Cuando EE.UU. estornuda, ¿Latam se enferma? El impacto de una desaceleración para la región

Una recesión reduciría la demanda de exportaciones, lo que afectaría a sectores clave como manufactura, la energía y las materias primas. México sería el más afectado, pero también Brasil, Chile, Colombia y Perú.

Un operador trabaja en la Bolsa de Nueva York (NYSE) el miércoles 19 de marzo de 2025.
20 de marzo, 2025 | 06:00 AM
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Bloomberg Línea — El comercio exterior sería el canal más inmediato de transmisión de un posible choque económico en Latinoamérica por una desaceleración o recesión económica en EE.UU. porque se reduce la demanda de exportaciones latinoamericanas y golpe a los sectores como el financiero, manufacturero, energético y las materias primas.

Los choques generados por la guerra comercial desatada por el presidente Donald Trump han revivido los temores de una recesión en EE.UU., y aunque no se descarta, buena parte de los analistas han disipado la alarma inclinándose más por una desaceleración que, de cualquier forma, tendría un impacto directo en Latinoamérica debido a los fuertes lazos comerciales, financieros y migratorios entre ambas regiones.

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Las consecuencias de una recesión o una desaceleración para Latinoamérica se anticipan en vías como las exportaciones o las remesas, así como los flujos de capital y la inversión.

“La incertidumbre podría disparar episodios de aversión al riesgo en los mercados financieros, generando salidas de capital de los mercados emergentes y presionando las monedas locales a la baja. Esto aumentaría la inflación y complicaría la política monetaria en economías vulnerables como Argentina y Colombia”, dijo Jonathan Fortun a Bloomberg Línea, economista del Instituto Internacional de Finanzas (IIF).

Una recesión en EE.UU. se define como una caída notable y prolongada de la actividad económica en todo el país, generalmente durante dos trimestres consecutivos. Entre tanto, una desaceleración de la economía estadounidense y la global implicaría una ralentización en el crecimiento económico.

Volatilidad en los mercados

La inestabilidad en los mercados financieros también generaría volatilidad en los tipos de cambio y aumentaría las primas de riesgo. La depreciación de las monedas locales encarecería los bienes importados, lo que genera presiones inflacionarias, elevando costos de importación y complicando la gestión de la política monetaria.

Para los consumidores, estos efectos se traducirían, además, en un menor poder adquisitivo y un aumento del desempleo en sectores exportadores. La contracción del crédito y la menor disponibilidad de remesas también restringirían el consumo en los hogares.

En países con un alto nivel de deuda en dólares, como Argentina, dificultaría la sostenibilidad fiscal y el acceso a financiamiento externo.

Según el economista Fortun, la inversión extranjera directa (IED) también se vería reducida, ya que EE.UU. es una fuente clave de inversión en infraestructura y manufactura.

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“La incertidumbre económica podría llevar a la postergación de proyectos de inversión, afectando el crecimiento y la generación de empleo”, dijo Fortun.

El panorama para México, el Caribe y Centroamérica

Agenda semanal: PIB del tercer trimestre de Chile, Colombia, México y Perú

En Latinoamérica, países como México son especialmente vulnerables a los choques macroeconómicos en la medida en la que cerca de un 80% de sus exportaciones están dirigidas hacia ese destino. Si la demanda estadounidense se contrajera, sectores clave como la manufactura automotriz y la electrónica se verían afectados.

El economista jefe de Itaú en Latinoamérica, Andrés Pérez, expuso que redujeron por segundo mes consecutivo la estimación del PIB de México para 2025 a 0,0%, lo que refleja un desempeño más débil en las exportaciones manufactureras y en sectores como fletes y comercio mayorista.

El ajuste se produce luego de la revisión a la baja de su proyección de crecimiento para Estados Unidos (de 2,5% a 2%) y la persistente incertidumbre política.

“Si bien mantuvimos nuestra previsión de crecimiento del PIB para 2026 en 1,4%, creemos que posibles efectos alcistas del fenómeno nearshoring no están en juego a corto plazo, lo que debería mantener moderada la dinámica de la inversión”, dijo Pérez.

También se prevén impactos de una desaceleración de EE.UU. en el Caribe y Centroamérica por cuenta de los choques que se puedan sentir en las remesas, que representaron un 2,3% del PIB regional en el 2024, de acuerdo a cifras del BID.

En el caso de que se produjeran choques en materia de remesas, se anticipa una reducción del consumo interno en estos países, afectando directamente el sector comercial y de servicios.

Además, las nuevas restricciones migratorias impuestas por la Administración Trump podrían acelerar deportaciones y reducir aún más el flujo de remesas.

Los choques esperados en Sudamérica

En Sudamérica, socios estratégicos de EE.UU. como Colombia se verían resentidos debido a su alta dependencia de la exportación de materias primas, como también ocurre con Brasil, Perú y Chile.

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La caída en los precios de commodities como cobre, petróleo y soja afectaría los ingresos fiscales y la inversión en estos países, consideró Jonathan Fortun, el economista miembro del Instituto de Finanzas.

Las exportaciones de Brasil, explicó, se encuentran relativamente más diversificadas, pero también tiene grandes exportaciones de materias primas, lo que podría ponerlo en riesgo.

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“Una recesión en EE.UU. reduciría la demanda de estos productos, deprimiendo sus precios y afectando las cuentas fiscales de estos países. La menor actividad económica en China, otro mercado clave, exacerbaría la caída en los precios de estos recursos”, dijo Fortun.

Entre tanto, Argentina enfrenta riesgos adicionales debido a su frágil situación financiera.

En principio, una recesión “impactaría más indirectamente” porque afectaría a China y otros mercados en los que las exportaciones de América Latina son mayoritariamente destino, explica Fernando Baer, analista en la firma Quantum Finanzas.

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Baer considera que cualquiera de estos escenarios “podría impactar en precios de commodities, lo cual tendría doble efecto en la región (precios y cantidades). Un factor de mitigación podría ser la eventual baja de tasas, que sería un resultado esperable en un escenario de caída del nivel de actividad”.

Probabilidades de recesión y ajuste al crecimiento mundial

Barreras más altas para el comercio significarán más deuda y un crecimiento más lento.

Mientras el banco de inversión JP Morgan ve un 40% de posibilidades de recesión en EE.UU. en 2025, encima del 30% calculado a comienzos de año, Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, dijo que hay casi un 50-50 de probabilidades.

Mohamed El-Erian, presidente del Queens’ College de Cambridge, y columnista de opinión de Bloomberg, dice que la probabilidad se sitúa entre el 25% y el 30%.

Otros especialistas consultados por Bloomberg Línea en entidades financieras como Citi o BBVA descartan por ahora ese escenario de recesión en EE.UU.

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Por ejemplo, el economista en jefe para América Latina en Citi, Ernesto Revilla, considera que si bien “todavía es prematuro para hablar de una recesión en Estados Unidos”, sí hay amenazas de que se desate una desaceleración de la economía estadounidense.

La actual incertidumbre ya estaría generando un reajuste de los precios de los activos en los mercados ante una mayor aversión al riesgo, que ha provocado un freno a los planes de inversión en regiones como Latinoamérica.

Juana Téllez, economista jefe de BBVA Research, comentó que no contemplan como escenario central una recesión global y que, a pesar de la incertidumbre en el comercio global, confían en que la economía continuará creciendo.

Téllez comparó la situación con un péndulo en movimiento, señalando que, tras los primeros meses de la presidencia de Trump, aún no se sabe dónde se estabilizará.

Las más recientes proyecciones de la OCDE apuntan a que la economía mundial se desacelerará al 3,1% en 2025 y al 3% en 2026. En el caso de EE.UU., indican que el PIB crecerá un 2,2% en 2025 antes de desacelerarse al 1,6% en 2026.

En 2020, por ejemplo, EE.UU. se enfrentó a la recesión como consecuencia de los efectos de la pandemia y el PIB se contrajo un 3,5%, la mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial. Ese año, la economía de Latinoamérica y el Caribe terminó con una caída del PIB de 7,7%, de acuerdo a datos de la Cepal.

Para los economistas, reducir estas vulnerabilidades implica que los países de la región deben diversificar sus relaciones comerciales y fortalecer la integración con otras economías.

En política monetaria, los bancos centrales deben equilibrar tasas competitivas sin presionar la inflación, mientras que, en lo fiscal, solo los países con margen pueden aplicar medidas contracíclicas, como un ajuste a las tasas de interés.

Para sostener el consumo en economías dependientes de remesas es clave reforzar la protección social y el apoyo a pequeñas empresas.