Ciudad de México — El interés del magnate mexicano Carlos Slim Helú, una de las personas más ricas del mundo, en el negocio petrolero de México está alcanzando nuevas profundidades, a pesar de las múltiples salidas de gigantes energéticos del sector nacional, mientras su socio estatal Pemex está altamente endeudado y depende de la ayuda del Gobierno.
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Desde 2023, Grupo Carso, un conglomerado con intereses en infraestructura de la familia Slim, abrió la cartera para ampliar su portafolio de activos petroleros: se volvió accionista mayoritario en Talos México con participación en el polémico yacimiento marino Zama; compró dos campos a la familia mexicana Baillères y se asoció con Pemex para desarrollar Lakach, un megacampo de gas en el Golfo de México.
Grupo Carso invertirá más de US$2.500 millones en los tres proyectos.
“Estamos buscando ir más allá y tener una actividad en el sector más importante”, respondió el ingeniero civil previamente en una rueda de prensa a pregunta de Bloomberg Línea.
El empresario cuenta con una fortuna de US$103.000 millones, según el Bloomberg Billionaires Index.
Mientras tanto, compañías petroleras como BP, Chevron, CNOOC y Shell han abandonado el negocio petrolero en México ante la falta de descubrimientos comerciales, seguida por una política gubernamental que, desde 2018, favorece a Pemex por encima de la inversión privada, una visión continuada con la presidenta Claudia Sheinbaum a través de una profunda reforma a la Constitución mexicana, pero con espacio para alianzas.
La meta sexenal de Pemex definida por la mandataria mexicana es una producción de crudo y condensados de 1,8 millones de barriles diarios. Este nivel se estableció para reducir la contaminación en el país.
Seguridad de inversión
Aunque carece de amplia experiencia como operador petrolero, Grupo Carso tiene dinero para invertir en campos atractivos por sus reservas como Zama, el descubrimiento más importante en los últimos 10 años, comentó en entrevista Alma Porres Luna, doctora en geofísica aplicada por la Universidad de Burdeos y expresidenta del regulador petrolero Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) que absorbió la Secretaría de Energía (Sener) este año.
A diferencia de las compañías que salieron del negocio petrolero por falta de éxito y que vieron “ciertos” riesgos en el país ante las nuevas condiciones legales, un contrato con el Gobierno de México ofrece más certidumbre y reduce el riesgo a la inversión.
“Grupo Carso, que está invirtiendo en Zama, tiene cierta seguridad de que el proyecto se va a llevar a buen fin”, comentó.
La empresa de Slim no solo ha obtenido contratos de servicios con Pemex, también en otros proyecto del Gobierno mexicano como el Tren Maya.
Pero no ha quitado el dedo del sector petrolero. En 2024, la familia Slim intentó aumentar su participación en Talos Energy, copropietaria de Zama, pero la petrolera estadounidense que cotiza en bolsa alcanzó un acuerdo para frenar la compra de más acciones hasta diciembre de 2025.
La familia Slim, a través de Control Empresarial de Capitales, tiene una participación de 24,4% en Talos Energy. También tiene una participación de más de 30% en la subsidiaria Talos México.
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Tras una larga disputa con la estadounidense Talos (17,4% de participación accionaria en Zama), Pemex (50,4%) fue designado por el Gobierno de México como el operador de Zama, un activo que también tiene como socio a la firma inglesa Harbour Energy (32,2%) y que aportará el 10% de la producción nacional.
En una industria de alto riesgo como la petrolera, empresas como Grupo Carso buscan rendimientos elevados, coincide Jesús Carrillo, doctor en economía por el Colegio de México y ex directivo de estadística y evaluación económica e inversiones de la CNH.
“Al amparo de contratos con el Gobierno federal, me parece un negocio atractivo que para quienes tienen capital”.
El propio Slim Helú conoce de primera mano las dificultades de entrar a proyectos petroleros y ha reconocido que el proyecto Lakach, un yacimiento en aguas profundas descubierto desde 2006, es “complejo” y requiere infraestructura.
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Más negocio con Pemex
Grupo Carso, con activos de gasoductos, bloques petroleros en México y Colombia, además de un proyecto de energía hidroeléctrica en Panamá. reveló que está interesado en aprovechar los contratos mixtos, el nuevo esquema de asociación privada con Pemex que surgió con la nueva legislación, según Arturo Spínola, director de Finanzas y Administración.
“En efecto, el grupo está interesado en más negocio con Pemex (...) porque, entre otras cosas, hay más posibilidad de garantizar la fuente de pago que, sin duda, es un tema que nos preocupa y nos ocupa”, comentó durante una llamada con analistas por los resultados financieros del segundo trimestre de 2025.
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La petrolera dirigida por Víctor Rodríguez Padilla debe US$700 millones a Grupo Carso, concentrados en servicios de perforación de pozos con algunos adeudos de hasta dos años de antigüedad, reveló Spínola en la llamada.
La respuesta del directivo de Carso obedeció a un cuestionamiento sobre reportes de un presunto interés de Carso de invertir US$5.000 millones en el campo terrestre Ixachi, uno de los más importantes de Pemex.
“No podría decir si podríamos participar con US$100, US$1.000 o US$5.000 millones porque apenas es un proceso que se está abriendo, todavía hay cuestiones de esos contratos que no están definidas, y además hay temas que saldrán a concurso público”, agregó el directivo.
Porres Luna considera que la posible entrada de Carso al campo Ixachi tendría sentido para su portafolio porque podría ser una estrategia de inversión para crear un hub de infraestructura con el campo Lakach para construir un centro de procesamiento de gas en Veracruz.
Bloomberg Línea consultó a Grupo Carso y Pemex sobre el tema, pero no obtuvo respuesta.
La necesidad de dinero fresco de Pemex es significativa. La petrolera debe US$20.000 millones a proveedores y US$6.400 millones más en vencimientos de deuda financiera este año, mientras ha consumido 57% de presupuesto de inversión para 2025.
El Gobierno anunció que emitirá deuda, a través de títulos amortizables precapitalizados (P-Caps), por hasta US$10.000 millones para ayudar a que Pemex cubra sus vencimientos, mientras la producción de la empresa registra la caída más profunda en cuatro décadas y su negocio de refinación arrastra múltiples retrasos.
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Mientras termina la colocación, Pemex tiene pendiente la presentación del plan de transformación de la compañía, con detalles sobre los contratos mixtos, luego de la reforma constitucional y nuevas leyes secundarias para revertir la reforma energética del exmandatario Enrique Peña Nieto que acabó con el monopolio de Pemex y permitió la inversión privada en exploración y producción de hidrocarburos.