De un histórico triunfo al desencanto: el difícil legado de Boric en Chile

Los problemas del presidente en el cargo ponen de relieve la dificultad de satisfacer las enormes expectativas de la población con instituciones tradicionales más acostumbradas a cambios graduales.

Gabriel Boric, presidente de Chile.
Por Matthew Malinowski
21 de agosto, 2025 | 08:08 PM

Bloomberg — Cuando los incendios forestales devastaron las colinas de la ciudad chilena de Viña del Mar el año pasado, el presidente Gabriel Boric envió rápidamente equipos de funcionarios y prometió una ayuda amplia, desde nuevas viviendas y parques renovados hasta asistencia psicológica.

Catorce meses más tarde, en abril de este año, el organismo de control gubernamental publicó un informe demoledor sobre los avances logrados.

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De las 34 medidas que se prometieron para finales de 2024, una tercera parte no había avanzado absolutamente nada, mientras que otra tercera parte estaba muy atrasada. Tan solo el 1% de las familias afectadas había recibido las llaves de una vivienda reconstruida.

“Hemos sido víctimas de un Estado fallido”, asegura René Flores, quien perdió su casa en el barrio de El Olivar durante el infierno que acabó con la vida de 138 personas y destruyó miles de estructuras en el mes de febrero de 2024.

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En la actualidad, este hombre de 67 años dirige una organización creada en los días posteriores al desastre que se ha encargado de hacer llegar ropa y alimentos a las familias, cubriendo así las carencias de las autoridades.

“Resulta muy difícil entender cómo el Gobierno no ha sido capaz de cuidar de la población”, afirmó.

Como crítica a la gestión de Boric, la respuesta a los incendios forestales es condenatoria, pero está lejos de ser única.

El que fuera rostro de la nueva izquierda en América Latina, el antiguo estudiante radical que irrumpió en la presidencia en 2021 como el jefe de Estado más joven del mundo, ha fracasado en gran medida a la hora de aplicar las políticas fundamentales que le llevaron al poder, dejando sin cumplir la mayor parte de su programa y su popularidad por el piso.

Los mandatos presidenciales están limitados a un solo período consecutivo en Chile, y si la presidencia de Boric es recordada, será por su lucha contra la delincuencia y la migración indocumentada, esfuerzos que durante mucho tiempo han sido defendidos por la derecha. Aun así, la delincuencia ha aumentado durante su mandato, al igual que el desempleo.

Es un historial que resalta las deficiencias políticas de Boric, pero que también apunta a los retos que plantea la aprobación de leyes en una nación profundamente polarizada como Chile. Es probable que esto suponga un problema igual de importante para su sucesor tras las elecciones de noviembre, ya que los votantes se están radicalizando cada vez más.

Las dificultades de Boric también ofrecen lecciones a otros líderes de izquierda en Brasil y Colombia, que han luchado por llevar adelante su agenda sin lograr formar una nueva generación capaz de asumir el relevo. En lugar de emerger como una figura destacada de la izquierda, la historia de Boric es una de decepción política que corre el riesgo de repetirse en toda América Latina en un momento en que crece el atractivo de los populistas de derecha.

La oficina de prensa del presidente no respondió a las múltiples solicitudes de comentarios para este artículo.

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El legado “un poco trágico” de Boric pone de relieve los obstáculos para establecer una nueva política de izquierda menos dogmática en la región, según Robert Funk, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chile y socio de la consultora Andes Risk Group.

En lugar de pronunciar discursos elegantes, “la gobernabilidad es lo que importa”, dijo Funk. “Hay que hacer política. Hay que convencer a la gente de que lo que estás haciendo está bien”.

Pero ganarse a los votantes parece más difícil que nunca en Chile, donde las encuestas apuntan a una división casi igualitaria, entre el 25% y el 29%, respectivamente, del apoyo a la candidata comunista, Jeannette Jara, y al ultraconservador José Antonio Kast, favoritos para suceder a Boric al frente de un país que hasta hace poco era el preferido de los inversionistas.

Jara y Kast

Evelyn Matthei, una candidata de centro-derecha, se encuentra muy por detrás, con alrededor del 14% en las encuestas de intención de voto para la primera vuelta del 16 de noviembre.

El partido gobernante de Boric, Frente Amplio, quedó en tercer lugar en las primarias presidenciales de la izquierda en junio, lo que le dejó sin otra opción que apoyar a Jara para la presidencia frente a otros candidatos de la derecha.

Para Pedro Araya, senador del Partido por la Democracia, de centroizquierda, los malos resultados del partido de Boric son una señal de que los votantes están castigando al presidente por incumplir tantas promesas.

El desprecio que el joven líder mostró hacia sus predecesores ha empañado la política nacional, con el resultado de que quien gane la presidencia tendrá la inmensa tarea de reconstruir la confianza de la ciudadanía, según Araya.

Evelyn Matthei

“La soberbia es mala consejera”, afirmó, haciendo hincapié en la necesidad de que el próximo Gobierno tenga una presencia más fuerte sobre el terreno y no solo en las redes sociales.

Es fácil olvidar que hace solo cuatro años Boric, ahora de 39 años, pasó a la historia tras recibir el mayor número de votos para jefe de Estado en la historia del país.

Tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990, los sucesivos gobiernos de centroizquierda en Chile aplicaron políticas favorables al mercado, como privatizaciones, desregulación y libre comercio.

Las tasas de crecimiento económico, que antes de la crisis asiática de 1999 eran del 7,3% en promedio, combinadas con programas sociales más sólidos, aceleraron una rápida disminución de la pobreza, mientras que el mercado bursátil se disparó.

Pero en la década de 2010, esos avances se habían estancado y, en 2019, la frustración por la persistencia de la desigualdad estalló.

Las protestas comenzaron por un aumento de la tarifa del metro y rápidamente se convirtieron en un movimiento más amplio que exigía mejores servicios públicos, desde la educación hasta las pensiones. Había llegado el momento de Boric.

Junto con sus asesores más cercanos, Camila Vallejo y Giorgio Jackson, Boric formaba parte de un trío de legisladores de unos 35 años que, una década antes, habían liderado conjuntamente manifestaciones en todo el país para reclamar una mejor educación.

Al asumir la presidencia, Boric nombró a ambos para ocupar cargos de alto perfil en su gabinete: Jackson se convirtió en su principal enlace con el Congreso y Vallejo, en portavoz del Gobierno.

Presentaron planes ambiciosos para un gobierno que mejoraría la calidad de vida de la población y haría de Chile un país más igualitario, financiado por una reforma fiscal que gravaría más a los más ricos y facilitado por una nueva constitución radical.

“Necesitamos redistribuir la riqueza que producen los chilenos y chilenas”, afirmó Boric en su discurso inaugural en marzo de 2022, pronunciado ante una multitud de seguidores que lo alababan desde el balcón del palacio presidencial.

Seis meses después, los votantes rechazaron la nueva carta magna propuesta en un referéndum nacional, lo que llevó a Boric a reformar su gabinete e incorporar a operadores experimentados de partidos de centroizquierda que anteriormente había marginado.

Entre ellos se encontraba Carolina Tohá, quien pasó a encabezar la iniciativa de su administración para crear un Ministerio de Seguridad Pública, proteger las fronteras del país y equipar mejor a la policía.

Fue el comienzo de un esfuerzo por detener la hemorragia en medio de un triple golpe: la caída del apoyo, la creciente preocupación de los votantes por la seguridad pública y el rechazo de los legisladores a su emblemática reforma fiscal. Luego vinieron los incendios del año pasado, la tragedia más mortífera del país desde el terremoto de 2010, que supusieron un momento decisivo para un presidente en apuros que necesitaba una victoria. Pero fue en vano.

Según los cálculos de la propia administración presentados ante una comisión del Congreso el 4 de agosto, solo el 3% de las viviendas han sido reconstruidas y entregadas a las familias, mientras que otro 4% están terminadas pero a la espera de ser habitadas.

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Los problemas del presidente en el cargo ponen de relieve la dificultad de satisfacer las enormes expectativas de la población con instituciones tradicionales más acostumbradas a cambios graduales, al tiempo que ilustran los peligros de ir demasiado lejos con un programa de reformas “maximalistas”, según Jimena Zúñiga, analista geoeconómica de Bloomberg Economics con sede en Buenos Aires.

“Esto rara vez funciona, reduce la base de apoyo del Gobierno y tiende a generar reacciones adversas”, afirma Zúñiga, que anteriormente fue economista jefe de la Unidad de Estrategia del Fondo Monetario Internacional. “Entre no cambiar nada y hacer una reforma completa pueden ocurrir muchas cosas buenas”.

Esa advertencia es válida en Colombia, donde Gustavo Petro está tratando de imponer algunas de sus reformas estatales más ambiciosas por decreto, mientras acusa al Congreso de interponerse en su camino, todo ello en medio de una violencia creciente y del empeoramiento de las cuentas públicas.

En Brasil, mientras tanto, muchos ven la necesidad de una renovación política, pero no hay un sucesor claro para Luiz Inácio Lula da Silva, quien, incluso a sus 79 años, no ha mostrado ningún interés aparente en preparar a un heredero.

Su principal esperanza ahora es que el antagonismo de Donald Trump le dé un empujón que lo lleve a un cuarto mandato el año que viene.

En Chile, la realidad de Boric también resalta los peligros de reclutar a una generación política totalmente nueva y hacer caso omiso de la necesidad de contar con la sabiduría que viene con años de experiencia. Jackson abandonó el gabinete en 2023 durante un escándalo de corrupción que salpicó a su partido, y posteriormente se marchó a España para estudiar lejos de la atención pública. Vallejo, que en su día fue considerada una posible candidata a la presidencia, se acogió a una baja por maternidad en 2024 y no se presenta a las elecciones de este año.

“La experiencia política importa”, dijo Michael Shifter, investigador principal del Inter-American Dialogue en Washington. “Eso es lo que le faltaba a Boric y ha aprendido una dura lección”.

Los partidarios de Boric sostienen que su administración deja un fuerte legado.

Constanza Martinez, Chile

Para empezar, logró implementar algunas de sus propuestas sociales, incluida una ley que reduce la semana laboral. También aprobó otros proyectos de ley, como una reforma que aumenta las pensiones de millones de jubilados, aunque tuvo que hacer algunas concesiones importantes.

Para Constanza Martínez, presidenta de su partido Frente Amplio, el énfasis de Boric en buscar la unidad política para abordar las preocupaciones de los votantes fue clave para sus éxitos y quedará como un sello distintivo de su mandato. Su giro hacia la lucha contra la delincuencia demostró su capacidad para adaptarse a las necesidades de la población.

Boric impulsó la legislación a pesar de heredar un país que se recuperaba de un período marcado primero por protestas masivas, seguidas inmediatamente por la pandemia de Covid-19 y, finalmente, por la mayor inflación en tres décadas. Sin mencionar el hecho de que no contaba con mayoría en el Congreso.

“Los principios del gobierno se mantuvieron”, afirmó. En cuanto al legado que deja a otros líderes latinoamericanos, Boric establece un alto estándar en la defensa de la democracia, añadió. Incluso 18 meses después de la catástrofe, sigue siendo difícil de aceptar para los habitantes de El Olivar.

Jacqueline Cadiz, una costurera de 63 años, lleva viviendo en la sala de estar de su vecino desde que su casa, situada en la planta superior del mismo edificio, quedó calcinada por el incendio del año pasado. Frunce el ceño al recordar que, en los primeros días tras el incendio, el Gobierno le proporcionó lonas que eran demasiado pequeñas para proteger su residencia temporal del frío y la lluvia que llegaba desde el Pacífico. “Uno se siente muy abandonado aquí”, contó.

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