Bloomberg Línea — Las empresas operarán en un entorno sin reglas claras en 2026, en un contexto marcado por una geopolítica más impredecible, el descontento de la generación Z, la disputa por la capacidad de cómputo para la IA y el avance del crimen organizado, según el reporte RiskMap 2026 de la consultora Control Risks.
Estos factores incrementarán la volatilidad y la exposición a riesgos operativos, políticos y reputacionales para las compañías en regiones como Latinoamérica.
En primer lugar, Control Risks destacó el fin de las reglas tradicionales de la geopolítica global: las relaciones entre países son ahora más transaccionales y volátiles, lo que crea un “mundo con nuevas reglas o sin reglas”.
Control Risks asocia este cambio global a la postura asumida por la administración de Donald Trump en EE.UU. de deshacerse de muchas de estas limitaciones de las reglas tradicionales y actuar de forma unilateral, lo que se reflejaría en las actuales operaciones militares en el Caribe.
“Ya estamos viendo desde hace varios años que estas relaciones entre países se han vuelto mucho más transaccionales, mucho más circunstanciales y por eso mucho más volátiles”, dijo a Bloomberg Línea en Bogotá Theodore Kahn, director del equipo de Análisis de riesgos globales de Control Risks. “Ya no existen dentro de este marco las reglas y normas relativamente estables”.
En el plano geopolítico, proyecta que la administración Trump podría seguir actuando de “manera unilateral”, sin atender normas internacionales, lo que representaría un foco adicional de incertidumbre para la región.
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En segundo lugar, se refirió a la creciente competencia geopolítica por los insumos tecnológicos y la energía necesarios para alimentar los sistemas de inteligencia artificial, con mayores controles de exportación y tensiones comerciales.
“Estamos previendo cada vez más controles a las exportaciones y desafíos para asegurar acceso a grandes cantidades de energía, sobre todo eléctrica, que requieren esos sistemas de inteligencia artificial”, dijo Kahn en la entrevista. “Esto va a ser cada vez más un impulso de riesgo en cuanto a las relaciones comerciales entre los países”.
Señaló que la competencia global por la capacidad de cómputo en IA abre tanto riesgos como oportunidades para América Latina, que podría atraer inversiones en centros de datos y desarrollo de software ante las restricciones impuestas entre potencias como Estados Unidos y China.
“Creo que sí hay una oportunidad para la región para empezar a crecer un poco su participación en este mercado y empezar a generar industrias más fuertes a nivel nacional en este segmento tan importante y estratégico”, señaló el director del equipo de Análisis de riesgos globales de la consultora Control Risks.
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Riesgos por el crimen organizado y nuevos movimientos sociales

Para América Latina, sobresalen particularmente los riesgos asociados al crimen organizado y el descontento de la generación Z (personas nacidas entre 1997 y 2012).
De acuerdo a la consultora, estos dos factores implican un riesgo “muy directo e inmediato” para la región el próximo año, explicó Theodore Kahn.
“Está claro que el crimen organizado representa una amenaza cada vez más compleja para los gobiernos y las empresas en la región”, apuntó.
Señaló que estas organizaciones criminales se están adaptando de forma constante, utilizando nuevas tecnologías y tácticas para operar sus actividades lícitas, infiltrando cada vez más la economía formal. “Hay un riesgo cada vez mayor de que las operaciones de una empresa formal se mezclen, de alguna forma, con la influencia y la huella de esos grupos criminales”.
La capacidad de estos grupos de infiltrar empresas e industrias formales supone un desafío en términos de integridad para las organizaciones ante la proliferación de riesgos reputacionales y jurídicos.
Para tener éxito en 2026, según el reporte, las empresas deberán reforzar los controles contra el soborno, el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, e implementar el monitoreo en tiempo real de las cadenas de suministro y de las amenazas provenientes de múltiples direcciones.
Theodore Kahn recordó que en Brasil recientes investigaciones por lavado de activos han involucrado a bancos importantes.
En Colombia, se han documentado los intereses empresariales de narcotraficantes internacionales en distintos sectores.
Y en México, los cárteles están teniendo una influencia creciente en actividades como el agroindustrial y la minería, apuntó.
Todo esto crea un escenario especialmente complejo para las empresas.
“Sobre todo en un contexto geopolítico en el que Estados Unidos ha decidido designar a muchos de estos grupos del crimen organizado como organizaciones terroristas”, dijo Theodore Kahn.
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Esto eleva aún más los riesgos y la exposición jurídica para las empresas formales y sus representantes, que podrían llegar a interactuar, apoyar o hacer negocios —incluso sin intención o sin saberlo— con esos actores.
Desde Control Risks indican que en el proceso de internacionalización de estas redes criminales, “la plaga del crimen organizado” toca a países que antes eran ajenos a estos fenómenos, como Ecuador, Chile, Costa Rica, Argentina o Uruguay.
Movilizaciones de la generación Z

De otra parte, se refiere al auge de las “sociedades activadas”, una nueva forma de activismo social protagonizado por la generación Z, muchachos que nacieron y crecieron en el entorno digital y que en el contextual de inconformismo desafían a los Gobiernos con nuevas demandas.
“Ya estamos viendo, por ejemplo, movimientos de protestas ahora en Perú que se caracterizaron por ser liderados por esta generación Z”, dijo Khan.
Estas movilizaciones se “activaron muy rápido”, con unas exigencias muy diversas. “Estaban buscando un cambio estructural profundo del sistema político, más allá de unos objetivos concretos como muchos activistas buscaban antes”.
Para las empresas, dice el documento, 2026 traerá disturbios más rápidos e intensos que estallarán sin previo aviso, abrumando las evaluaciones de riesgo tradicionales.
Explica que las empresas se enfrentarán a la radicalización individual, la violencia aleatoria y “ataques directos por supuestos fracasos”.
“El éxito requiere un monitoreo de amenazas en tiempo real, planes de crisis ágiles y una comprensión profunda del sentimiento público, incluso en ubicaciones antes consideradas estables”, indica el informe.
La trampa de la normalización

Asimismo, se refirió a un quinto riesgo denominado como la trampa de normalización.
Explicó que ante la proliferación constante de crisis, las empresas corren el riesgo de normalizar los riesgos, subestimando amenazas que pueden tener consecuencias en sus operaciones.
La consultora dice que el aumento de la tolerancia al riesgo y la disminución de la sensibilidad dejan a las empresas sin preparación para eventos que parecen menores en la superficie, pero que tienen profundas implicaciones para las operaciones, las cadenas de suministro y la seguridad.
Control Risk explica en su informe que el éxito en 2026 exigirá abandonar los supuestos de estabilidad, “prepararse para escenarios inverosímiles” y fomentar culturas de riesgo basadas en la confianza, la comunicación y el respeto por múltiples perspectivas en medio de un contexto de creciente polarización.
“Para las empresas, el año pasado ha sido un año de navegación por las crisis geopolíticas y económicas, la reescritura de la estrategia y la creación de resiliencia táctica. Esta experiencia y preparación serán invaluables durante el próximo año, ya que en 2026 los protagonistas y las líneas de competencia pueden ser familiares, pero la historia no”, dijo Nick Allan, CEO de Control Risks.
Resumen de los principales riesgos para 2026:
- Un mundo con nuevas reglas… o sin reglas
- La competencia por la capacidad de cómputo de la IA
- La creciente red del crimen organizado
- El auge de las sociedades activadas
- La trampa de la normalización









