Bloomberg — En los círculos de ultrarricos de Asia, algunas oficinas familiares de inversión ahora están dejando de lado a los intermediarios y entrando directamente al negocio del oro. Financian, transportan y venden lingotes como verdaderos operadores.
Un ejemplo es Cavendish Investment Corp., una oficina multifamiliar dirigida por el expresidente de una joyería de Hong Kong, que este año está destinando cerca de un tercio de su portafolio al comercio físico de oro, yendo más allá de los índices y las bóvedas de almacenamiento. Los comerciantes de metales preciosos J. Rotbart & Co. y Goldstrom también negocian con clanes ultrarricos de la región.
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Cavendish obtiene oro de minas a pequeña escala en Kenia y otros países de África, lo transporta en avión a Hong Kong, lo refina y lo vende a precios de mercado a clientes adinerados en toda Asia y a compradores estratégicos en China. Si esto suena como una casa comercial del siglo XIX, es porque lo es.
“Es un mercado de vendedores”, dijo Jean-Sebastien Jacquetin, socio gerente de Cavendish. Evitó revelar los activos totales bajo administración o cuánto dinero en total se asignó a estas operaciones. “Creemos que tenemos una ventana de alrededor de un año para capitalizar esta oportunidad”.
En el mundo de la inversión de altísimo patrimonio, el oro siempre había servido como una cobertura pasiva frente a apuestas más riesgosas. Pero en un momento en que guerras, inflación y tropiezos de bancos centrales parecen haberse vuelto permanentes, la demanda de oro explotó.
La incertidumbre sobre el rol del oro en la amplia agenda arancelaria del presidente Donald Trump arrojó nueva turbulencia al mercado en los últimos días. El lunes, Trump intervino y dijo en redes sociales que las importaciones de oro no enfrentarán aranceles en EE.UU., aunque el mercado permanece tenso, ya que la Casa Blanca aún no emitió una actualización formal de la política.
Los inversores adinerados en Asia han mostrado un fuerte apetito. En Hong Kong, más que duplicaron su asignación al metal precioso en un año, según una encuesta de HSBC en 2025. En China continental, el cambio también fue drástico: del 7% de los portafolios al 15% en un año, según la encuesta a más de 10.000 inversores ricos en 12 mercados.
“Las familias asiáticas entienden el oro más íntimamente que las occidentales, porque ha sido parte de la cultura durante tanto tiempo”, dijo Joshua Rotbart, fundador y socio gerente de J. Rotbart & Co. “Saben que deben hacer esta inversión como un negocio”.
Algunas familias optaron por arrendar su oro físico. Multimillonarios en Emiratos Árabes Unidos y Hong Kong están obteniendo retornos del 3% al 4% prestando lingotes a joyeros locales, agregando un rendimiento adicional a la clásica revalorización del metal, según Rotbart y Goldstrom. Convierten así un activo refugio en una máquina de intereses compuesta.
Otros participan en acuerdos de reparto de utilidades con Goldstrom y J. Rotbart & Co. Mientras tanto, algunos juegan al arbitraje, comprando lingotes con descuento en Dubái y revendiendo con prima en Hong Kong, donde la demanda es especialmente alta y la logística está optimizada. Las familias ricas también pueden usar su oro físico como colateral para pedir préstamos destinados a otras inversiones como acciones, cripto y bienes raíces, dijeron ejecutivos de Goldstrom y Rotbart.
“En cualquier lugar de Asia, todos compran oro en proporciones mucho mayores que en Occidente”, dijo Patrick Tuohy, director ejecutivo de Goldstrom. “La gente guarda oro porque sabe que siempre puede liquidarlo en un día de lluvia”.
Ese “día de lluvia”, en sentido metafórico, parece en el pronóstico. El dólar estadounidense tambalea bajo el peso de un déficit fiscal creciente y la posibilidad de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. Ese es un escenario en el que el atractivo del oro sin rendimiento brilla aún más, mientras que un dólar más débil hace que el metal, cotizado en dólares, sea más barato para la mayoría de los compradores. Deutsche Bank proyecta un promedio de US$3.700 la onza en 2026, mientras que Goldman Sachs Group Inc. espera que el rally continúe hasta US$4.000, desde los alrededor de 3.375 actuales (al 11 de agosto).
“La cobertura frente al dólar de Hong Kong es realmente tener oro físico, porque Hong Kong básicamente está fuera de control de su propia moneda”, dijo Quentin Mai, director ejecutivo de West Point Gold, una compañía de exploración minera.
Para el mercado del oro en Hong Kong, también hay respaldo desde el continente, el mayor consumidor de metal precioso. China lanzó su primera bóveda de oro extraterritorial en Hong Kong este año, lo que facilita las liquidaciones para actores globales y refuerza silenciosamente el rol de la ciudad como centro del oro en Asia, tal como pretendía Pekín. Pero hay límites a esos esfuerzos.
Uno es el tema del cumplimiento normativo. De las refinerías de Hong Kong, solo dos están acreditadas por la London Bullion Market Association (LBMA), organismo influyente que exige a las empresas verificar que el oro no esté vinculado a conflictos o a daños ambientales. La mayoría de los grandes compradores mundiales —incluidos bancos centrales, inversores institucionales y marcas de lujo— solo aceptan oro de refinerías en la Good Delivery List de la LBMA.
Eso puede representar un desafío cuando se trata de suministros de lugares como Kenia, que la ONG SwissAid señaló como centro de tránsito de oro de contrabando de otros países africanos. A principios de este año, el grupo dijo que la nación podría haberse convertido en un canal para oro procedente de Sudán, donde una guerra civil se desarrolla desde 2023.
Cavendish trabaja con el comerciante de metales preciosos Ramco Ltd., que “hace todo lo posible para obtener oro de vendedores de calidad, asegurando el cumplimiento con la ley de Hong Kong”, dijo su director Gavin Wyborn.
Otra consideración es que comerciar oro sin refinar puede ser una estrategia de muy alto riesgo, que requiere no solo un conocimiento profundo del mercado del oro, sino también sólidas conexiones con jugadores legítimos, señaló Tuohy.
“Cuando sabes exactamente lo que haces, es mecánico y muy lucrativo”, dijo. “Pero hay una brecha enorme entre no saber exactamente lo que haces y tener un proceso de trabajo probado. Y esa falta de experiencia puede costarte miles, si no millones, de dólares”.
También está la preocupación de que la fiesta no dure. Después de un rally fenomenal el último año, incluso los más entusiastas defensores del oro podrían encontrar cada vez más difícil soportar precios cerca de máximos históricos. Los compradores más sensibles al costo en la región podrían quedar excluidos si el rally continúa, con precios ya afectando fuertemente la demanda de joyería en China e India, los dos mayores consumidores de oro.
“Prevemos que en alrededor de un año el mercado comenzará a enfriarse”, dijo Jacquetin, “a medida que se reduzcan las tensiones geopolíticas hacia las elecciones legislativas de EE.UU. en 2026. La demanda disminuirá”.
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Aun así, por ahora las ganancias resultan atractivas. Cavendish y sus socios, por ejemplo, logran primas de entre 5% y 10% en cada envío. Antes de despacharse, el oro es analizado para calcular impuestos de exportación. Luego llega al aeropuerto internacional de Hong Kong, pasa a una refinería local para un análisis detallado y, días después, se dirige a bóvedas privadas o a compradores del continente, algunos de ellos empresas estatales.
“Dado el nivel de primas que la gente está dispuesta a pagar por el oro, esto atraerá a más personas y a jugadores más grandes”, dijo Mai, de West Point Gold.
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