Bloomberg Línea — La guerra arancelaria entre EE.UU. y China se ha convertido en una batalla frontal de retaliaciones que amenaza con tener efectos directos sobre la inflación, al mismo tiempo que aviva los vientos de una desaceleración de la economía global, mientras la prórroga de 90 días otorgada por Donald Trump a ciertos países da alivio a los mercados en una semana frenética.
En el último episodio de la guerra comercial, China anunció que aumentará los aranceles sobre Estados Unidos al 125% a partir del 12 de abril en respuesta a las medidas adoptadas por Donald Trump. “Dado que los productos estadounidenses ya no son comercializables en China con los tipos arancelarios actuales, si EE.UU. aumenta aún más los aranceles sobre las exportaciones chinas, China hará caso omiso de tales medidas”, según un comunicado del Ministerio de Comercio chino.
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Si bien el Gobierno chino considera que la imposición de aranceles por parte de EE.UU. se ha convertido en una “broma”, si hace falta “contraatacará con determinación y luchará hasta el final”.
La reacción de China se da luego de que EE.UU. aclarara que los aranceles sobre los productos chinos aumentaron al 145% este año.
Por ahora, los reflectores están concentrados en las reacciones de las dos potencias económicas, pues luego de todo el despliegue del denominado “Día de la Liberación”, Trump pausó varias de las medidas.
El “Día de la Liberación”, el pasado 2 de abril, Trump anunció con tabla en mano aranceles globales del 10% y tasas más fuertes para los países con los que se presentan mayores déficits comerciales, según la Casa Blanca.

Sin embargo, el miércoles 9 de abril anunció una pausa de 90 días en la aplicación de aranceles adicionales para los países que no han tomado represalias comerciales, aplicándoles solamente el arancel del 10% base destinado a todos sus socios comerciales.
Trump descartó que esta medida esté asociada a la frenética respuesta de los mercados a sus aranceles, que provocaron un “lunes negro” el pasado 7 de abril, cuando los números rojos se apoderaron de las bolsas mundiales. El presidente ha dicho que es una respuesta a los países que se han interesado por negociar con EE.UU. desde el “Día de la Liberación”.
A la mayoría de países de Latinoamérica les comenzaron a aplicar desde el sábado los aranceles del 10%, salvo las procedentes de Canadá y México. Esta es la base mínima definida por la Casa Blanca, que hasta ahora se mantiene.
No está claro aún cuál es el futuro de los países más castigados de la región, como Venezuela y Nicaragua, y si les comenzará también a aplicar esta tarifa base.
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La Unión Europea, que inicialmente había sido castigada con un arancel del 20%, ahora pasará a tener una tasa del 10%, por lo menos hasta que se cumpla la prórroga.
En respuesta, el bloque europeo congeló por 90 días sus aranceles a EE.UU. por un valor total de 20.900 millones de euros. “Queremos dar una oportunidad a las negociaciones”, dijo en su cuenta de X la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Por ahora, se mantienen vigentes los aranceles del 25% aplicados por el Gobierno de EE.UU. al acero, el aluminio, así como la tasa a los automóviles del mismo rango.
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Guerra comercial y sus consecuencias en toda la cadena

En el marco de la guerra comercial entre EE.UU. y China, “las consecuencias arancelarias para el comercio pueden parecer subestimadas si no se consideran los efectos indirectos”, dijo Felipe Camargo, economista global líder en Oxford Economics y autor de un reporte sobre el tema.
La simulación base de Oxford Economics apunta a una reducción del 8% en el comercio global para 2040, aunque esto dependerá en gran medida de la respuesta de la demanda de importaciones de Estados Unidos a los precios.
Según el reporte, los impactos no son lineales y se pueden duplicar en magnitud en aproximadamente siete años si los aranceles se mantienen al nivel inicial.
El encarecimiento de las importaciones y la caída de las compras externas de EE.UU. podrían desencadenar una cadena de efectos negativos en el comercio global.
Si los países venden menos a Estados Unidos, también tendrán menos ingresos para importar productos de otros mercados, lo que profundizaría las consecuencias de los aranceles.
Mientras el CEO de JPMorgan Chase & Co. (JPM), Jamie Dimon, dijo el miércoles que una recesión es un “resultado probable” de la agitación vinculada a los aranceles del presidente Donald Trump, Goldman Sachs ya no prevé una recesión tras pausa de las tarifas aplicadas por EE.UU.
“Anteriormente, habíamos pasado a una proyección base de recesión en respuesta a los aranceles adicionales específicos por país que entraron en vigencia esta mañana”, dijo el miércoles en una nota el equipo de Goldman Sachs, dirigido por Jan Hatzius. “Ahora volvemos a nuestro pronóstico base anterior, sin recesión”.
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