Bloomberg Línea — El pasado 7 de agosto, Estados Unidos elevó a US$50 millones una recompensa por Nicolás Maduro, a quien señala de liderar el Cártel de los Soles. En su anuncio, el gobierno estadounidense calificó al mandatario como el “capo de un narcoestado”.
Tras ello, el presidente Donald Trump ordenó un despliegue militar en el mar Caribe argumentando que Venezuela envía “grandes cantidades” de droga al territorio norteamericano.
Pero, en la práctica, el grupo al que Estados Unidos designó como un “terrorista global”, y que supuestamente dirige Maduro, no sería propiamente un cártel, según expertos en crimen organizado consultados por Bloomberg Línea.
“Si por cártel entendemos algo parecido a lo que tenía en su momento Pablo Escobar, no, no existe”, dice Phil Gunson, analista sénior de Crisis Group radicado en Caracas. “Seguramente, hay casos en los que militares, incluso generales, se convierten en dueños de un cargamento de droga, pero de ahí a suponer que hay un cártel, mínimo se puede decir que está por esclarecerse, pero no se ha comprobado”.
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Del Cártel de los Soles se ha estado hablando desde la década del 90, tras la relación de altos mandos de las fuerzas armadas de Venezuela con el narcotráfico. “Los soles hacen alusión a las insignias que usan los generales en sus uniformes”, dice Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA.
Vigil dice que algunos miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela y altos funcionarios del Gobierno se vincularon con las FARC colombianas en el tráfico de drogas, permitiéndoles operar en el territorio nacional: “Después, también lo permitieron al ELN y, en los últimos años, al Cártel de Sinaloa”.
“El Cártel de los Soles no es una infraestructura criminal, sino un grupo de militares y políticos vinculados al narcotráfico que la mayor parte del tiempo trabajan independientemente y a veces conjuntamente, pero sin estructura”.
Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA.
Entre los altos funcionarios venezolanos relacionados con el tráfico de estupefacientes y el Cártel de los Soles sobresale quien fuera jefe de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) de 2004 a 2011, Hugo El pollo Carvajal, que se declaró culpable de narcoterrorismo y narcotráfico el pasado 25 de junio en Estados Unidos.
“Carvajal ocupó múltiples cargos de confianza pública en Venezuela, los cuales explotó para beneficiar al Cártel de Los Soles, incluyendo la dirección de la DIM”, denuncia el Departamento de Justicia de Estados Unidos. “Aprovechó dicho cargo para traficar narcóticos ilegalmente y apoyar a sus socios narcotraficantes, incluyendo a las FARC”.
Víctor Manuel Sánchez, experto en crimen organizado e investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila en México, plantea que, si bien el Cártel de los Soles puede ser catalogado como una organización criminal desde cierta óptica, el término para referirse a este grupo sin estructura jerárquica debería ser otro.
“Si nos vamos muy al ADN de lo que es, estaría más cerca de ser una red de corrupción gubernamental que facilita operaciones criminales”, dice Sánchez. “Cuando se hablaba del Cártel de los Soles en sus orígenes, se hablaba de una serie de oficiales corruptos del Ejército y las fuerzas de seguridad de Venezuela que se hacían los de la ‘vista gorda’ en puertos y dejaban operar a organizaciones narcotraficantes”.
El centro de pensamiento especializado en el estudio de la delincuencia en Latinoamérica InSight Crime especifica que, si bien los funcionarios estatales de Venezuela no participan en los envíos de la droga, sí “protegen a los traficantes” y aseguran el “paso de los cargamentos por determinados territorios”.
“Más que una organización jerárquica con Maduro al mando de las operaciones de tráfico de drogas, el Cártel de los Soles se asemeja más a una red de corrupción”.
InSight Crime
Gunson, Vigil y Sánchez coinciden en que el papel del llamado Cártel de los Soles ha sido facilitar el tránsito en Venezuela de la droga proveniente de Colombia para su posterior envío a Europa y Estados Unidos.
Venezuela, ¿un narcoestado?
Nicolás Maduro también fue acusado de cuatro delitos relacionados con narcoterrorismo y posesión de armas en marzo de 2020 en el Distrito Sur de Nueva York, durante el primer mandato del presidente Trump, en el que se ofreció una recompensa de US$15 millones por él. Sin embargo, hasta el momento no ha sido condenado por ningún tribunal.
El pasado 10 de enero, cuando Maduro se posesionó como presidente de Venezuela tras un presunto fraude electoral, la administración Biden elevó la recompensa a US$25 millones, y el 7 de agosto, Trump la incrementó todavía más, a US$50 millones.
Maduro “es uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo y una amenaza a la seguridad nacional”, dijo la fiscal de Estados Unidos, Pam Bondi, cuando se anunció la nueva recompensa por él.
Por su parte, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, sostuvo el 3 de septiembre que Maduro, “el capo de un narcoestado”, debería estar preocupado por el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, que incluye 4.500 uniformados y un submarino de propulsión nuclear.
El ministro del Interior y de Justicia de Venezuela, Diosdado Cabello, y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, supuestamente también hacen parte del Cártel de los Soles que lidera Maduro, según Estados Unidos. De hecho, por ellos ofrece una recompensa de US$25 y US$15 millones, respectivamente.
Cabello se defendió de las acusaciones asegurando en una rueda de prensa transmitida por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV) que el Cártel de los Soles “es un invento”.
“Cada vez que alguien les molesta ellos lo ponen como jefe del Cartel de los Soles”.
Diosdado Cabello
Padrino López hizo lo propio en un video publicado en su cuenta en Instagram. el pasado 16 de agosto.
“El problema es una narrativa que se quiere imponer para agredir a Venezuela, o sea, construyendo mentiras que se van haciendo así una verdad”, sostuvo el ministro de Defensa venezolano.
El colombiano César Niño, doctor en Derecho Internacional y experto en seguridad nacional, sostiene que “la Casa Blanca interpreta que el narcotráfico sostiene regímenes autoritarios en América Latina”, como el de Maduro en Venezuela.
Al preguntarle a Niño si Venezuela puede considerarse un “narcoestado”, responde que sí y explica el porqué.
“A diferencia de lo que ocurre en México, Perú, Ecuador o Colombia, donde las organizaciones narcotraficantes compiten con las autoridades, en Venezuela el narcotráfico se está monopolizando desde los estamentos estatales”, dice Niño. “Es un Estado narcotizado y un Estado narcótico, que de alguna u otra forma es sostenido por el narcotráfico”.
Distinta es la opinión de Gunson. A su juicio, es posible afirmar que individuos de alto nivel, “no solo del lado militar, sino del lado civil del Gobierno de Maduro”, se benefician del tráfico de drogas y de minerales como el oro, pero otra muy distinta es decir que el “Estado de Venezuela dependa del narcotráfico para su funcionamiento”.
Lo que Estados Unidos busca es posicionar el término “narcoestado”, equiparando al narcotráfico con terrorismo, con “etiquetas” como el Tren de Aragua y el Cártel de los Soles, es “aplicar las leyes de la guerra” contra Maduro, agrega Gunson.

El pasado 2 de septiembre, por ejemplo, Trump afirmó haber brindado un “ataque letal” a una supuesta embarcación del Tren de Aragua en el Caribe y dado baja a 11 tripulantes, asegurando que “transportaba mucha droga” y que desde Venezuela están saliendo “grandes cantidades” de cocaína hacia Estados Unidos.
Una semana después del operativo, The New York Times reveló que el barco presuntamente había alterado su rumbo y dado la vuelta antes de que comenzara el ataque estadounidense, pues sus tripulantes se asustaron con el sobrevuelo de un avión.
“Trump dice que ese despliegue de militares y buques navales al Caribe es para combatir drogas, pero la ruta que más se usa para transportar drogas es el Pacífico”, dice Vigil. “Entonces es pura mentira”.
La droga que arriba a los Estados Unidos suele ser enviada desde Colombia y Ecuador, especialmente a países de tránsito en el Pacífico, como Honduras y Costa Rica, para que finalmente pase por México, como explicaron algunos expertos a Bloomberg Línea, a propósito de la mutación del narcotráfico en la región.
Sánchez dice que la mayoría de la droga embarcada en Venezuela rumbo al Caribe tiene como destino Europa y, “en menor medida, Estados Unidos”.
“Venezuela es un país con cierto peso en el narcotráfico de Latinoamérica, pero mucho menos peso que México y Colombia, por supuesto. Incluso menos peso que Perú y Ecuador”, dice Sánchez.
¿EE.UU. busca erosionar al régimen?
El despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe lleva aproximadamente un mes siendo tema de discusión en la opinión pública latinoamericana y los expertos coinciden en que se trata de una estrategia para “erosionar al régimen”, pero sin contemplar un ataque directo contra Maduro.
“Creo que lo que se está buscando es ejercer presión interna y que haya una ruptura interna del régimen”, dice Niño. “Los regímenes autoritarios, las autocracias como la de Maduro, se erosionan desde adentro, no tanto desde afuera”.

Para Gunson la presión de Estados Unidos en el Caribe podría estar generando un efecto ahora mismo: la aparente pretensión del ELN de controlar la frontera entre Colombia y Venezuela de manera completa, de norte a sur.
“No hay que olvidar que el ELN tiene muy buenas relaciones, por decirlo menos, con el Gobierno de Caracas. Entonces, ¿qué es lo que pretenden? ¿Es simplemente una iniciativa del ELN o por parte del Gobierno de Maduro hay una intención de protegerse contra cualquier potencial ataque que provenga de oeste?”, dice el analista.
Históricamente, la inteligencia venezolana ha considerado un “flanco débil” la frontera con Colombia, según Gunson, y la proximidad del final del Gobierno Gustavo Petro, así como la posibilidad de que la derecha regrese al poder en las próximas elecciones, “implicaría una amenaza para Maduro y el chavismo”.

El 7 de septiembre, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, anunció el despliegue de 25.000 miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la “Zona Binacional de Paz con Colombia y la fachada caribeña”.
Para Vigil, el despliegue en el Caribe y la administración Trump es “puro teatro político” para presionar no solo a Venezuela, sino al resto de Latinoamérica.
“Él no va a invadir a Venezuela porque desataría una guerra prolongada y la mayor parte de la ciudadanía estadounidense no quiere una guerra prolongada como la que hubo en Vietnam”, dice Vigil.
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