Bloomberg — Pedro Sánchez y su equipo estaban sentados en el avión oficial del gobierno esperando el despegue cuando Donald Trump soltó su diatriba.
Tras dos días de conversaciones con los líderes de la OTAN en La Haya, el presidente del gobierno español era el único que se resistía a aceptar las exigencias estadounidenses de aumentar el gasto en defensa, y Trump amenazaba con represalias.
Pero Sánchez y sus asesores más cercanos no se mostraron preocupados, según una persona familiarizada con su forma de pensar, incluso pensaron que esto podría darles un empujón en las encuestas.
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La reacción fue típica de un líder cuyo enfoque en la política interna le ha ayudado a sortear siete turbulentos años en el poder. Ahora enfrenta otro reto: convertir el éxito económico que ha logrado para España en capital político y asegurarse la reelección en 2027.
“Estoy seguro de que podemos repetir la mayoría”, dijo esta semana en una entrevista con Bloomberg Television, en la que comentó sobre sus planes de contender por un cuarto mandato.
Su decisión llega en un momento en que la economía española está superando a sus homólogas. A pesar de un parlamento fragmentado que le ha impedido aprobar un presupuesto durante dos años, se prevé que el crecimiento se sitúe en torno al 2,7% en 2025, más del doble de la tasa de la economía de la unión monetaria, y el desempleo se encuentra en su nivel más bajo desde la crisis financiera.
La economía española creció 0.8% en el segundo trimestre respecto a los tres meses anteriores, más de lo previsto anteriormente, según datos del INE publicados el viernes.
No obstante, los votantes no le dan el mérito a Sánchez. Una encuesta de GAD3 publicada en el periódico ABC el 14 de septiembre mostraba al principal partido de la oposición, el Partido Popular, cinco puntos por delante de los socialistas de Sánchez y en camino de obtener una clara mayoría en alianza con el grupo de extrema derecha Vox.
Sin embargo, el presidente del gobierno ya ha dado la vuelta a situaciones similares anteriormente, sobre todo con las maniobras que le ayudaron a mantenerse en el poder tras quedar en segundo lugar en las últimas elecciones.
El grupo de Whatsapp que creó para su gabinete sugiere que no solo busca sobrevivir, sino ganar las próximas elecciones nacionales. Según personas familiarizadas con los intercambios, Sánchez utiliza la aplicación para comentar las noticias del día, hacer lluvias de ideas informales y pedir a los ministros su opinión sobre sus apariciones en televisión. Se llama “España 2027”.
Una de las ideas clave del presidente es que la migración, que él ha apoyado mientras la mayor parte de Europa cierra sus fronteras, ha contribuido a impulsar la economía y a reducir el desempleo. La tasa de paro en España ha descendido en los últimos siete años, a pesar de que más de dos millones de inmigrantes han entrado en el país, afirmó Sánchez el miércoles, lo que ha elevado la población a cerca de 50 millones de habitantes.
“El dilema al que se enfrentan todas las sociedades occidentales es al de abrirse y crecer o cerrarse y reducirse”, afirmó en la entrevista con el editor jefe de Bloomberg, John Micklethwait. “La contribución de la migración al crecimiento económico de España es muy, muy positiva”.
Los buenos resultados económicos de España y su apertura a la migración no son los únicos ámbitos en los que el presidente ha sido una excepción en Europa.
En los últimos dos años, Sánchez ha optado en repetidas ocasiones por ir en contra del consenso europeo en cuestiones que van desde China y la defensa hasta la guerra de Israel en Gaza, lo que a menudo frustra a otros líderes que consideran que España no aporta lo que le corresponde y, en ocasiones, incluso les perjudica políticamente en sus propios países.
“Es un inconformista, forma parte de su personalidad política”, afirmó Víctor Lapuente, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo.
“Cuantas más dificultades encuentra en casa, más siente la necesidad de dar un golpe sobre la mesa en la política mundial.
Sin embargo, hacerlo también conlleva algunos riesgos para la reputación de España ante socios comerciales cruciales.
El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, advirtió que el cortejo de China por parte de España es “una soga al cuello”, mientras que los funcionarios alemanes, que han comenzado a repartir cientos de miles de millones en contratos de defensa, le han dicho a Sánchez que no está haciendo lo suficiente en materia de gasto. Dos altos ejecutivos simpatizantes del gobierno afirmaron que el presidente no se ha dado cuenta del daño que su postura respecto a la OTAN ha causado entre los inversores extranjeros y los responsables políticos.
“España está fuera de lo que se considera el núcleo duro europeo”, afirmó Josep Borrell, exministro del gobierno de Sánchez que también ocupó el cargo de jefe de política exterior de la UE. Sánchez “se especializa en hacer de la necesidad una virtud”, afirmó Borrell.
Quizás esto nunca había sido tan evidente como en la disputa sobre el gasto de la OTAN.
En un esfuerzo por evitar que Estados Unidos se retirara de la alianza militar en un momento de grave agitación geopolítica, el jefe de la OTAN, Mark Rutte, propuso a principios de junio que todos los miembros, incluida España, elevaran su gasto en defensa hasta el 5% del PIB. Aunque eso suponía un gran salto con respecto a los niveles anteriores, consideró que era crucial mantener a Trump a bordo y, a su vez, intacta la OTAN.
En ese momento, Sánchez se encontraba bajo una presión creciente en su país tras un escándalo de corrupción que involucraba a su principal asesor. Conseguir que su gobierno aprobara nuevos gastos sería un reto, y al escuchar la propuesta de Rutte se quedó atónito.
“Mark, ¿qué demonios estás haciendo?”, le preguntó Sánchez al secretario general de la OTAN por teléfono, según una persona con conocimiento de la conversación. Poco después, emprendió un viaje secreto a Bruselas para reunirse con Rutte en persona y amenazó con abrir un debate europeo si el secretario general de la OTAN insistía en que España firmara este compromiso, según dijo esa persona. Un portavoz de Rutte se negó a hacer comentarios.
Al final, España consiguió una exención, lo que supuso un impulso muy necesario para Sánchez en su país.
En cuanto a China, Sánchez también se ha desviado del consenso de la UE, instando al bloque a reconsiderar sus lazos con Pekín. Su viaje a China en abril fue el tercero en dos años.
Sin embargo, fue la postura de Sánchez sobre Gaza lo que le posicionó por primera vez como un caso atípico en Europa. El presidente español criticó en repetidas ocasiones la respuesta del bloque en Medio Oriente, llegando incluso a calificarla de fracaso, y fue el primer líder de la UE en acusar a Israel de cometer genocidio.
La postura más dura contra Israel ha dado un impulso al presidente español entre su electorado y, en las últimas semanas, varios países europeos más se han sumado a su opinión sobre el reconocimiento del Estado de Palestina.
Eso está ayudando a Sánchez a mantenerse firme. Para él, son los demás los que se han desplazado hacia la extrema derecha y el populismo, mientras que él se ha mantenido coherente, según personas cercanas a su forma de pensar.
Pero en España, Sánchez también tiene otros problemas que afrontar.
Una serie de escándalos que involucran a sus colaboradores más cercanos y a miembros de su familia han pasado factura al presidente, que llegó al poder aprovechando la frustración de los votantes por la corrupción que acechaba a su predecesor.
Sus allegados afirman que la semana siguiente a las revelaciones de corrupción sobre su antiguo mano derecha fue la peor de su carrera, ya que Sánchez se mostró distante y deprimido. Él ha insistido en que ni su esposa ni su hermano han hecho nada malo.
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Tras el proceso judicial contra su esposa el año pasado, Sánchez se tomó un sin precedentes periodo de reflexión de cinco días para pensar si quería continuar. Con el tiempo, se está acostumbrando a los ataques contra su familia, dicen sus colaboradores, y puede soportar más presión. A pesar del deterioro de su popularidad en los últimos siete años, añaden, sigue confiando en su propio criterio.
Sus dos últimos predecesores fueron obligados a abandonar sus cargos alrededor de los siete años, algo que Sánchez superó en junio. Si completa su actual mandato de cuatro años, será el primer presidente del gobierno español que más tiempo haya permanecido en el cargo en este siglo.
“El camino que tiene por delante es muy difícil, pero él es bueno sorprendiéndonos”, afirma Lapuente, de la Universidad de Gotemburgo. “Es extremadamente bueno trabajando bajo presión”.
Con la colaboración de Rodrigo Orihuela, Zoe Schneeweiss.
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