Bloomberg Línea — La compra mayoritaria del Atlético de Madrid por parte de Apollo Global Management (APO) ha vuelto a poner en primer plano una tendencia que se acelera sin freno: la transformación del fútbol en un activo estratégico para los grandes fondos de capital privado.
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Esta operación, valorada en aproximadamente 2.200 millones de euros (US$2.340 millones), según fuentes citadas por Bloomberg, representa el primer gran movimiento del nuevo fondo deportivo de US$5.000 millones de Apollo, y confirma el creciente apetito de los gestores de activos por una industria que combina visibilidad global, ingresos crecientes y oportunidades de reestructuración.
Con esta adquisición, el Atlético se suma a una larga lista de clubes europeos controlados total o parcialmente por actores financieros como Clearlake Capital (Chelsea FC), Oaktree Capital Management (Inter de Milán) o RedBird Capital Partners (AC Milan).
Ali Jouay, analista de Cash on the Pitch, consideró en diálogo con Bloomberg Línea que “los fondos privados pueden ayudar a que los clubes históricos se modernicen y sobrevivan en un mercado que se ha vuelto brutalmente competitivo”.

Crecimiento acelerado
Según datos de Pitchbook, desde el inicio de 2023, se han registrado cambios de propiedad en 19 clubes de las principales ligas europeas, de los cuales 13 han involucrado fondos de capital privado o de riesgo, lo que refleja el interés sostenido de los patrocinadores financieros en el fútbol europeo.
Sólo en 2024, se concretaron 10 operaciones de este tipo, y en lo que va de 2025 casi que se ha igualado esa cifra.
Ese apetito inversor ha impulsado las valoraciones a niveles récord. La inversión minoritaria en el Manchester United (MANU) en 2024 estableció un nuevo máximo histórico, valorando al club en 5.800 millones de euros (US$6.150 millones), la cifra más alta jamás registrada en el deporte.
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Según los datos de Pitchbook, el 36,5% de los clubes de las cinco grandes ligas europeas (Premier League, La Liga, Serie A, Bundesliga y Ligue 1) cuentan con participación de capital privado, una ligera alza respecto al 35,7% de dos temporadas atrás. En Inglaterra, la mayoría de los equipos de la Premier League tienen hoy inversión de este tipo, con 11 clubes implicados frente a los 9 de hace dos años.
Estados Unidos lidera esta transformación. Pitchbook recopiló que 39,6% de los clubes en las grandes ligas tiene participación de capital estadounidense. De los 37 clubes con presencia de inversores estadounidenses, 24 también están respaldados por fondos de capital privado, lo que confirma la correlación entre el capital norteamericano y el modelo de financiación vía private equity.
“Estos fondos buscan algunas cosas clave. Primero, controlar un club con valor de marca y base de aficionados leales. Segundo, desbloquear fuentes de ingreso más allá del día del partido. Tercero, intervenir donde la estructura actual sea ineficiente. Y cuarto, construir redes de múltiples clubes para repartir riesgos y generar sinergias”, afirma Jouay.

Este modelo, conocido como multi-club ownership (MCO), ha ganado tracción como una estrategia de “buy-and-build” aplicada al fútbol. En la actualidad, el 47,9% de los clubes de las grandes ligas forman parte de este tipo de estructuras, frente al 41,7% hace dos temporadas.
Solo la Bundesliga mantiene una barrera significativa a este modelo, debido a su estructura de control por parte de los socios. En contraste, la Premier League destaca con 17 de sus 20 clubes integrados en esquemas MCO, según Pitchbook.
Sin embargo, esta estructura también enfrenta límites regulatorios. La exclusión del Crystal Palace de la Europa League, luego de que la UEFA confirmara que compartía control con el Olympique de Lyon, evidenció el nuevo enfoque normativo. “El club perdió el acceso a los ingresos, a la competencia internacional y a la visibilidad de marca, por una estructura accionarial que escapaba al control de sus jugadores, directivos y aficionados”, advierte el reporte de PitchBook.
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Capital profesional vs. identidad cultural
La entrada de capital institucional ha permitido profesionalizar la gestión de clubes, introducir modelos de negocio sostenibles y elevar los estándares de competitividad. “Pueden convertir un club familiar en una empresa profesional que sabe aprovechar derechos de medios, patrocinios y bases de fans globales”, señala Jouay.
La evolución del Paris Saint-Germain bajo Qatar Sports Investment es uno de los ejemplos más citados de transformación deportiva y financiera exitosa. “Desde 2011, el PSG pasó de ser un equipo inconsistente a campeón europeo”, indican desde Senn Ferrero Asociados a Bloomberg Línea.
Sin embargo, no todos los casos han sido exitosos. El colapso de 777 Partners, que dejó a siete clubes sin un propietario estable y en una situación legal incierta, ha servido como recordatorio del riesgo sistémico que conlleva una expansión financiera sin controles.
“En fútbol como en finanzas, el crecimiento rápido sin gobernanza sólida ni modelos de financiamiento transparentes es un juego peligroso”, advierte PitchBook.

Además del riesgo financiero, hay un impacto difícil de medir, pero central para los aficionados: la erosión de la identidad del club. “Cuando un fondo prioriza la rentabilidad a corto plazo, puede socavar fácilmente la estabilidad deportiva (...) vender jugadores clave, recortar presupuestos de academias o perseguir acuerdos de marca que alejan a los aficionados”, advierte Jouay. Desde el punto de vista cultural, “para muchos aficionados, un club es una institución cultural, no solo un activo comercial”.
Modelo de socios
A diferencia de muchos clubes europeos que han abierto su capital a fondos de inversión o grupos empresariales, equipos como FC Barcelona y Real Madrid mantienen una estructura jurídica basada en el modelo de clubes propiedad de sus socios. Esta forma organizativa impide la entrada directa de capital privado mediante participaciones accionariales, y limita las herramientas disponibles para financiar operaciones o proyectos de gran escala.
Tal como señala Jouay, “los clubes como Barcelona y Real Madrid son propiedad de sus miembros (‘socios’), lo que significa que ningún inversor externo puede simplemente comprar una participación y convertirse en accionista en el sentido clásico, ya que los clubes no emiten acciones de una forma que los fondos privados puedan adquirir”.
Este modelo obliga a estos clubes a depender de fuentes alternativas de financiación cuando enfrentan necesidades urgentes de liquidez o inversiones estructurales.

Real Madrid, por ejemplo, optó por un modelo para obtener el dinero para remodelar su estadio. Jouay recuerda que “financiaron parte de la renovación del Bernabéu vendiendo los derechos de eventos no futbolísticos del estadio a Sixth Street y Legends por unos 360 millones de euros (US$380 millones), lo que les permitió aprovechar el potencial comercial de conciertos y hospitalidad sin ceder el control deportivo”.
Desde Senn Ferrero subrayan que la imposibilidad de inyectar capital privado en clubes como Barcelona o Real Madrid se debe a su estructura jurídica como asociaciones deportivas.
“La principal razón por la cual las estructuras propiedad de los socios impiden atraer cualquier forma de inversión en capital (público o privado) se debe a su estructura corporativa como clubes o asociaciones deportivas, que, en principio, no tienen fines predominantemente económicos y cuyos beneficiarios finales son sus miembros“, sostuvieron.
Senn Ferrero añade que esta lógica no ha impedido el éxito deportivo ni la expansión global de estos clubes, que han basado su crecimiento en estrategias distintas: “Clubes como Real Madrid, Barcelona y Bayern Múnich en fútbol o los Green Bay Packers en fútbol americano continúan prosperando desde una perspectiva deportiva y empresarial, apoyándose en sus canteras, éxitos históricos y actuales, reconocimiento de marca y autenticidad, así como en sus estrategias de internacionalización”.
Latinoamérica en la mira
El modelo de inversión privada también comienza a replicarse en América Latina. En Brasil, la ley de “Sociedades Anónimas de Fútbol” ha facilitado la entrada de capital institucional en clubes como el Bahia, adquirido por City Football Group. Para los inversores, la región ofrece talento abundante, clubes con tradición y precios relativamente accesibles.
“Latinoamérica es una gran oportunidad porque la mayoría de los países ofrecen una base de aficionados amplia y leal, y una competitividad única, combinada con menores barreras de entrada”, explican desde Senn Ferrero.
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Sin embargo, el contexto presenta desafíos relevantes. “Los entornos regulatorios, culturales y de infraestructura en América Latina son menos estandarizados que en Europa, y los riesgos son mayores”, apunta Jouay. Muchos clubes enfrentan deudas históricas, infraestructura deficiente, gobernanza débil y fuentes de ingresos volátiles.
La informalidad del mercado, la fuerte presión de las hinchadas locales y las particularidades legales exigen que cada estrategia de inversión sea cuidadosamente adaptada.
En este escenario, los expertos coinciden en que el éxito dependerá de una alineación genuina entre lógica financiera y realidad deportiva. “Si el fondo está enfocado en un retorno de inversión a corto plazo, puede haber una disminución en el rendimiento del club. Pero si otro fondo prefiere un retorno a mediano o largo plazo, primero debe mejorar la competitividad”, señalan desde Senn Ferrero.
Para ellos, la clave está en recordar que “el cliente principal de un club es el aficionado; sin ellos no hay audiencia, no hay comunidad y, en última instancia, no hay negocio”.









