¿Y si el futuro del café en Centroamérica ya no estuviera en las alturas?

Para el investigador mexicano Alfredo Zamarripa, el café robusta puede ser clave en la transformación de la caficultura centroamericana en altitudes medias y bajas.

La floración de café robusta, en Finca Santa Fe, en Nicaragua, el 3 de abril de 2025.
10 de agosto, 2025 | 05:00 AM

Bloomberg Línea — Hace 40 años, el 80% del café que se producía en el mundo era arábica. Hoy, ese número ha bajado al 58%, mientras que el café robusta representa el 42% de la producción mundial, de acuerdo con la Organización Internacional del Café (OIC).

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En Centroamérica, donde la caficultura representa entre el 1% y el 3% del PIB en países como Honduras, Guatemala o Nicaragua, y constituye una fuente clave de empleo rural y divisas, los cambios en la producción y diversificación del cultivo son un tema estratégico.

A nivel mundial, Vietnam y Brasil han apostado fuertemente por la especie del grano aromático, y juntos producen más de 48 millones de sacos al año, con rendimientos de hasta 47 sacos por hectárea en algunos casos.

¿Y el istmo centroamericano? Apenas cosecha entre 500.000 y 700.000 sacos, según dijo Alfredo Zamarripa Colmenero, ingeniero agrónomo fitotecnista.

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El también decano de la Escuela de Posgrado del CATIE, con sede en Costa Rica, abordó sobre las Perspectivas del cultivo de C. canephora en Mesoamérica en el XXVI Simposio Latinoamericano de Caficultura, celebrado en julio en San Salvador.

De acuerdo con el investigador mexicano, el café robusta puede jugar un rol cada día más importante en la región, “por su alto rendimiento, sus valiosas características agronómicas, el potencial que tiene, que podemos encontrar nuevos perfiles y la gran diversidad genética“, dijo.

El patito feo

Zamarripa recordó que hace casi tres décadas recibió críticas por investigar sobre café robusta cuando trabajaba en una institución pública del gobierno federal México.

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“Me invitaron a una reunión para decirme que ya no trabajara más con robusta porque no era posible que se usara dinero público en algo que no tenía futuro”, relató. Hoy, asegura, los hijos de esos mismos productores ya cultivan robusta. “Es un proceso lento. Es difícil porque tiene mil cosas políticas, técnicas, culturales, la costumbre de trabajar un solo cultivo, el desconocimiento”.

Cosecha de café de robusta en Matagalpa, Nicaragua, el 23 de enero de 2021.

El experto citó al genetista de café Christophe Montagnon, quien comparó al robusta con “la bestia” en el cuento de La bella y la bestia, esperando que algún día se convierta en el “príncipe azul”. El investigador también sumó otra analogía: “Esperemos que el robusta deje de ser el patito feo”.

Durante años, esta especie fue vista como un grano de baja calidad y bajo precio. También circulaban ideas como que “contamina” al arábica, algo que Zamarripa descartó por completo. “El robusta es autoincompatible. Si dejan una sola planta o un clon solo de robusta, no les va a producir. Necesita polen cruzado, como el maíz que necesita que haya cruzamiento”, explicó.

Actualmente, según el expositor, la cafeticultura de Latinoamérica presenta poca variabilidad genética, lo que la vuelve altamente vulnerable al cambio climático, así como al ataque de plagas y enfermedades. Ante ello, el cultivo de C. canephora, por su resiliencia, puede aportar a la sostenibilidad de la caficultura regional y coadyuvar a un reordenamiento del sector.

Además, representa una alternativa a los productores de zonas altitudinales bajas y medias, desde los 200 hasta los 700 metros sobre el nivel del mar, para aumentar su resiliencia, producción y rentabilidad.

Según Zamarripa, la región debe disponer de un programa de mejoramiento genético que incluya la introducción, evaluación y selección de materiales genéticos de robusta, considerando los nuevos retos y demandas del sector a mediano y largo plazo. “Es imprescindible, por lo tanto, consolidar una formación ad hoc de los técnicos de los países de la región en materia de mejoramiento de café robusta”, dijo.

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