Ciudad de México — Donald Trump, presidente de Estados Unidos, dijo que no está contento con México por el tráfico de fentanilo desde China, durante su discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora, conocida como CPAC, realizada en Maryland.
El magnate inmobiliario recordó que impuso aranceles de 10% a los productos de China por envíos ilegales del potente analgésico derivado del opio a través de la frontera con México.
“No estoy feliz con México ni con Canadá tampoco”, declaró el mandatario frente a sus seguidores.
Durante el discurso, Trump también mencionó que ha impuesto aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio y amagó con responder con más impuestos comerciales a los países que respondan con aranceles a los productos estadounidenses.
“La palabra arancel (tariff) es mi palabra favorita en el diccionario”, aunde después matizó que es su cuarta palabra favorita, después de dios, familia y amor.
Trump ha utilizado los cobros arancelarios como su principal estrategia para frenar la migración y la oferta de fentanilo en Estados Unidos, pero sin definir un plan para acabar con la demanda interna.
La “guerra contra las drogas” del Gobierno estadounidense se remonta a la administración de Ronald Reagan en la década de los ochenta. Desde entonces, las autoridades de Estados Unidos han utilizado la narrativa del narcotráfico y la “seguridad nacional” para justificar militarizaciones, violaciones a derechos humanos y ejercer presión a países productores y de tránsito de drogas, según analistas.
Pero la crisis sanitaria del fentanilo comenzó en la década de los años 90 cuando empresas farmacéuticas como Pardue Pharma inundaron el mercado de analgésicos con medicamentos derivados del opio mediante estrategias de publicidad con médicos.
Décadas más tarde, la compañía Insys encontró un vacío legal para que doctores pudieran recetar fentanilo Subsys en forma de aerosol, situación que agravó aún más la crisis.
Insiste en tomar el Canal de Panamá
Trump aprovechó el discurso para insistir en la toma del Canal de Panamá, al que considera uno de los desarrollos más costosos de Estados Unidos, en el orden de US$1,5 billones en precios actuales en el que murieron 38.000 estadounidenses en su construcción por “mosquitos y serpientes”.
El mandatario argumentó que el Gobierno estadounidense se lo entregó a Panamá, pero no a China. Previamente ha dicho que se cobran altas tarifas a las embarcaciones y que está controlado actualmente por China
“Vamos a recuperar el Canal de Panamá”.