Bloomberg Línea — La economía colombiana llega a la antesala de las elecciones presidenciales de 2026 con señales de aceleración y un PIB que se proyecta crecerá 3%, tras un 2025 de recuperación parcial.
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La fortaleza del consumo privado, el dinamismo del mercado laboral y el flujo de remesas marcan el pulso del repunte, aunque la persistencia de la inflación y un déficit fiscal cercano a 7,1% del PIB advierten sobre un equilibrio frágil.
“El país enfrenta una transición transformadora: la economía seguirá rodando al ritmo de los hogares, pero deberá desacelerar el gasto para encontrar un paso más sostenible”, dice Laura Clavijo, directora de Investigaciones Económicas de Bancolombia.
Consumo sólido, inversión débil
El motor de crecimiento sigue siendo el gasto de los hogares, que, pese a tasas de interés aún altas, mantiene dinamismo gracias al buen desempeño del empleo y a los flujos récord de remesas, que sumaron USD 13.000 millones en los últimos 12 meses. El ingreso disponible crece por encima del consumo, lo que incluso abre espacio para un mayor ahorro.
En contraste, la inversión privada permanece rezagada en torno al 17% del PIB. Aunque sectores como construcción y manufactura muestran señales de reactivación, la incertidumbre política de cara a las elecciones mantiene cautela entre inversionistas locales y extranjeros.
Inflación aún por fuera de la meta
El proceso desinflacionario ha avanzado desde el pico de 13% en 2023 hasta un estimado de 5,1% este año. Sin embargo, la persistencia de la inflación en servicios y alimentos, sumada al efecto de la indexación salarial, hace prever que el país completará seis años seguidos con precios por encima de la meta del Banco de la República.
La autoridad monetaria mantendría su tasa de intervención en niveles restrictivos —8,25% al cierre de 2026—, en una postura cautelosa frente a los riesgos fiscales y externos.
Déficit fiscal, el gran desafío
El gasto público se ha convertido en el sostén de la actividad en los últimos años, pero a un costo elevado: déficits fiscales en el rango de 6,5% a 7,1% del PIB, niveles no vistos en décadas.
El Marco Fiscal de Mediano Plazo proyecta un déficit de 6,2% para 2026, pero Bancolombia advierte que podría ser peor.
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El faltante de financiamiento asciende a COP 45,4 billones (2,4% del PIB), según el Comité Autónomo de la Regla Fiscal. “El próximo año será clave para lograr avanzar en los retos de la consolidación fiscal. La estrategia que proponga la nueva administración deberá reconocer una austeridad en el gasto y buscar consensos en el Congreso para resolver inflexibilidades en salud, pensiones y transferencias territoriales”, advierte el reporte de Bancolombia.
Sector externo bajo presión
La recuperación del consumo interno traerá consigo un deterioro del balance comercial. Las importaciones crecerían más rápido que las exportaciones, que se verán limitadas por menores precios internacionales de petróleo y carbón, y por la caída en la producción local. El déficit en cuenta corriente alcanzaría 3,1% del PIB en 2026, ampliando la dependencia de financiamiento externo.
El oro y los productos de la canasta no tradicional, incluidos el turismo y servicios profesionales, serán los pocos rubros que compensen parcialmente la pérdida de dinamismo de los hidrocarburos.
Un mercado laboral resistente
El empleo ha sorprendido por su resiliencia. La tasa de desempleo promediaría 9,2% en 2025 y 9,4% en 2026, manteniéndose en un dígito por segundo año consecutivo. Sin embargo, la informalidad sigue siendo un reto estructural, con un 56% de la fuerza laboral fuera del sistema formal.
La reforma laboral en discusión podría elevar costos para las empresas en el corto plazo, lo que incrementaría el riesgo de más informalidad, aunque con la expectativa de mejores condiciones para los trabajadores formales a largo plazo.
Contexto internacional y materias primas
El entorno externo jugará un papel decisivo. El crecimiento mundial se moderará a 2,6% en 2026, el nivel más bajo desde 2001, con un EE.UU. que apenas repuntará a 1,9% y una China en desaceleración. Los precios del petróleo rondarían US$64 por barril, lo que afectará los ingresos externos de Colombia, mientras que el café experimentaría una corrección del 25% tras el repunte de 2025.
El oro seguirá siendo refugio en medio de la incertidumbre global y se espera que promedie US$3.100 por onza el próximo año.
Elecciones en el horizonte
El panorama económico se entrelaza con el político. Colombia, junto con Chile y Brasil, celebrará elecciones en 2026, lo que podría redefinir la dirección de la política económica en la región. Para los inversionistas, el desenlace electoral será clave para calibrar expectativas de reformas fiscales, estabilidad regulatoria y atracción de capital.
“Más allá de la resiliencia del consumo, el reto es recuperar la inversión y garantizar sostenibilidad fiscal. Esa será la prueba de transición que marcará si la economía logra consolidar la reactivación o enfrenta un desgaste prematuro”, concluye el informe de la entidad financiera.
Riesgos y oportunidades
Entre los principales riesgos figuran:
- Una inflación más persistente que limite la reducción de tasas.
- Dificultades de financiamiento externo ante un déficit fiscal elevado.
- Mayor presión en la cuenta corriente por importaciones crecientes.
- Escenarios políticos que frenen la confianza inversionista.
En el lado de las oportunidades, la diversificación exportadora, la expansión del sector de servicios, el repunte de la construcción y el turismo interno podrían dar un impulso adicional si se consolidan.
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