Bloomberg — El Departamento de Educación dijo que la Universidad de Columbia ya no parecía cumplir con los estándares de acreditación después de concluir que la escuela viola las leyes contra la discriminación, el último esfuerzo de la administración Trump para apuntar a las escuelas de élite por su manejo de las protestas propalestinas.
La secretaria de Educación, Linda McMahon, dijo en un comunicado que la dirección de la escuela “actuó con indiferencia deliberada ante el acoso a estudiantes judíos en su campus” tras el ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel.
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“Los acreditadores tienen una enorme responsabilidad pública como guardianes de las ayudas federales a los estudiantes. Determinan qué instituciones pueden optar a los préstamos federales para estudiantes y a las becas Pell. Del mismo modo que el Departamento de Educación tiene la obligación de defender la ley federal contra la discriminación, los acreditadores universitarios tienen la obligación de garantizar que las instituciones miembro cumplen sus normas”, afirmó.
El Departamento de Educación dijo que había notificado a la Middle States Commission on Higher Education que la administración encontró que la escuela no protegió significativamente a los estudiantes durante las protestas, violando el Título VI de la Ley de Derechos Civiles. El departamento también citó la ley federal que, según dijeron, exige a los acreditadores que notifiquen a las instituciones miembros si incumplen las normas y establezcan un plan para que vuelvan a cumplirlas.
“Si una universidad no se pone en conformidad dentro de un periodo especificado, un acreditador debe tomar las medidas apropiadas contra su institución miembro”, decía el comunicado.
Columbia y la Middle States Commission no respondieron inmediatamente a las solicitudes de comentarios.
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Cualquier revocación de la acreditación de la escuela podría tener implicaciones significativas para los estudiantes. Alrededor del 21% de los estudiantes universitarios de Columbia College y Columbia Engineering reciben la Beca Pell, un tipo de ayuda federal para estudiantes con grandes necesidades, según cifras que figuran en la página web de la universidad. Eliminar el acceso a los préstamos federales para estudiantes también aumentaría los costos de los préstamos para muchos estudiantes que financian su educación, mientras que los programas de trabajo y estudio respaldados por el gobierno federal también podrían verse amenazados.
McMahon ha estado en comunicación con la presidenta de la universidad, Claire Shipman, desde que la administración retiró a la escuela unos US$400 millones en subvenciones y contratos federales en marzo. El mes pasado, Shipman anunció que Columbia estaba recortando cerca de 180 miembros de su personal tras las reducciones de su financiación federal.
El presidente Donald Trump y McMahon han sugerido previamente que las conversaciones con Columbia iban en la dirección correcta, especialmente en comparación con otra institución Ivy-League, la Universidad de Harvard, que ha lanzado desafíos legales contra la decisión de la administración de cancelar su financiación federal y revocar su licencia para admitir estudiantes internacionales.
El Departamento de Educación no tiene autoridad para revocar la acreditación de una escuela, esa autoridad corresponde a las agencias de acreditación como la MSCHE. Pero el gobierno federal puede dejar de reconocer a un acreditador como juez fiable de la calidad de la educación superior, lo que ahoga la ayuda federal de las escuelas miembros de una agencia.
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La presión también podría poner en peligro a la propia Comisión Middle States. En abril, Trump firmó una orden ejecutiva en la que pedía al Departamento de Educación que revisara los servicios de acreditación educativa que certifican la validez de las escuelas y los programas ante los empleadores y los proveedores de préstamos. La administración advirtió que las comisiones que acreditan a las escuelas que no cumplen ciertas normas podrían dar lugar a que los propios acreditadores fueran despojados de su autoridad.
La administración de Trump ha aprovechado las protestas por la guerra entre Israel y Hamás que sacudieron los campus universitarios para presionar a las instituciones académicas para que adopten una amplia gama de cambios políticos en asuntos como las admisiones y la contratación de profesores, presentándolo como un esfuerzo para contrarrestar el antisemitismo. Pero los administradores universitarios han dicho que el empuje amenaza las misiones de sus escuelas y la libertad de expresión.
“Creo que Columbia quiere llegar al fondo del problema”, dijo Trump el viernes pasado durante un acto en el Despacho Oval, comparando favorablemente a la escuela con Harvard. “Han actuado muy bien. Y hay otras instituciones que también están actuando, pero Harvard está intentando ser un pez gordo”.
Con la colaboración de Elizabeth Rembert.
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