Bloomberg — Los factores ambientales y de estilo de vida desempeñan un papel mucho más determinante que la genética a la hora de morir joven, concluye el mayor estudio hasta el momento para dilucidar las contribuciones de la naturaleza y la crianza al proceso de envejecer saludablemente.
Los científicos de la Universidad de Oxford y el Hospital General de Massachusetts afirmaron en la revista Nature Medicine que una variedad de factores externos como el ejercicio físico y el consumo de tabaco, denominados en su conjunto “exposoma”, tienen casi 10 veces más probabilidades sobre la mortalidad prematura que los factores de riesgo genéticos.
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Para ello analizaron las tendencias de mortalidad en el Biobanco del Reino Unido, que almacena los datos médicos y genéticos de unas 500.000 personas.
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Este estudio muestra cómo el contexto y el entorno social condicionan las probabilidades de enfermar, un aspecto crucial en un momento en que Gobiernos y contribuyentes se debaten sobre la manera de afrontar el incremento de los costes sanitarios y el envejecimiento de la sociedad.
Gran parte de los factores relacionados con una vida más longeva eran indicadores de riqueza y estatus, como los años de educación, el uso de gimnasios y los ingresos de los hogares.
Comprender el papel de los factores ambientales en el envejecimiento podría tener un “profundo impacto en la mejora de la salud de todos nosotros”, afirmó Austin Argentieri, investigador de la unidad de genética analítica y traslacional del Hospital General de Massachusetts. “Nos sorprendió lo marcada que era la diferencia, cuánto más importa el entorno”.
Los factores de la infancia, entre ellos si la madre fumaba en la época del nacimiento del bebé y el hecho de que una persona estuviera “relativamente más rellenita” en torno a los 10 años, también se relacionaron con los signos celulares del envejecimiento en la edad adulta. Sin embargo, ser más bajo a los 10 años se asoció a un menor riesgo de mortalidad.
“No somos prisioneros de nuestros genes”, dijo, Aimee Aubeeluck, profesora de psicología de la salud en la Universidad de Surrey, que no participó en la investigación, en un comentario de reacción al estudio distribuido por el Science Media Centre.
“Si sabemos que dónde nacemos y cómo vivimos dictan nuestras posibilidades de envejecer bien, o de morir prematuramente, ¿por qué es tan lenta la acción política?”.
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