Bloomberg — El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó al jefe de la diplomacia de Donald Trump de tratar de empujar al mandatario estadounidense a una masacre con el despliegue de fuerzas estadounidenses cerca de la nación sudamericana.
Maduro, hablando con periodistas en Caracas este lunes por primera vez en más de un año, criticó la decisión de la Casa Blanca de enviar 4.000 soldados y buques de guerra al Caribe en lo que Washington llama una misión antinarcóticos. Señalando al secretario de Estado Marco Rubio, dijo que la medida corre el riesgo de escalar a una confrontación directa.
“Marco Rubio quiere mancharse las manos de sangre, de sangre sudamericana, caribeña y venezolana”, dijo Maduro, dirigiendo su respuesta a Trump. “Aunque nos pongan 10.000 misiles en la cabeza, los venezolanos seremos respetados”.
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La operación incluye al Grupo Anfibio Preparado Iwo Jima y a la 22ª Unidad Expedicionaria de Marines, que pueden atacar objetivos terrestres, una postura más agresiva que los cúteres de la Guardia Costera encargados habitualmente de interceptar los cargamentos de droga. Funcionarios estadounidenses dicen que su objetivo es el Cartel de los Soles, una red que, según afirman, está dirigida por oficiales venezolanos con el apoyo de Maduro.
Trump ha calificado a Maduro de “terrorista” y en agosto ofreció una recompensa de US$50 millones por su captura. Durante su primer mandato, el presidente estadounidense impuso amplias sanciones, reconoció al líder opositor Juan Guaidó como líder interino de Venezuela y presionó para la destitución de Maduro.
Maduro respondió a la nueva amenaza estadounidense con sus propios despliegues, enviando tropas y buques a las fronteras de Venezuela y a centros petroleros clave. Aún así, dio señales de estar dispuesto a hablar, diciendo que esperaba restablecer los canales de comunicación “rotos” con funcionarios estadounidenses, incluidos los encargados de negocios John McNamara y Richard Grenell, que visitó Caracas en enero como enviado especial de Trump.
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El gobierno de Venezuela también ha liberado a presos políticos y ha seguido cooperando en las deportaciones desde EE.UU.. Maduro se comprometió a mantener los vuelos de migrantes a Caracas, incluido el regreso de 70 niños separados de sus padres.
La escalada estadounidense, la mayor en América Latina desde la invasión de Panamá en 1989, ha dividido a la región. Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Gustavo Petro, de Colombia, la criticaron por desestabilizadora, mientras que Guyana y Trinidad y Tobago la respaldaron, alegando preocupaciones por el narcotráfico. China, Rusia e Irán condenaron la medida por considerarla una injerencia.
Los analistas dicen que la escala relativamente pequeña del despliegue estadounidense sugiere que Trump no está preparando una invasión. En su lugar, la demostración de fuerza puede estar destinada a interrumpir las rutas de contrabando, disuadir a Maduro de arrestar a figuras de la oposición y presionar a los militares de Venezuela para que reconsideren su lealtad.
Maduro calificó la medida estadounidense de “amenaza extravagante, injustificable e inmoral”, que describió como un intento de cambio de régimen por parte de Rubio. “Si Venezuela fuera agredida, entraría inmediatamente en un período de lucha armada en defensa del territorio nacional”, dijo. “Declararíamos constitucionalmente a la república en armas”.
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