros modelos de IA.
Google aún no ha mostrado cómo podría combinar su amplia gama de servicios (Maps, Gmail, herramientas de productividad para la oficina, YouTube) para ofrecer un asistente personal con un profundo conocimiento de los usuarios que ninguna otra compañía podría igualar.
Tras recibir luz verde de los tribunales, Google acaba de incorporar funciones de IA a su navegador Chrome, líder del mercado, una puerta de entrada que sus competidores están desesperados por emular.
Ya desplegó funciones de inteligencia artificial en su plataforma móvil Android. Es posible que, en breve, el asistente Siri de Apple también funcione con tecnología de Google.
Cuando a algunos les preocupa el retorno de la inversión, las formas en que Google puede generar ingresos son evidentes.
Imaginemos un mundo donde un usuario de Google le pide a Gemini una buena recomendación de película: la IA de Google consulta las últimas críticas, muestra un tráiler de YouTube, encuentra los horarios de proyección a través de Fandango, paga las entradas con Google Pay e invita a amigos a unirse por Gmail.
La voz de la IA de Google puede llamar a un restaurante que probablemente le guste al usuario, basándose en visitas anteriores, y reservar una mesa sabiendo cuánto durará la película y cuánto tardará en llegar con el tráfico. Un coche de Waymo se enviará de forma automática para recoger al usuario y llevarlo a casa después.
Otras empresas de IA hablan de nuevas alianzas y casos de uso futuros. Estas son capacidades que Google posee hoy en día, desarrolladas a lo largo de décadas de análisis de la información mundial.
Pichai solo tendría que gestionar el delicado proceso de integración. Si lo consigue, será necesario un avance revolucionario para superar a Google en IA para el consumidor.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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