Presiones de Estados Unidos, temores por el endeudamiento y riesgos de dependencia comercial son algunas de las razones por las que países como Panamá e Italia hasta el momento han decidido no renovar sus acuerdos en el marco de la Ruta de la Seda, el ambicioso proyecto de cooperación global liderado por China.
En la región se cuentan por lo menos una veintena de países que se han suscrito a la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, que si bien originalmente se estructuró para conectar a Asia y Europa a través de África y Medio Oriente, luego se amplió a la región en 2017.
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La guerra comercial ha generado preocupaciones a las economías globales sobre el aumento de la influencia de China y el distanciamiento hacia EE.UU.
En Latinoamérica, países como Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Perú y Nicaragua se han adherido a la Ruta de la Seda.
En días pasados, Colombia selló su adhesión a la iniciativa de cooperación de la Ruta de la Seda, obviando las advertencias de su principal socio comercial, EE.UU.
Asimismo, Chile y Brasil cerraron acuerdos de cooperación con miras a fortalecer las relaciones con China en el marco del Foro China-CELAC en Pekín.
El caso de Panamá e Italia

Panamá, por ejemplo, informó en febrero que no renovó el acuerdo económico de la Ruta de la Seda con China en medio de las presiones de Trump para que el país centroamericano cancele los contratos con Hutchison Ports PPC, la empresa con sede en Hong Kong que opera dos áreas de carga cerca de la vía interoceánica.
El país centroamericano se había sumado a la iniciativa el 17 de noviembre de 2017.
En el mundo hay también casos como el de Italia, que se considera un ejemplo de cómo gestionar una salida de la iniciativa de la Franja y la Ruta y cómo mantener vínculos con China.
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En Italia, el Gobierno de Giorgia Meloni dejó de ser parte de la iniciativa en 2023 ante los cuestionados resultados de su adhesión en 2019 y bajo el argumento de que era el único país del G-7 que se había adherido al mismo.
“Tanto Italia como China son conscientes de la importancia de mantener y fortalecer las relaciones. En la mayoría de los casos, en la política internacional gana el pragmatismo, confío en que esta vez también será así”, dijo Meloni en su momento.
Las salidas de la iniciativa de la Ruta de la Seda se deben a “los tipos de negociación que se generan, ya que varios países se han quejado”, dijo a Bloomberg Línea la analista Clara Inés Pardo, quien se refiere especialmente a temas sensibles como “la protección de la industria nacional”.
“La negociación para llevar productos es compleja por los volúmenes que requieren. Es importante revisar esto para determinar si esta iniciativa aporta y los riesgos que puede generar”, dijo Pardo.
En 2021, Lituania también se distanció de China al abandonar el foro de cooperación 17+1, considerada una plataforma de cooperación entre el gigante asiático con los países de Europa central y del este.
En su momento, el Gobierno de ese país consideró esa iniciativa como “divisiva” para la UE.
La Ruta de la Seda no es vinculante
El académico, investigador y especialista en política exterior en la región de Asia Pacífico, Camilo Defelipe Villa, explica a BL que la iniciativa de la Ruta de la Seda no es vinculante, con lo cual los países se pueden salirse de ella sin repercusiones.
“Salirse no implica que no puedan profundizar sus relaciones. Italia se salió porque no percibía beneficios, Panamá ante la presión de EE.UU.”, señaló Defelipe Villa.
En una reciente conversación con el académico, resaltó que la experiencia de Panamá muestra que la Ruta de la Seda “es una carta que los países están dispuestas a perder con tal de balancear sus vínculos entre China y EE.UU.”.
La iniciativa de la Ruta de la Seda no es la única forma de vinculación con China, pues en la región hay casos como el de Brasil, que a pesar de no haberse adherido a esta estrategia de cooperación, mantiene estrechos lazos con esa potencia asiática.
Se considera que China clasifica sus relaciones diplomáticas con los países del mundo a través de una jerarquía estructurada de denominaciones.
Las denominaciones pasan desde una “asociación estratégica” hasta una “asociación estratégica integral para la nueva era”.
“La compleja nomenclatura de clasificación de sus relaciones con cada país del mundo son un soporte discursivo en el cual se puede avanzar conforme los vínculos de cooperación se estrechan con inversiones y demás intercambios”, dijo Defelipe Villa.
En 2024, el comercio entre China y América Latina alcanzó los US$518.467 millones, un aumento del 6,6% interanual, superando por primera vez la marca de los US$500.000 millones.
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