“El algodón está acabándose como cultivo”: Colombia está logrando destruir su industria

El cultivo de algodón en Colombia ha sufrido una drástica reducción desde la apertura económica de principios de los 90.

Algodón
05 de mayo, 2025 | 04:00 AM

El algodón “está acabándose como cultivo en Colombia” a pesar de los esfuerzos gremiales y de los múltiples llamados a diferentes gobiernos durante décadas para intervenir en esta situación, con lo que el país pasaría a depender netamente de las importaciones, alertó a Bloomberg Línea la Confederación Colombiana del Algodón (Conalgodón).

El futuro del algodón es incierto en un escenario marcado por márgenes de rentabilidad reducidos para el cultivo, problemas de financiamiento y falta de disponibilidad de maquinaria, así como poco apoyo del Estado durante años.

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Además, ha sufrido una drástica reducción desde la apertura económica de los años 90, lo que ha generado una fuerte dependencia de la fibra importada y debilitado la cadena de valor nacional.

La apertura económica implementada por el expresidente César Gaviria (1990-1994) liberó la entrada de productos importados, lo que presionó a los productores locales del denominado “oro blanco” en un momento marcado por la depreciación del peso, precios internacionales poco favorables y costos de producción al alza.

Para 1993 la vocación del país pasó a ser la de importador neto de algodón, algo que no ocurría desde la década del 50.

“A partir del primero de enero del 2026 la situación del algodón va a ser absolutamente crítica y esperaremos que cambien las circunstancias para que pueda volver a posicionarse como un cultivo importante de ciclo corto”, dijo a Bloomberg Línea el presidente ejecutivo de Conalgodón, César Pardo. “Prácticamente en este momento solamente quedan tres fábricas de hilados. Hace unos 10 años teníamos unas 25 hilanderías”.

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Bloomberg Línea conoció de la propia agremiación que se ha solicitado la suspensión de los fondos relacionados con el sector, como el Fondo de Fomento Algodonero, que ya no tiene recursos porque estos provienen de aportes calculados sobre la producción, la cual ha caído drásticamente.

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Entre tanto, el Fondo de Estabilización de Precios ha tenido recursos apenas para dar algunos apoyos durante el 2024 y tendría margen para cubrir el 2025. “La situación del algodón es crítica, yo creo que durante unos 2 o 3 años vamos a mantener muy poca actividad”, dijo Pardo.

Asimismo, la comunicación con el Gobierno está fracturada y los algodoneros han desistido de este camino luego de varios años de decepciones acumuladas y falta de continuidad en las políticas para el sector.

Colombia fue un productor importante de algodón desde los años 60 del siglo XX hasta los años 90. Llegó a sembrar entre 400.000 a 500.000 hectáreas.

Sin embargo, para 2022, la superficie sembrada cayó a un mínimo histórico de casi 14.000 hectáreas, dijo a Bloomberg Línea Lorenzo Velásquez, director de transformación y conocimiento en el Instituto para la Exportación y la Moda (Inexmoda).

Fuera de la apertura económica, esta caída estaría relacionada con múltiples factores como la violencia en el campo, la baja competitividad y los costos de energía. Aunque uno de los efectos más graves ha sido el debilitamiento del eslabón de hilatura, clave en la transformación del algodón.

“Desde la apertura (económica), los procesos de hilatura empiezan a desaparecer en Colombia”, afectando empresas de toda la cadena, incluyendo referentes nacionales como Coltejer y Fabricato. Estos procesos consisten en términos simples en la conversión de las fibras de algodón en hilo.

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A estos factores se suma la masificación del uso de las fibras sintéticas a nivel nacional, básicamente materiales como poliéster, elastano (licra) y otros derivados del petróleo.

Además, Lorenzo Velásquez se refiere a las modificaciones genéticas y al aumento global de los competidores, que hacen complejo que Colombia vuelva a insertarse fácil a la cadena en el futuro.

Los aranceles no cubren toda la cadena textil

El algodón crece en un campo.

A pesar de que el Gobierno colombiano impuso en 2022 un arancel del 40% para la ropa importada, el presidente ejecutivo de Conalgodón señaló que no se consideraron los demás eslabones de la cadena en esta medida.

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A su juicio, el punto más importante de cara al futuro es que se regule la importación de telas e hilos por medio de un arancel para no desincentivar la producción nacional.

En 2022, la Confederación colombiana del Algodón (Conalgodón) puso en marcha una estrategia denominada Algodón 2025, con la que buscaba revivir los años dorados de esta industria en un país con una arraigada tradición en la fabricación de textiles.

El plan incluía desde impulsar las inversiones en la altillanura hasta promover la producción y el uso de semillas de alta tecnología, con miras a llegar a las 38.000 hectáreas cultivadas y las 40.000 toneladas de algodón.

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También se buscaba garantizar el suministro de maquinaria y equipamiento, así como apoyar los instrumentos de financiación de la producción.

“Después de que planteamos ese programa se presentó la crisis de las textileras”, que antes estaban consumiendo aproximadamente unas 80.000 toneladas de algodón y el año pasado llegaron apenas a 14.000 toneladas, lo que afectó algunos procesos de comercialización, dijo el presidente de Conalgodón.

Esto se vio agravado por el ingreso de materias primas de países asiáticos sin aranceles, con un costo aproximadamente 20% menor al del algodón producido en Colombia.

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Los desafíos del algodón

Un agricultor inspecciona algodón en un campo.

Otro de los puntos clave para la crisis del algodón tiene que ver con los precios, que en Colombia se rigen por el mercado internacional y una combinación de factores.

El precio de la tonelada en Colombia se calcula tomando la cotización de la libra de algodón en la Bolsa de Nueva York, la tasa de cambio y se aplica un factor de conversión.

Antes, ese precio solía estar entre COP$7,5 millones (unos US$1.761) y COP$8 millones por tonelada (US$1.879). Pero desde hace unos seis meses, ha bajado a entre COP$6 millones (US$1.409) y COP$6,5 millones (US$1.526).

“A pesar de que hay un aporte en el Fondo de Estabilización de precios, no alcanza a dar una rentabilidad suficiente a los agricultores”, aseguró el presidente de Conalgodón.

Pardo señala además que el Plan 2025 se diseñó cuando el precio del algodón internacional rondaba los 80 centavos de dólar por libra. Sin embargo, actualmente los precios en la Bolsa de Nueva York están por debajo de los 70 centavos por libra e incluso han caído en algún momento sobre los 63.

Cuando un producto como el algodón, que tradicionalmente ha tenido su comercialización asegurada, enfrenta una crisis de este tipo, el impacto sobre los agricultores es considerable.

Como consecuencia, muchos optan por no sembrar en la siguiente cosecha.

Si bien antes había una rotación de cultivos como maíz-algodón o arroz-algodón, ahora los productores prefieren sembrar sólo arroz o maíz.

Esto se debe a que el algodón ofrece menor rentabilidad y tarda más en generar liquidez, mientras que el maíz y el arroz permiten una recuperación más rápida de la inversión.

De lado de la producción, “estamos trabajando en el tema de las semillas, porque tenemos un solo proveedor”, señaló Pardo.

Además, se refiere a desafíos en maquinaria, ya que considera que las recolectoras no dan abasto para recoger el algodón de manera eficiente durante los meses de la cosecha.

Rescatar el algodón en Colombia

Un agricultor inspecciona plantas de algodón en un campo.

En todo caso, desde la agremiación señalaron que creen en el futuro del algodón porque “es el único cultivo de ciclo corto que es competitivo” desde el ámbito de la producción, según Pardo.

En Colombia, productividad alcanza los 1.000 kilos de algodón por hectárea, encima del promedio internacional, de acuerdo a Conalgodón.

Para salvar a la industria, Lorenzo Velásquez, el director de transformación y conocimiento en Inexmoda, dice que es importante recuperar los procesos con las hilanderías y de producción de hilos, así como fomentar los encadenamientos productivos.

Colombia tendría la posibilidad de sembrar algodón orgánico, de nicho, que ayude a las comunidades y puedan conectarlo con las cadenas de valor de economía circular.

“Sin lugar a dudas, necesitamos fortalecer la cadena de valor integrada: hacen falta ensambladores, integraciones verticales y nuevas empresas de hilatura. Si no se crean nuevos procesos de hilatura, no va a ser posible poder crear procesos importantes de desarrollo de algodón en Colombia”, dijo Velásquez.

Si el cultivo de algodón se extingue en Colombia, pasaría a formar parte de la lista de países donde poco a poco esto ha venido ocurriendo en la región, como en el caso de Honduras.

Allí, los altos costos para el control de plagas y los bajos precios de la materia prima llevaron a su abandono. Aunque en las décadas de 1950 y 1960 fue ampliamente promovido, especialmente por el gobierno más que por el sector privado, con el tiempo perdió relevancia frente al café y, para los años 90, ya prácticamente no quedaba nada.

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