¿Hay o no una burbuja en inteligencia artificial? Argumentos a favor y en contra

Bloomberg Línea dialogó con expertos de distintas partes de Latinoamérica y el mundo para conocer sus veredictos.

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En una imagen referencial, un usuario depura códigos con inteligencia artificial.
04 de diciembre, 2025 | 03:00 AM

Bloomberg Línea — Las acciones de las empresas conocidas como las Siete Magníficas han subido 300% en los últimos años y el mercado estadounidense vive un momento fuertemente alcista, marcado por la concentración en un sector, es decir, el vinculado a la inteligencia artificial (IA).

En este contexto, muchos inversores temen que estemos viviendo una burbuja bursátil que, en caso de estallar, derrumbaría los activos financieros, como sucedió con el estallido de las “.com” a principios de los 2000.

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Ante ese escenario, Bloomberg Línea consultó a una serie de analistas si creen que existe un riesgo de burbuja y, un poco más allá, qué argumentos hay a favor y cuáles en contra de una supuesta burbuja.

Difíciles de identificar

“El premio Nobel de Economía Eugene Fama decía que las burbujas son fáciles de identificar después de los hechos, pero muy difíciles de identificar durante los eventos“, sostuvo el argentino Alejo Costa, economista jefe del bróker Max Capital.

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Costa, quien fue alumno de Fama en la universidad, continuó: “Es extremadamente difícil darse cuenta hoy de si estamos en una burbuja”.

En esa línea, Costa aportó un ejemplo histórico: la empresa RCA en 1929. “Valía más de US$500 previo a la crisis, llegó a valer apenas arriba de US$20, tuvo un desplome brutal”. Sin embargo, señaló que cuando uno observa las razones detrás de esa valuación, “tenía las principales patentes de la radio, que era el fenómeno de la época, y las principales patentes de la TV, que básicamente pasó a dominar el mercado en los siguientes 50, 60 años”. Por eso, aun cuando el precio colapsó, “tenía sentido lo que la gente incorporaba en términos de expectativas”.

Fundamentos sólidos, pero un mercado exigente y con fragilidades

Para Pablo Leno, gerente general de Renta4 SAB Perú, el mercado estadounidense no presenta evidencias de “una burbuja en el sentido clásico”, porque el rally de las tecnológicas líderes está anclado en ganancias y generación de caja extraordinarias. Según detalló, estas compañías muestran incrementos estimados de ganancias por acción de “+21% en 2025 y +17% en 2026”, cifras muy superiores al resto del S&P 500. Por eso, su mayor peso dentro de los índices “refleja fundamentos más que euforia”.

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En materia de valuaciones, Leno reseñó que el mercado “luce exigente, pero no irracional”. Señaló que el S&P 500 cotiza a una relación precio/ganancias proyectada de 22,4 veces. Ese nivel está por encima del promedio de los últimos diez años (18,9 veces), aunque lejos de los excesos de la burbuja del 2000. Además, subrayó que no se trata de una subida homogénea: mientras las Magníficas cotizan a múltiplos elevados, “gran parte del mercado opera en niveles razonables”.

Leno subrayó que las burbujas suelen caracterizarse por precios muy adelantados a utilidades futuras. “Hoy ocurre lo contrario: los beneficios explican gran parte del rally”. Sin embargo, advirtió sobre cierta “fragilidad táctica”, en un contexto de prima de riesgo de acciones bajo, posicionamiento extremo de inversores y expectativas elevadas alrededor de la inteligencia artificial. Bajo este escenario, apuntó que el momento exige “selectividad y manejo activo de riesgo”.

“No es una burbuja monolítica, pero hay zonas de sobrevaloración”

Para la economista chilena Emanoelle Santos, analista de mercados de XTB Latam, no se puede hablar de una burbuja monolítica en torno a la inteligencia artificial, sino de “un ciclo de euforia muy avanzado con zonas de sobrevaloración evidentes”.

Según explicó, el corazón del fenómeno —chips, nube y grandes plataformas con modelos de negocio probados— se apoya en flujos de caja “muy sólidos” y en una demanda que hoy “es real, no hipotética”. Por eso, en esos segmentos ve “más bien un superciclo de inversión con múltiplos exigentes que un castillo de naipes”.

Sin embargo, identificó otros ámbitos donde el comportamiento sí se asemeja al de una burbuja. Mencionó “ciertos laboratorios de modelos de frontera, unicornios de IA generativa sin una ventaja competitiva duradera clara y negocios que cotizan a múltiplos que solo se justifican si la IA cambia radicalmente la productividad en pocos años”.

Además, advirtió sobre el modo en que se financia el boom: “cada vez más con deuda y con estructuras de círculo cerrado”, donde grandes tecnológicas invierten en startups que luego “se convierten en grandes compradoras de su propia infraestructura”.

Esa dinámica, señaló, traslada el riesgo “no solo a las bolsas, sino también a bancos, utilities y emisores de deuda corporativa”. Por eso, cree que el proceso se parece más “al desenlace de la puntocom que al colapso inmobiliario de 2008”, aunque con capacidad de generar “episodios de corrección violenta” en segmentos específicos.

Consultada por los argumentos a favor de la tesis de burbuja, Santos apuntó a un cóctel conocido: “Valoraciones muy por encima de las medias históricas en un puñado de nombres ligados a la IA, enorme concentración de los índices y un diferencial creciente entre dinero invertido y monetización efectiva”.

Recordó que el sector lleva años de inversiones masivas en centros de datos, chips y redes eléctricas, mientras que “la mayoría de los proyectos corporativos de IA sigue en fase piloto y no genera retornos claros”. A eso se suma lo que definió como una “triple exposición” a IA, cripto y deuda: el mismo sistema financiero que financia infraestructura de cómputo “está comprando bonos de Big Tech y, en muchos casos, también productos ligados a activos digitales”, lo que podría amplificar un ajuste.

Del lado contrario, la ejecutiva sostuvo que no puede afirmarse que “todo sea una burbuja”. Subrayó que los grandes actores de IA combinan líneas de negocio muy rentables —cloud, publicidad, software— con nuevas fuentes de ingreso impulsadas por IA, por lo que “no son puntocom pre-ingresos”.

Asimismo, Santos destacó que la penetración real de IA en procesos productivos sigue siendo baja, y el mercado estaría “descontando diez años de adopción y productividad que todavía no vemos en las cifras, pero que no son implausibles para una tecnología de propósito general”.

En ese escenario, la analista de XTB Latam proyectó un desenlace mixto: “Probablemente veremos una purga de proyectos y valoraciones excesivas, pero también un suelo relativamente alto para los proveedores de infraestructura y plataformas que sí capturen la ola de monetización”.

Un ciclo de inversión prolongado en IA

En un reciente informe, el holding financiero suizo Lombard Odier sostiene que la inteligencia artificial “sigue siendo un motor importante de los mercados de renta variable”, con inversiones en infraestructura avanzando “más rápido de lo previsto”.

Según sus estimaciones, el gasto de capital de los llamados hiperescaladores —los grandes proveedores de nube, en su mayoría tecnológicas de escala global— crecería un 32% en 2026, muy por encima del 20% que se proyectaba para 2025.

Ese salto sugiere, para la firma suiza, un “ciclo de inversión prolongado” que debería beneficiar a quienes venden hardware, software y servicios de IA, así como a sectores adyacentes como industriales, utilities y materiales.

El reporte marca una diferencia central con la burbuja puntocom: las valuaciones actuales de las grandes tecnológicas siguen vinculadas a la rentabilidad. Los hiperescaladores han financiado buena parte de su expansión “con flujos de caja operativos”, recurriendo a deuda solo recientemente.

Las últimas emisiones destinadas a centros de datos e infraestructura en la nube tuvieron “fuerte demanda por parte de los inversores”, lo que, según el informe, refleja confianza en los balances y estrategias de estas compañías. No obstante, también reconoce que el mercado examina cada vez más “el potencial de monetizar las grandes inversiones en IA”.

Lombard Odier asegura que monitorea de cerca algunos indicadores para evaluar la sustentabilidad del ciclo. Entre ellos, la relación entre gasto de capital en IA y ventas, y cualquier señal de uso excesivo de financiamiento con deuda. Asimismo, presta atención a las tasas de adopción de IA —medidas, por ejemplo, por crecimiento de usuarios— y al riesgo de que la necesidad de nueva capacidad energética genere “cuellos de botella que frenen la adopción”.

Tecnología cara, pero con fundamentos sólidos

En un reporte reciente, Santander Asset Management señaló que las valuaciones del mercado “siguen elevadas en general, pero consistentes con un crecimiento de ganancias de dos dígitos y fundamentos sólidos”. Dentro del sector tecnológico, advirtió que los precios ya se ubican cerca de máximos históricos: “En torno al percentil 98–99 de los últimos quince años”, lo que deja “poco margen para nuevas revalorizaciones” en el corto plazo.

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El panorama es distinto en el resto del mercado. Según el documento, el universo más amplio —y en particular las empresas estadounidenses de pequeña capitalizacióncotiza mucho más cerca de sus promedios históricos, ofreciendo “espacio para expansión de múltiplos a medida que el impulso de ganancias se amplíe” hacia sectores más rezagados.

Santander sostuvo que no observa señales de una burbuja de inteligencia artificial, pero dijo que sigue de cerca “posibles desequilibrios o trayectorias de precios insostenibles que se desvíen de los fundamentos”.

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