Trump vuelve al G-7 mientras se intensifica la crisis en Medio Oriente

La cumbre del G-7 en Canadá enfrenta tensiones por el conflicto en Medio Oriente y presiones comerciales, con líderes buscando evitar rupturas internas.

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Por Josh Wingrove - Sakura Murakami
15 de junio, 2025 | 04:54 PM

Bloomberg — El presidente Donald Trump llega a Canadá como el centro de atención para una cumbre del Grupo de los Siete líderes mundiales cuyo principal objetivo será apaciguarlo, en un encuentro donde el conflicto en espiral en Medio Oriente representa otra prueba para su unidad.

Trump viajaba el domingo por la noche a Kananaskis, Alberta, para la primera gran cumbre internacional de su segundo mandato. Precavidos de abrir nuevas grietas con el presidente estadounidense, los otros líderes del G-7 ni siquiera intentarán una declaración de unidad sobre temas como Ucrania o el cambio climático.

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Ni siquiera está claro que puedan demostrar un sentido de propósito común respecto al conflicto entre Israel e Irán, que comenzó con ataques israelíes a sitios nucleares iraníes a fines de la semana pasada. Esos ataques continuaron durante el fin de semana, avivando los temores de una guerra regional.

Trump ha pedido un alto al fuego, pero está ayudando a Israel a defenderse, mientras que otros, como el presidente francés Emmanuel Macron, han instado a ambas partes a evitar una mayor escalada.

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En lugar de hablar con sus aliados sobre el conflicto, Trump discutió la situación en una llamada el sábado con el principal adversario del G-7, el presidente ruso Vladimir Putin, antagonista central en la guerra con Ucrania que también ha frustrado a Trump.

Más de una docena de líderes de todo el mundo se reunirán con Trump en el Pomeroy Kananaskis Mountain Lodge, buscando concretar acuerdos comerciales para evitar una nueva ronda de aranceles estadounidenses que podrían aplicarse tan pronto como el próximo mes.

La ubicación remota del encuentro significa que será inaccesible para los manifestantes y dará a los líderes la libertad de reunirse con Trump en terreno neutral, en lugar de bajo la mirada de las cámaras en el Despacho Oval, donde él tiene el control y se dirige a su audiencia doméstica.

Acuerdos comerciales

Los líderes de Brasil, Sudáfrica, India y Corea del Sur estarán presentes buscando proteger sus propios intereses, al igual que Volodymyr Zelenskiy, de Ucrania, que busca reforzar el apoyo a la lucha de su país contra Rusia, a pesar de la ambivalencia de Trump.

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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, probablemente tendrá su primera reunión cara a cara con Trump, mientras también busca un nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá junto con el anfitrión del evento, el primer ministro canadiense Mark Carney. Este último, por su parte, intentará equilibrar su posición frente a los llamados de Trump para convertir a Canadá en el estado 51, evitando los enfrentamientos que en cumbres anteriores derivaron en muestras de rencor y desunión.

El mejor escenario, en mi opinión, al salir de esto, es que no haya grandes explosiones”, dijo Josh Lipsky, presidente de economía internacional del centro de estudios Atlantic Council.

Trump siempre consideró tediosas estas cumbres y las usó para confrontar con otros líderes. Una de sus primeras, el G-20 de 2017 en Hamburgo, estuvo marcada por protestas masivas, con carteles en toda la ciudad llamándolo payaso. Una imagen perdurable de su primer G-7, en Italia, fue la de seis líderes caminando juntos mientras Trump se desplazaba aparte en un carrito de golf.

Un año después, en otra cumbre del G-7 también en Canadá, Trump dejó su marca más imborrable en el circuito de cumbres. Una foto viral lo mostró sentado desafiante, con los brazos cruzados, mirando fijamente a la entonces canciller alemana Angela Merkel, mientras otros líderes la rodeaban.

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Luego desbarató el evento al retirarse del comunicado conjunto que se había acordado y lanzó un tuit furioso contra el entonces primer ministro Justin Trudeau por las críticas de este último a las políticas arancelarias de Trump.

Esa foto, junto con la explosión de Trump, proyecta una “larga sombra” sobre la cumbre de este año, dijo Caitlin Welsh, que fue funcionaria estadounidense en cumbres durante el primer mandato de Trump y ahora es directora de programas del Center for Strategic and International Studies.

Mostró “que no se podía dar por sentado que hubiera resultados consensuados en el G-7, G-20 u otros organismos”, señaló Welsh.

Incluso después de eso, los líderes nunca estuvieron del todo seguros de cómo interpretar a Trump. En 2019, un micrófono abierto captó a líderes — incluyendo a Trudeau — quejarse en otra cumbre por la tardanza de Trump. En la primera cumbre del G-7 del presidente Joe Biden en 2021, este declaró “América está de vuelta”, a lo que Macron respondió: “¿Por cuánto tiempo?”

Ahora Trump vuelve, tanto al santuario de la cumbre como a Canadá, tras una dura guerra arancelaria y su negativa a retroceder en la amenaza del estado 51. Eso generó gran enojo en el país y ayudó a impulsar la victoria electoral de Carney en primavera. El propio Trump se ha atribuido el mérito.

Manteniendo la buena relación

Pero mientras en cumbres anteriores Trump discutía con sus pares, este grupo de líderes ha tendido a jugar en buena onda con Trump, calmando su ego y evitando confrontaciones. Varios, como el primer ministro británico Keir Starmer, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, el canciller alemán Friedrich Merz, Macron y Carney, han tenido reuniones relativamente exitosas — o al menos sin incidentes — con Trump desde que volvió al cargo.

Y hay señales claras de que el bloque quiere mantener ese enfoque. Macron es el único sobreviviente del primer mandato de Trump. Aunque buscará mantener buenas relaciones con Trump, visitó Groenlandia en camino a Canadá, una muestra de apoyo luego de que Trump especulara sobre anexar ese territorio danés.

Los líderes no están preparando un comunicado conjunto esta vez, dado que las diferencias son demasiado grandes en todo, desde cambio climático hasta inteligencia artificial y empoderamiento femenino. En cambio, emitirán declaraciones sobre media docena de temas, aunque Ucrania no estará entre ellos.

Estados Unidos también impulsará la discusión sobre comercio, ampliando exportaciones de energía estadounidense y desarrollo de inteligencia artificial, dijo un funcionario de la Casa Blanca el viernes en una conferencia que no mencionó directamente a Irán. Se espera también que los líderes hablen sobre cómo romper la dependencia de China en minerales críticos, según un funcionario alemán.

Trump estableció aranceles “recíprocos” del 10% para unas cinco docenas de países y la Unión Europea, pero fijó el 9 de julio como fecha límite para alcanzar acuerdos o ver los aranceles subir nuevamente. Esa amenaza pesa sobre casi todos los líderes en la cumbre.

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El primer ministro japonés Shigeru Ishiba ha destacado los avances logrados hasta ahora, ya que su negociador comercial visita casi semanalmente EE. UU. para negociar términos, pero también ha mostrado cautela ante la posibilidad de apresurarse a un acuerdo. Japón busca la eliminación de los gravámenes y es un caso test para la voluntad de Trump de negociar aranceles automotrices en particular.

Lo importante es lograr un acuerdo que beneficie tanto a Japón como a Estados Unidos”, dijo Ishiba la semana pasada. “No comprometeremos los intereses de Japón por priorizar un acuerdo rápido”.

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