Bloomberg Línea — La modernización del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (Cafta-DR) es ahora un interés estratégico para Washington en un contexto de creciente competencia geopolítica con China, fragilidad económica regional y presiones migratorias, señala el Centro para América Latina Adrienne Arsht de la organización Atlantic Council en un informe.
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El análisis sostiene que el acuerdo, suscrito por Estados Unidos, República Dominicana, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua entre 2006 y 2009, ha sido determinante para impulsar el comercio bilateral, además de servir de modelo para acuerdos posteriores de promoción comercial con Colombia, Perú, Panamá y Corea del Sur, pero está rezagado frente a estándares más recientes incorporados en el acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), que entró en vigor en 2020.

Áreas como comercio digital, regulación laboral, normas ambientales, reglas de origen y facilitación aduanera requieren, según los autores Enrique Millán-Mejía, Antonio Ortiz-Mena y Rocío Rivera-Barradas, una revisión para mantener la competitividad de la región y reforzar la integración con América del Norte.
La actualización del acuerdo podría verse condicionada, mientras los países negocian con el gobierno estadounidense planes de contingencia para eliminar los aranceles recíprocos impuestos por la administración Trump en agosto de 2025.
El 13 de noviembre, anunció una serie de “acuerdos históricos” con El Salvador, Guatemala, Argentina y Ecuador, dirigidos a asegurar condiciones más equilibradas de acceso al mercado en el hemisferio. En el caso de los dos países centroamericanos, EE.UU. acordó retirar los aranceles a ciertos productos, como textiles y prendas de vestir, originados bajo el Cafta.
Por otra parte, en octubre, una investigación del Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) determinó que una serie de políticas de Nicaragua en materia laboral, derechos humanos y Estado de derecho generan cargas indebidas para el comercio estadounidense.
El país enfrenta la posibilidad de perder beneficios del acuerdo o de que se apliquen aranceles de hasta el 100%, lo que tendría efectos en las cadenas regionales de producción, especialmente en sectores como textiles y agroindustria.
La influencia de China
El análisis plantea que el panorama mundial ha cambiado drásticamente en el último año. La creciente presencia de China en Centroamérica y el Caribe, a través de inversiones en infraestructura crítica, alianzas tecnológicas y el fortalecimiento de los lazos comerciales, ha alterado la dinámica regional y ha intentado diluir la influencia estadounidense.
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“La mayor parte de Sudamérica, excepto Colombia y Ecuador, tiene ahora a China como principal socio comercial. Entonces, ¿qué nos queda? Tenemos a Centroamérica y México, que siguen teniendo a Estados Unidos como su principal socio comercial y creo que es en interés de la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos garantizar que esto siga siendo así y aumentar el comercio y la inversión con los países sudamericanos”, dijo el Antonio Ortiz-Mena, investigador sénior del tanque de pensamiento autor del estudio, durante el evento de lanzamiento a cargo del Atlantic Council.
De acuerdo con los autores, modernizar el tratado comercial es una necesidad geopolítica para asegurar las cadenas de suministro y mantener a los socios comerciales clave alineados con Estados Unidos ante “la opaca influencia financiera de China”.
“China ya ha firmado acuerdos de la Franja y la Ruta con más de 21 países, creo que ahora son 22, desde 2017. Ha logrado mucho en poco tiempo. Creo que nosotros también podemos. Y añadiría que Taiwán debería desempeñar un papel complementario en cualquier acuerdo que tengamos”, dijo Kristie Pellecchia Loiacono, fundadora y socia principal de Pellecchia International, una firma de asesoría financiera.
Por años, los ocho países miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) mantenían el reconocimiento diplomático de la República de China (Taiwán). Sin embargo, en 2007, Costa Rica cortó lazos para establecerlos con China.
La situación se mantuvo relativamente estable durante una década, hasta que, en junio de 2017, Panamá abrazó al gigante asiático. Le siguieron, República Dominicana y El Salvador en 2018, Nicaragua en 2021 y Honduras en 2023. Hoy, los únicos dos países de la región que reconocen la soberanía de Taiwán son Guatemala y Belice.
Tres caminos
El informe identifica tres rutas posibles para actualizar el Cafta-DR: la adhesión de algunos miembros al USMCA, la negociación de acuerdos bilaterales entre Estados Unidos y cada país, o una modernización puntual del tratado original.
Cada opción implica costos y niveles distintos de complejidad, pero coinciden en que el acuerdo necesita adaptarse a las nuevas exigencias.
Para los autores, cualquiera de estos caminos tendría efectos directos en la seguridad económica estadounidense y en la capacidad de la región para competir en un entorno marcado por la creciente influencia de China. Una actualización del tratado también podría contribuir a reducir las presiones migratorias mediante una mayor atracción de inversión y la consolidación de cadenas de suministro más estables.









