Pesos o dólares: en qué moneda prefieren cobrar los argentinos tras salida del cepo

La preferencia por cobrar todo el salario en dólares cayó fuertemente en lo que va del 2025, de acuerdo a una encuesta

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19 de junio, 2025 | 04:52 PM

Buenos Aires — Con la reciente flexibilización del cepo cambiario en Argentina, se incrementó notablemente el número de trabajadores que prefieren recibir su salario en pesos en vez de en dólares. Mientras que a comienzos de 2025 esa preferencia era del 33%, hoy alcanza al 50%.

Esta tendencia se destaca en todos los segmentos sociales y etarios, con picos del 52% en quienes tienen entre 30 y 39 años, según un informe elaborado por Opinaia para la plataforma Deel.

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Los resultados pueden "reflejar una expectativa de normalización económica o una percepción de mayor previsibilidad del peso”, sostiene el estudio, que fue recogido por el sitio web iProfesional.

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El relevamiento se realizó entre marzo y mayo, e incluyó a 943 personas de entre 20 y 50 años con empleo formal o autónomo en el sector privado. De ese universo, apenas el 17% tiene la posibilidad de elegir la moneda en la que cobra sus ingresos.

¿Cómo deben cobrarse los salarios?

La legislación argentina establece que los salarios deben abonarse en la moneda de curso legal, es decir, en pesos. No obstante, ante la inflación de los últimos años, muchas compañías comenzaron a implementar esquemas de compensación que incluían pagos en dólares, especialmente en segmentos como el tecnológico o entre los ejecutivos de alto rango.

Estos pagos, muchas veces en forma de bonos o sueldos variables, se depositaban en cuentas en dólares —locales o del exterior— o bien se pesificaban al tipo de cambio financiero (MEP) según un valor previamente pactado en moneda extranjera.

Sin embargo, el escenario cambió. La reducción de la brecha cambiaria, al punto de volverse negativa en algunos momentos, eliminó el margen de ganancia que esos beneficiarios obtenían al vender los dólares recibidos. En consecuencia, este esquema dejó de ser ventajoso. Frente a esto, las empresas comenzaron a revisar nuevamente sus estructuras de compensación.

A pesar del aumento de la preferencia por cobrar todo en pesos, la opción más valorada hacia el futuro es una combinación de monedas. En una proyección a cinco años, el 46% prefiere recibir parte en pesos y parte en moneda extranjera, un número prácticamente igual al registrado antes del levantamiento del cepo (44%). Esto indica una demanda sostenida por alternativas que permitan diversificar ingresos y resguardar valor.

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Los trabajadores eligen salarios mixtos principalmente para ahorrar en dólares sin perder operatividad diaria (36%) y protegerse de eventuales devaluaciones (24%). Esta combinación peso-dólar gana terreno como estrategia defensiva en un contexto de mayor estabilidad cambiaria.

La preferencia por cobrar todo el salario en dólares cayó del 27% al 18% este año, sugiriendo que el libre acceso al mercado cambiario redujo el atractivo de dolarizar completamente los ingresos. Incluso las expectativas futuras se moderaron, pasando del 34% al 21%. Solo en sectores socioeconómicos altos un 25% mantiene esta preferencia.

Quienes cobran en pesos lo hacen por practicidad: 32% considera que es la moneda de uso cotidiano y 17% destaca la facilidad para administrar gastos. Apenas 7% confía en la estabilidad del peso como razón principal, evidenciando que la elección responde más a operatividad que a convicción.

El acceso a elegir moneda de cobro muestra fuertes sesgos: 24% de sectores altos puede decidir, versus solo 12% de las mujeres encuestadas. Los jóvenes de 20-29 años (21%) y varones (22%) también tienen mayor flexibilidad, reflejando disparidades en el mercado laboral.

La satisfacción aumenta directamente con el acceso a divisas: 72% de quienes cobran en pesos están conformes, pero el porcentaje salta a 91% entre quienes reciben salarios mixtos. Más de la mitad (54%) de este último grupo se declara “muy satisfecho”, mostrando el valor percibido de la diversificación.

Los trabajadores argentinos prefieren esquemas mixtos que combinen previsibilidad operativa y protección macroeconómica, aunque el peso gana terreno por motivos prácticos. La estrategia refleja una búsqueda de equilibrio entre estabilidad presente y cobertura futura ante posibles turbulencias.

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