Bloomberg — La moneda brasileña se desplomó el jueves luego de que el gobierno anunció impuestos más altos a las transacciones financieras junto con un plan ampliamente esperado para apuntalar sus deterioradas finanzas.
El ministerio de finanzas dirigido por Fernando Haddad estimó que el gobierno obtendrá 20.000 millones de reales (US$3.500 millones) en 2025 y 41.000 millones de reales en 2026 aumentando el impuesto conocido localmente como IOF sobre una serie de transacciones financieras. En particular, los inversores se vieron sorprendidos negativamente por un gravamen del 3,5% impuesto sobre las compras de divisas, las remesas y las transferencias realizadas por fondos extraterritoriales.
El impuesto, descrito por algunos economistas como un “arancel” sobre los flujos de dinero, agrió el ánimo del mercado e hizo caer el real más de un -1% hasta cerrar a 5,7078 por dólar.
“Mayores barreras a la compra de reales significan probablemente menos flujos de capital a Brasil y una moneda más débil”, dijo Brendan McKenna, estratega de divisas de Wells Fargo en Nueva York.
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El impacto negativo del IOF en el mercado eclipsó la noticia de que el Gobierno congelará 31.000 millones de reales del presupuesto de este año, más de lo esperado por los economistas, mientras Haddad intenta apaciguar a unos inversores cada vez más escépticos respecto al compromiso del presidente Luiz Inácio Lula da Silva con la disciplina fiscal.
En cambio, a los inversores les preocupa ahora que el IOF lastre las operaciones de crédito, ya limitadas por las elevadas tasas de interés de Brasil, y perjudique a la industria de fondos al debilitar el atractivo de los vehículos de inversión extraterritoriales.
Desafío fiscal
Haddad ha luchado por encontrar nuevas fuentes de ingresos y frenar el gasto público para cumplir los objetivos fiscales que introdujo al principio de la administración. El objetivo de este año es eliminar el déficit presupuestario primario (excluidos los pagos de intereses), con un margen de tolerancia de menos o más 0,25 puntos porcentuales del producto interior bruto.
Los ingresos fiscales han decepcionado mientras que los gastos obligatorios siguen aumentando, lo que plantea un reto fiscal que no hará sino intensificarse a medida que aumente la presión por el gasto social de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. Haddad confirmó la semana pasada que el gobierno está considerando una serie de medidas que podrían ayudar a la popularidad de Lula, incluyendo subsidios para el gas de cocina, pero afirmó que cualquier gasto adicional cumpliría con las reglas fiscales.
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En otra conferencia de prensa para explicar el aumento del IOF, el viceministro de Finanzas, Darío Durigan, insistió en que la medida estaba destinada a corregir distorsiones fiscales y que cualquier impacto en los ingresos del gobierno era solo secundario. “Lo que sustenta este cambio es el fundamento normativo”, dijo a los periodistas.
El hecho de que los anuncios se produjeran con solo un par de horas de diferencia hizo poco por disipar la idea de que las medidas forman parte de un plan fiscal de Haddad. El episodio también despertó recuerdos del fallido intento del gobierno de aplacar los temores fiscales el año pasado, cuando se anunciaron medidas de recorte de gastos con exenciones del impuesto sobre la renta, lo que desencadenó una liquidación de divisas.
Con la colaboración de Leda Alvim.
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