Bloomberg Línea — América Latina sigue atrapada en el dilema de una baja productividad, a pesar de que es una de las regiones en las que más horas se trabajan en el mundo. Y eso dificulta la generación de empleos de calidad y la contratación de trabajadores, especialmente en países de Centroamérica y el Caribe.
El Banco Mundial ha constatado un estancamiento prolongado de la productividad laboral en América Latina durante la última década, lo que podría tener repercusiones en múltiples frentes y deteriorar la calidad del empleo hacia el futuro.
“Este estancamiento representa un obstáculo crítico para la generación de empleos de calidad, ya que la baja productividad generalmente se traduce en una demanda laboral débil del sector privado”, dijo a Bloomberg Línea Carlos Rodríguez-Castelán, gerente de la Práctica Global de Pobreza y Equidad para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
Rodríguez-Castelán explica que impulsar el crecimiento de la productividad requiere políticas que promuevan la estabilidad macroeconómica y un entorno regulatorio predecible a través del fortalecimiento de la gestión de los gobiernos, mayor transparencia y un ambiente amigable a las inversiones del sector privado.
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Latinoamérica sigue produciendo poco, pese a las jornadas extenuantes, porque la mayoría de las empresas aún se administran con métodos anticuados y una mínima digitalización, lo que limita la eficiencia de cada hora trabajada, en opinión de Miguel A. Martínez-Carrasco y María Ximena Hincapié, analistas y profesores en Colombia de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
A esto se suma la supervivencia de negocios poco productivos, incluyendo empresas en un gran sector informal. En visión de los analistas, las regulaciones engorrosas y mercados poco competitivos les permiten seguir operando y retener capital y talento que rendirían más en firmas mejor gestionadas.
“Más aún, el sector informal se vuelve un embudo que atrae talento potencial, que no logra desarrollar su máxima capacidad, ya sea por falta de oportunidades, recursos o la perspectiva de una mejor vida a corto plazo entrando pronto al mercado laboral”, escribieron los académicos en un análisis compartido con Bloomberg Línea.
Brechas de productividad
La región presenta amplias brechas en materia de productividad entre los países. Por ejemplo, aunque los hondureños trabajan en promedio a la semana unas 43,7 horas (2023), la productividad es de apenas US$6,83 por hora trabajada.
En el caso de los panameños se trabaja solo 36 horas (2024), pero la productividad es de US$45,81, según cifras compiladas por Bloomberg Línea de fuentes como la OIT y la Cepal con los últimos datos disponibles.
De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), mientras en 1950 se necesitaban en la región 2,5 horas para producir lo mismo que en los Estados Unidos se producía en 1 hora, en 2023 se necesitaban casi 4 horas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que al 2024 la media de horas laboradas a la semana por trabajador en EE.UU. fue de 37,6.
Según los analistas, hay dos grandes determinantes de la productividad de un país. Uno es las capacidades productivas con las que cuenta, lo que incluye la eficacia de los procesos productivos que se usan, la capacidad para innovar en lo que se produce y el talento humano.
El talento humano es “tal vez el más importante porque de él también dependen la capacidad para innovar y la capacidad para mejorar procesos productivos”, dijo a Bloomberg Línea Marcela Eslava, profesora de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, en Colombia.
Explica que el otro gran determinante es hasta dónde el ambiente de negocios favorece (o no) que esas capacidades se usen al máximo y crea (o no) incentivos para que se invierta en mejorarlas al futuro.
“Comparado con los países de alta productividad, América Latina tiene deficiencias en ambas dimensiones (...). Las diferencias entre países suelen reflejar esos factores profundos”, dice Eslava. “Hay mayor productividad en aquellos países dentro de la región que forman el grueso de su capital humano de forma más efectiva, que invierten más en innovación y fomentan el desarrollo o adopción de mejores tecnologías”.
También son más productivos aquellos donde las reglas son más coherentes con las capacidades productivas existentes e invitan más a invertir para mejorar esas capacidades.
La relación entre productividad laboral y aumento de los ingresos

Un aumento de la productividad laboral tiene el potencial de generar un aumento de los ingresos laborales reales en toda la región, según el Banco Mundial.
El organismo multilateral destaca que en Colombia, por ejemplo, un aumento de 1% en la productividad puede dar lugar a un aumento de casi medio punto en los salarios.
“Las reformas que promueven el crecimiento y aumentan la productividad laboral son el principal canal a largo plazo para revitalizar los ingresos laborales reales”, dijo el Banco Mundial en un informe.
Según el organismo, en la región hay un potencial significativo para mejorar la productividad laboral. De hecho, según las estimaciones anteriores a la pandemia, la productividad laboral se ubicaba entre el 20% y el 60% de los niveles de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “con una variación considerable entre sectores”, explica el Banco Mundial.
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Los analistas sugieren que, para transformar horas en valor agregado, la región necesita eliminar trabas de entrada y salida de negocios, tal y como los proponen los profesores Martínez-Carrasco e Hincapié.
Además, sugieren dar incentivos para la formalización y apostar por infraestructura 4.0, combinar corredores logísticos de alta capacidad con banda ancha, de modo que las pymes se conecten sin fricciones a los mercados nacionales e internacionales.
Un tercer eje, en su opinión, es financiar, mediante concursos competitivos, la adopción de tecnología —hardware, software y capacitación— con desembolsos condicionados a metas concretas de productividad.
Finalmente, recomiendan potenciar a las universidades tanto públicas como privadas que necesitan replantearse sus modelos educativos, repensándolos desde una perspectiva de alianza con las empresas que busquen cerrar la brecha entre los perfiles que produce la educación y los que demanda la industria.
Problema a gran escala
La productividad es un reto estructural a gran escala en los países de Latinoamérica en distintos niveles.
Según un informe del 2024 del Banco Mundial, titulado ‘La evolución geográfica de la productividad y el empleo’, en América Latina y el Caribe la mayor parte de las personas viven en las ciudades, pero éstas no son áreas particularmente productivas.
El fenómeno de la baja productividad en las ciudades de la región está asociado a un proceso de desindustrialización marcado, que tiene que ver con que las urbes se han alejado de la producción de bienes y servicios comercializables y se han enfocado más bien hacia los servicios no comercializables.
Esto se evidencia en que, de las 15 urbes más importantes de la región, ninguna está dedicada a la producción y sólo Brasil, México y Centroamérica tienen ese tipo de ciudades, pero son relativamente pequeñas.
Otro de los obstáculos estructurales que enfrenta América Latina para mejorar su productividad y competitividad es la falta de infraestructura, dice Alejandro Arroyo Welbers, director de Programas en Comercio Internacional y Economías Regionales de la Universidad Austral, en Argentina.
Sin una infraestructura moderna ni una mayor apertura al mundo, la región seguirá enfrentando barreras estructurales que limitan su competitividad y capacidad de crecimiento sostenible.
Deficiencias en puertos, vías férreas, carreteras, logística y redes energéticas limitan tanto la capacidad productiva como la conexión de la región con los mercados globales.
Es decir, “no es un tema de trabajarse 14 horas por día, sino más bien de contar con la infraestructura y las tecnologías necesarias que hagan que vos ganes productividad en tu planta de manufactura, en tu distribución, abastecimiento y en la conexión con el mundo”, dijo Welbers.
En países como Argentina, el analista Welbers dice que este panorama se agrava por su baja apertura comercial y conexión con el mundo.
Además, la escasa integración industrial frena el desarrollo de sectores estratégicos y la generación de empleo.
En comparación, países como Brasil muestran una apuesta más decidida por la inversión en infraestructura, aunque también enfrentan desafíos para absorber la creciente demanda.
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