Bloomberg — Dos de los mercados emergentes más golpeados por los aranceles del presidente Donald Trump están profundizando sus lazos en respuesta, buscando resistir los embates de EE.UU. y encontrar nuevos mercados.
Funcionarios y empresarios de Brasil e India se reúnen esta semana en Nueva Delhi para forjar nuevas relaciones y buscar triplicar el comercio bilateral de US$12.000 millones. Economistas advierten que las políticas de Trump podrían restar cerca de un punto al crecimiento económico de ambos países. La delegación brasileña probablemente discuta posibles asociaciones con líderes empresariales indios en sectores como agronegocios, biocombustibles y defensa.
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La alianza entre el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el primer ministro indio Narendra Modi es uno de los ejemplos más claros de los realineamientos globales actuales, en un contexto en que la Casa Blanca desmantela alianzas y prácticas comerciales de décadas. Ese giro en la diplomacia estadounidense llevó a Nueva Delhi a distender sus relaciones con China y reactivó el acuerdo comercial, largamente postergado, entre el Mercosur y la Unión Europea.
Aunque tanto Modi como Lula buscan mejorar su posición en Washington, también están cubriéndose las espaldas para hacer frente a la presión económica de Trump.
“La guerra comercial de Trump está generando una reorganización total del comercio mundial”, dijo Thiago de Aragão, director de la consultora Arko International en Washington. “Aunque todos quieren resolver sus problemas con EE.UU., existe el temor de que esta mentalidad de la administración Trump sea una tendencia de largo plazo”.
La administración Trump impuso aranceles del 50% a India y Brasil, algunos de los más duros desde que llegó al poder. Aunque la Casa Blanca luego otorgó exenciones a cientos de bienes brasileños y liberó a los farmacéuticos y electrónicos indios, los gravámenes representan un riesgo económico serio.
Cerca del 12% de las exportaciones de Brasil fueron a EE.UU. el año pasado, por lo que el país sudamericano tiene mucho que perder si los aranceles reducen la demanda de productos clave como carne de vacuno y acero. El vicepresidente Geraldo Alckmin encabeza la delegación brasileña en India, que también incluye a ejecutivos de Petrobras (PETR4), la minera Vale SA (VALE) y la procesadora de alimentos BRF SA. (BRFS)
La delegación está interesada en acceder a los mercados de café y etanol, según un funcionario del gobierno brasileño que pidió no ser identificado. Los dos países también discutirán la ampliación del acuerdo comercial preferencial Mercosur–India, firmado en 2004.
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Lula, de 79 años, ha estado buscando diversificar los socios comerciales de Brasil desde que inició su mandato en 2023. Ha dirigido su atención a Indonesia, Malasia y Turquía, entre otros y ha redoblado ese esfuerzo desde que Trump llegó al poder con la promesa de reducir el déficit comercial de EE.UU.
En agosto, Washington impuso gravámenes a Brasil, la mayor economía de América Latina, en respuesta al procesamiento del expresidente Jair Bolsonaro, un aliado de Trump condenado el mes pasado por intentar un golpe de Estado.
Desde entonces, Washington y Brasilia han dado pasos para recomponer su relación tras un encuentro improvisado entre ambos presidentes en la Asamblea General de la ONU en septiembre. Sin embargo, los aranceles de importación del 50% permanecen en vigor.
Brasil ha redirigido parte de sus exportaciones a EE.UU. hacia Argentina y China en los últimos meses. Según funcionarios brasileños, India es el destino con mayor potencial de crecimiento. Ambos países son miembros fundadores y líderes de facto del bloque BRICS, que Trump aborrece.
“Quizás el mayor incremento en los flujos comerciales lo veamos con India, no a pesar del aumento de aranceles, sino gracias a él”, dijo Jorge Viana, jefe de la Agencia Brasileña de Promoción de Comercio e Inversiones, Apex Brasil.

India depende aún más de su relación comercial con EE.UU., su principal destino exportador. Casi una quinta parte de las exportaciones indias se dirigen al mercado estadounidense, principalmente de electrónica, joyería y productos farmacéuticos.
Modi ha intentado equilibrar su lealtad a los aliados del mundo en desarrollo con el acercamiento a Trump. Tanto así que el primer ministro, de 75 años, inicialmente dudó en asistir a la cumbre anual de los BRICS que Brasil organizó en julio, por temor a dañar la relación entre EE.UU. e India, según personas al tanto de su pensamiento.
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Pero Trump exasperó a Modi al afirmar que había “resuelto” la más reciente escalada militar entre India y Pakistán, una idea que el líder indio rechazó tajantemente. Mientras tanto, los brasileños desplegaron una alfombra roja para Modi en la reunión de los BRICS en Río de Janeiro, seguida de un almuerzo de Estado en el palacio presidencial.
Finalmente, las gestiones de Lula resultaron persuasivas y Modi se alineó con Brasil, criticando los “dobles estándares” que ambos países enfrentan por parte de Occidente.
La Casa Blanca golpeó a India con dos rondas de aranceles de 25% poco después de la visita de Modi a Río, debido a las continuas compras de combustible ruso por parte del país asiático, que según EE.UU. financian la maquinaria bélica de Vladímir Putin.
Desde la imposición de esos aranceles, ha habido un enfriamiento de las tensiones: Modi y Trump mantuvieron dos llamadas en las últimas semanas, se calificaron mutuamente de “amigos”, y los negociadores comerciales de ambos países reanudaron las conversaciones.
Brasil e India ya se habían aliado en el pasado para enfrentar a Washington. A comienzos de los 2000, los dos países lograron asociarse con otros mercados emergentes contra las potencias occidentales durante las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio conocidas como la Ronda de Doha. Las naciones en desarrollo resistieron las exigencias de liberalizar el comercio, lo que terminó por frustrar las conversaciones y fortaleció sus industrias domésticas.

Aun así, por más que Lula y Modi deseen profundizar sus lazos comerciales, difícilmente podrán desprenderse de EE.UU. Parte del desafío es que ambos exportan productos similares, como café y azúcar. A eso se suma su dependencia mutua de China, principal socio comercial de Brasil y segundo para India.
“Washington ofrece mercados a Brasil e India que ellos no pueden ofrecerse entre sí”, dijo Matias Spektor, profesor de relaciones internacionales de la Fundación Getulio Vargas en São Paulo. Cambiar los patrones de comercio y la estructura de las cadenas de valor “no es algo que los gobiernos puedan imponer por decreto”, añadió.
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