Buenos Aires — Las diferentes aristas de la competitividad argentina son seguidas de cerca por los analistas del sector privado, que si bien destacan avances en materia económica, consideran que se debe avanzar en distintas reformas para consolidar mejoras en el país.
De acuerdo con especialistas consultados por Bloomberg Línea, la percepción de mayor estabilidad macroeconómica da lugar a que crezcan debates en torno a cuestiones como la presión tributaria, el tipo de cambio, las tarifas y los salarios.
“Para abordar las patas de la competitividad se requiere una decisión política que obviamente parta del Poder Ejecutivo, pero que convoque a los sectores involucrados, que son muchísimos, y sobre todo a la política para lograr sancionar leyes que le den estabilidad al cambio de régimen”, evaluó Ricardo Delgado, presidente de Analytica Consultora.
En ese sentido, afirmó: “Creo que el punto de fondo es cómo hacemos para que toda la organización económica argentina, que tiene que modificarse de raíz en una enorme cantidad de aspectos, sirva para que la Argentina permita producir más, mejor y de manera más eficiente”.
Tipo de cambio
Elisabet Bacigalupo, responsable de macro de ABECEB y Mariángel Ghilardi, encargada sectorial de esa consultora, manifestaron en un análisis realizado para Bloomberg Línea que “sin entrar en la discusión de si hay atraso cambiario o no, lo que no se puede negar es que Argentina viene atravesando un proceso de apreciación real del peso, producto de una inflación que viene corriendo por encima del ajuste del tipo de cambio nominal desde la devaluación de diciembre de 2023″.
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“En números: el tipo de cambio real multilateral (con los principales socios comerciales de Argentina) se ha apreciado casi 45% (desde diciembre de 2023), y está en el inicio de julio apenas 9,5% por encima de noviembre de 2023 y alrededor de 30% debajo del promedio histórico de largo plazo, sin considerar las crisis de nuestra historia que son outliers”, precisaron en su análisis.
Sin embargo, consideraron: “Hoy el tipo de cambio no es un factor de competitividad y creemos que hay que acostumbrarse a que a futuro tampoco lo sea. ¿Por qué? Porque vamos a un cambio estructural, a una Argentina que camina a tener en el mediano plazo un mayor influjo de dólares producto de la normalización financiera, el ingreso a los mercados de crédito globales y el ‘reenganche’ con los flujos de IED globales y, sobre todo, a la potenciación de las inversiones y las exportaciones de sectores transables como Oil & Gas, Minería, servicios basados en el conocimiento, etcétera“.

Por ello, evaluaron que, en ese contexto, “será clave que el resto de las reformas pro-competitividad sistémica lleguen para compensar lo que el tipo de cambio no va a dar (reforma tributaria, laboral, previsional, entre otras)”.
En tanto, el economista Fernando Baer expresó que el tipo de cambio en Argentina “está levemente apreciado respecto de los últimos meses, pero sigue estando por arriba del promedio de largo plazo, alrededor de 15-20%”.

“Además, el dólar en el mundo se está depreciando, impactando en la cotización del euro (que se apreció 15% en lo que va del año) y el real, que se movió en línea similar. Lógicamente, hay sectores que con la apertura de la economía enfrentan desafíos, pero en general no es un problema si el déficit de cuenta corriente se financia con una cuenta capital y financiera positiva, tanto por ingresos del sector privado como por colocaciones de deuda del sector público”, destacó.
Presión tributaria
Con relación a la presión tributaria, las economistas de ABECEB sostuvieron que “Argentina suele figurar entre los países con mayor presión tributaria de América Latina”. “En 2024 la presión tributaria legal (sumando impuestos nacionales y provinciales en relación al PBI) rondó el 28% promediando el 30% desde 2011. El promedio de la región según CEPAL fue de 22% en 2022, países como México o Perú están por debajo del 20%”, puntualizaron.
“Y si bien Argentina tiene una presión tributaria comparable a países de la OCDE en términos cuantitativos, la calidad del gasto público, la informalidad, la regresividad impositiva y la complejidad del sistema la colocan en una situación desventajosa”, indicaron.
De hecho, afirmaron que “la Argentina tiene una de las estructuras tributarias más distorsivas y regresivas, considerando que la presión impositiva para los que ‘cumplen con todo’, o sea los que están en la formalidad es mucho más elevada pudiendo superar incluso el 50%“.
También señalaron que “la carga está concentrada en impuestos distorsivos, como IVA, Ingresos Brutos, Impuesto al cheque y retenciones a las exportaciones”. Ello se suma a la “alta complejidad y multiplicidad de tributos”, junto a la “elevada evasión fiscal y economía informal”.
Como consecuencia, según los especialistas ABECEB, hay desincentivo a la formalización; competencia desleal; productividad distorsionada; poca inversión extranjera directa costo salarial y costo laboral.
Ricardo Delgado, presidente de Analytica Consultora, opinó que “hay un esquema tributario que es absolutamente anti antiproductivo, anticompetitivo en diferentes áreas y es una discusión muy profunda que tiene que abordarse desde la política, desde los sectores”.
“El otro tema vinculado con las regulaciones laborales es que fueron pensadas para un mundo que ya no existe, sin que esto signifique desatender derechos de los trabajadores actuales, pero hay que facilitar el acceso a la economía formal de una enorme cantidad de trabajadores y de jóvenes que están afuera del sistema y, que con estas reglas tan rígidas, difícilmente se puedan incorporar", subrayó.
Salarios
“Sin dudas, tras la caída inicial de los salarios en dólares producto de la devaluación, los salarios formales (según el SIPA) se han recompuesto fuertemente en dólares al compás de la apreciación cambiaria, y ello sin dudas presiona sobre la competitividad, sobre todo en sectores trabajo intensivos (comercio, servicios, construcción)”, puntualizaron Bacigalupo y Ghilardi en su análisis para este medio.
De acuerdo con su perspectiva, “en términos generales, podría decirse que con estos niveles Argentina se encuentra entre los países con salarios formales medios más altos de la región superada por Chile y Uruguay y parecido a Brasil”. Sin embargo, aclararon: “Hay que ser cuidadosos porque el nivel varía mucho por industria o metodología de cómputo, entre otros factores”.
“Argentina es uno de los países con mayor carga total sobre empresas formales, aunque está parejo con Brasil y está muy por arriba de Chile. La diferencia de más de 20 puntos porcentuales respecto a Chile representa un desincentivo fuerte a invertir, formalizar empleo o exportar servicios desde Argentina", remarcaron.
“A salarios en dólares que han subido de manera significativa se suma un problema estructural que es la elevada carga patronal, presionando sobre la competitividad y desalentando la formalización de trabajo en blanco”, advirtieron.
Calcularon, de esa manera, que “si bien varía según el nivel de facturación y el tamaño de la empresa podemos decir en términos generales que el empleador paga aproximadamente 26% a 30% del salario bruto en cargas sociales patronales que más la ART (variable) hace que el costo laboral supere el 30% del salario bruto”.
El economista Fernando Marull, a su vez, estimó: “Cuando uno dice que el tipo de cambio real está en niveles más bajos que 2017, se toma otro precio, que es el costo del salario y se ajusta por inflación norteamericana, lo que es 1.000 en 2017 llegó a ser 2.000, entonces hay todavía un colchón de salario en dólares bajo”.
“Cuando uno ve las patas de la competitividad argentina, es decir, el tipo de cambio, los salarios, las tarifas y los impuestos, posiblemente esté abajo en el dólar, pero en niveles históricos, están abajo salarios, combustible y tarifas”, comparó.
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Tarifas
Para Delgado, “la cuestión tarifaria tiene que ver con obtener un set de precios de los servicios públicos que que sea acorde con la evolución de los costos de esos servicios“.

“En la Argentina eso ha pasado muy poco. Todavía hay que seguir corrigiendo para terminar de cubrir los costos del sistema eléctrico, del sistema de distribución, de producción de gas, de agua potable y es un camino que todavía tiene que seguir, pero hay que pensarlo también en términos de cómo se nivela el terreno para que la producción argentina se vuelva competitiva y genere los dólares genuinos que se necesitan que son los dólares de exportación”, manifestó.
Bacigalupo y Ghilardi, de ABECEB, resaltaron que las tarifas de servicios públicos “han sido durante años un obstáculo estructural para la competitividad de la economía argentina”.
“No obstante, el Gobierno ha iniciado un proceso de recomposición que busca reducir subsidios, alinear precios con costos reales y otorgar mayor previsibilidad al sector productivo. Si bien este ajuste implica un aumento de costos operativos en el corto plazo, desde la perspectiva empresarial se percibe como un paso necesario para normalizar el sistema energético y crear un entorno más transparente para la inversión”, argumentaron.
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