Bloomberg Línea — La industria petrolera en Colombia atraviesa una coyuntura crítica en 2025, marcada por la caída de la producción, la reducción en las inversiones y la presión de factores internacionales que limitan la competitividad.
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“Las tensiones geopolíticas, las decisiones de la OPEP+ y problemas operativos internos han configurado un panorama complejo para la industria nacional”, advirtió el centro de pensamiento ANIF en su más reciente informe económico.
Según datos de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), entre enero y julio la producción promedio fue de 746.826 barriles diarios, un 4,3% menos que en el mismo periodo del año anterior, con abril registrando el nivel más bajo desde 2021.
Choques externos y tensiones geopolíticas
El entorno internacional ha jugado un papel determinante en esta crisis. Los conflictos en Medio Oriente y la guerra en Ucrania, sumados a la política energética de Estados Unidos bajo la administración Trump, han generado volatilidad en los mercados globales.
La decisión de la OPEP+ de aumentar en 411.000 barriles diarios su producción desde mayo intensificó la presión sobre los precios, que se mantienen en un rango de US$60 a US$70 por barril.
Este nivel de precios afecta la viabilidad de nuevos proyectos en Colombia y limita la rentabilidad de las exportaciones, que ya registran una caída de 15,4% en valor durante 2025, con una disminución de 2,5% en volumen.
Producción golpeada por factores internos
La caída productiva no sólo responde a las condiciones internacionales. En abril, atentados contra el Oleoducto Bicentenario impactaron campos estratégicos como Caño Limón en Arauca, mientras bloqueos comunitarios en el Meta afectaron operaciones en Rubiales y Caño Sur Este.
Estos episodios explican en parte la contracción del subsector petrolero, que representa el 60% de la actividad de minas y canteras, con una disminución acumulada de 5,3% en 2025.
La actividad carbonífera tampoco escapa a la crisis, con una contracción de 10,7%. En conjunto, el valor agregado del sector de minas y canteras retrocedió 7,6% en lo corrido del año.
Inversión en retroceso y mayores riesgos
La dinámica de inversión confirma el deterioro estructural. La actividad de taladros, considerado un indicador clave, cayó 27,7% entre noviembre de 2022 y julio de 2025, con una reducción marcada en los equipos de perforación, que pasaron de 60 a 31.
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La Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP) proyecta que la inversión exploratoria en 2025 será de 740 millones de dólares, un 18% menos que en 2024 y el nivel más bajo de los últimos cuatro años.
A este retroceso se suman factores como la minería ilegal, los atentados terroristas y los bloqueos sociales, que aumentan la incertidumbre sobre el futuro del sector.
Implicaciones macroeconómicas
La crisis petrolera no se limita al sector energético: sus efectos alcanzan la estabilidad macroeconómica del país. En el primer trimestre de 2025, las regalías por hidrocarburos cayeron 5,3% frente al mismo periodo de 2024, afectando las finanzas públicas. Además, el deterioro de la balanza de pagos y la presión sobre el peso colombiano frente al dólar reflejan el impacto de un sector en contracción.
ANIF advierte que “mientras el país busca acelerar su transición energética, se queda sin recursos para financiarla”. En este sentido, la situación plantea un dilema de política económica: ¿cómo estabilizar un sector aún fundamental para las cuentas nacionales, sin frenar los objetivos de descarbonización y diversificación productiva?
Un desafío de política pública
La coyuntura del sector petrolero coloca al Gobierno en una encrucijada. La combinación de precios internacionales bajos, inseguridad interna y menor inversión en exploración configura un escenario en el que las decisiones de política pública resultan críticas.
Sin medidas para atraer capital y garantizar estabilidad operativa, el país podría ver comprometida no solo la producción futura de petróleo, sino también su capacidad fiscal para afrontar los retos de la transición energética.
En conclusión, ANIF cree que el deterioro del sector petrolero en 2025 evidencia la necesidad de un replanteamiento en la estrategia nacional: balancear la urgencia de avanzar hacia energías limpias con la importancia de preservar una fuente clave de ingresos fiscales y estabilidad macroeconómica.
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