Bloomberg — Han sido semanas muy ajetreadas para el chef Gordon Ramsay. Tuvo ocasión de rodar un anuncio de HexClad para el Super Bowl con el actor Pete Davidson y de preparar po' boys (emparedados) para los presentadores del gran juego de Nueva Orleans.
Estas actividades ilustran su curiosa amalgama de papeles: en parte chef televisivo de juegos, en parte embajador de marca, generador de titulares y, en última instancia, importante figura de la industria del entretenimiento con poder estelar.
Estos caracteres en constante evolución son evidentes en el número 22 de Bishopsgate, donde Gordon Ramsay Restaurants Ltd. ha arrendado durante 20 años a AXA IM Alts cinco nuevos locales en un inmenso rascacielos de la Ciudad de Londres.
Allí se encuentra una nueva sucursal de su restaurante de “inspiración asiática” Lucky Cat; el restaurante Gordon Ramsay High, de 12 puestos, una filial de su buque insignia de Chelsea, con tres estrellas Michelin; una academia de cocina con el distintivo HexClad; un bar Lucky Cat, de 60 plazas; y otra brasserie, Bread Street Kitchen, que se inaugurará a finales de este mismo año.
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Como cabría esperar de un hábil operador mediático, los avatares de la inauguración pueden ser seguidos en un próximo documental de Netflix, Being Gordon Ramsay (Siendo Godron Ramsay). Está coproducido por Fox News y la empresa de contenidos de entretenimiento Studio Ramsay Global.
De vuelta al piso 60, el Lucky Cat, con capacidad para 120 comensales, es la pieza central de la nueva oferta de Ramsay.
El establecimiento suscitó polémica por mezclar distintas tradiciones culinarias cuando abrió por primera vez en Mayfair en 2019, y la metodología de mezclar y combinar del menú, donde el sushi se frota con el bao chino y el kimchi coreano, sigue vigente.
De muchas maneras, parece un restaurante más adecuado para el Strip de Las Vegas, donde su interior podría servir de escenario para un programa de Ramsay, donde se alardea de dinero y se abandona la realidad.
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Al recorrer las numerosas secciones del menú de Lucky Cat, “Snacks” (aperitivos) ofrece edamame pedestre y calamar crujiente, un plato generalmente agradable para el público que aquí viene fuertemente rociado con vinagre y golpes discordantes de shichimi japonés y pimienta china de Szechuan.
La sección de sashimi y nigiri tiene rodajas bien cortadas de toro y hamachi por unas 5 libras (US$6,22) la pieza, mientras que el caviar Oscietra y Beluga vienen con precios irrisorios: hasta 300 libras (US$373) por 50 gramos.
El arroz frito con kimchi, rebosante de cebolleta, nori rallado y un huevo pasado por agua mezclado en la mesa, constituye un elegante acompañamiento para el punto álgido del menú: la chuleta de cerdo ibérico. Aliñada con miso y acompañada de lechuga gema en escabeche de kimchi y papaya que cortan la carne de cerdo tierna y agradablemente grasa, es un plato sobresaliente.
Del mismo modo, la lubina chilena a la sartén está perfectamente cocinada y perlada, aunque la piel crujiente y pegajosa puede presumir un poco demasiado de nitsume, o salsa dulce de anguila.
Los entradas de carne y pescado oscilan entre 30 libras (US$37,34) y 50 libras (US$62,23), y suben considerablemente si entra en la sección World of Wagyu, donde todo está a precio de mercado. Incluso las guarniciones de verduras pueden costarle alrededor de 15 libras (US$18,67).
Del mismo modo, la extensa carta de bebidas ofrece algunas opciones de nivel básico, pero pronto se acelera para incluir Burdeos y Borgoña raros (y caros), así como especialidades de sake y whiskies de todo tipo y origen.
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El mirador del restaurante a gran altura es un gran atractivo aquí, y la oportunidad de presumir de tener el comedor más alto de Londres no es poca cosa.
De hecho, el piso 60 ofrece unas vistas increíbles de la ciudad, desde el edificio 30 St. Mary Axe, también conocido como “el Gherkin”, y la obra maestra de Richard Roger, el edificio Lloyd’s of London, hasta la catedral de San Pablo y las Casas del Parlamento más allá.
Debido a las exigencias multifacéticas y multinacionales de los intereses empresariales de Ramsay, su ausencia de las cocinas del grupo ha empezado a notarse. (No contenga la respiración esperando ver a Ramsay en Lucky Cat.)
A pesar del cúmulo de estrellas Michelin entre sus más de 80 restaurantes, los locales de comida más informal como Street Burger, Street Pizza y Bread Street Kitchen son ahora rutinariamente tachados de mediocres.
Está claro que ha llegado a un punto en el que perseguir aplausos no es lo primordial; en su lugar, su objetivo parece ser el crecimiento exponencial. (La posibilidad de convertirse en franquiciado de la marca ocupa un lugar destacado en su página web).
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A menudo se dice que los británicos son propensos a despreciar la ostentación y el éxito sin complejos. Es imposible discutir el pedigrí de Ramsay, nacido de una voluntad maníaca y una ética de trabajo castigadora que le ayudaron a convertirse en uno de los chefs más destacados de principios de la década de 2000.
Ganar y mantener tres estrellas Michelin en un mismo lugar, el Reatuarant Gordon Ramsay, durante más de 20 años no es poca cosa. Lo que ha decidido hacer con ese éxito ha alienado a algunos comensales exigentes.
Aún así, como demuestra la estimación más reciente de ingresos antes de impuestos de su grupo de restaurantes, 95,6 millones de libras (US$118,98 millones) para los 12 meses que terminan en agosto de 2023, un público considerable quiere formar parte del mundo de Ramsay.
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