Este año ha sido el más caluroso registrado en la historia de la humanidad. Sus temperaturas sin parangón han avivado devastadores incendios forestales, inundaciones, ciclones, sequías y olas de calor que han cobrado miles de vidas y ocasionado daños económicos que ascienden a cientos de miles de millones de dólares.
Si seguimos a este ritmo, también será uno de los años más fríos y tranquilos que jamás volveremos a experimentar.
El grado de calentamiento y destrucción de la atmósfera dependerá de las medidas que adopte la humanidad desde hoy mismo. En este momento, continuamos tomando demasiadas malas decisiones.
Este lunes, el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la UE señaló que 2024 se convertirá casi con total certeza en el año más caluroso jamás registrado, con una temperatura media de la superficie terrestre de 1,6° Celsius por encima de la media preindustrial. Con ello se superará el récord previo, registrado en 2023.
Es significativo que además será el primer año registrado con temperaturas globales de 1,5ºC por arriba de los promedios preindustriales. Ese fue el objetivo de calentamiento global que el planeta se fijó en el Acuerdo de París de 2015.
Rebasar 1,5ºC durante un año no implica que ese objetivo sea una causa perdida. El Acuerdo de París se refería a medias a largo plazo, no a las anomalías de un año.
Pero seamos honestos: 1,5°C es básicamente una causa perdida.
El mundo ha desperdiciado la mayor parte de la década desde que se estableció ese objetivo, durante la cual se volvió cada vez más difícil de alcanzar. Las promesas ecológicas que han hecho los países y las empresas no son suficientes para alcanzar ese objetivo, mucho menos el objetivo principal ligeramente más realista de París de menos de 2°C de calentamiento.
Dadas las políticas y prácticas actuales, el mundo ni siquiera está en camino de limitar el calentamiento a 2,8°C, advirtió un informe reciente de las Naciones Unidas. En solo unos pocos años, la ventana para mantener la calefacción a 1,5°C se cerrará de golpe.
¿Y qué?, podrías estar pensando. ¿Cuánto peor es 3°C que 1,5°C? Si estás hablando de su efecto en una tarde en el parque, no es significativo. Si estás hablando de una temperatura media global a largo plazo, cada tic más alto trae consecuencias devastadoras.
Un científico del clima lo ha comparado con tener fiebre. Cada pequeño aumento de temperatura pone más tensión en tu cuerpo, y no pasa mucho tiempo antes de que el calor se vuelva potencialmente mortal. El mero calentamiento a largo plazo de 1,3°C que el planeta ha experimentado hasta ahora ya ha aumentado los riesgos y el poder destructivo de esos incendios forestales, inundaciones, ciclones, sequías y olas de calor.
Y el calentamiento no se producirá de manera uniforme en todo el mundo. Algunas zonas densamente pobladas, como el África subsahariana, el Mediterráneo y Europa central, alcanzarán los 3ºC mucho más rápidamente que otras, según un estudio publicado el martes en la revista Environmental Research Letters.
Para empeorar las cosas, el calentamiento global aparentemente se ha acelerado en los últimos años.
El planeta se ha calentado a un promedio de 0,18°C por década a partir de 1970, pero desde 2015 esa tasa ha aumentado a 0,3°C por década, escribió el científico climático de Berkeley Zeke Hausfather (reconociendo que las escalas de tiempo geológicamente diminutas hacen que esa medición sea algo incierta).
Después de considerar los muchos otros factores que pueden causar esto, desde las erupciones volcánicas hasta el fin de la contaminación por dióxido de azufre de los barcos, el factor más importante que calienta el planeta sigue siendo la quema de combustibles fósiles y la emisión de gases de efecto invernadero por parte de la humanidad. De hecho, la aceleración en este punto es lo que esperan muchos modelos climáticos, señala Hausfather.
La buena noticia es que detener nuestras emisiones de gases de efecto invernadero también detendría el calentamiento global, señaló recientemente el climatólogo de la Universidad Texas A&M, Andrew Dessler.
Lamentablemente, en algunos aspectos importantes, la humanidad parece estar más lejos de alcanzar ese hito que en 2015. El año siguiente fue elegido por primera vez Donald Trump, quien sacó a Estados Unidos del acuerdo de París e hizo todo lo posible para frustrar una transición hacia la energía limpia.
La transición sobrevivió al primer mandato de Trump, y el presidente Joe Biden hizo algunos avances para acelerarla durante sus cuatro años en el cargo, incluida la reincorporación a los acuerdos de París. Pero ahora Trump regresa por otros cuatro años. Esta vez está armado con el plan del Proyecto 2025, que exige poner fin al apoyo gubernamental a la energía verde, impulsar la producción de combustibles fósiles y abandonar el acuerdo de París una vez más.
Mientras tanto, en Europa, los partidos de derecha ganaron poder en las elecciones parlamentarias del verano a costa de los partidos verdes, impulsados en parte por una retórica hostil a la acción climática. El cambio de ánimo político se ha reflejado en las conferencias sobre el clima de la ONU, cada vez más improductivas, que se han visto frustradas por los intereses de los combustibles fósiles.
El mundo apenas puede ponerse de acuerdo sobre la necesidad de eliminar gradualmente los combustibles fósiles, y mucho menos elaborar planes creíbles para hacerlo. Cuanto más se caliente el planeta, más desestabilizada estará la política global, lo que hará aún más difícil la acción climática concertada.
En otras palabras, estamos perdiendo el valor para actuar en el peor momento posible. Las emisiones globales de dióxido de carbono procedentes de los combustibles fósiles y del uso de la tierra alcanzaron un nuevo récord este año.
Para mantener el calentamiento por debajo de los 2°C, el mundo tendrá que empezar a reducir las emisiones en un 4% cada año hasta 2035, según han afirmado los científicos de la ONU. Cuanto más retrasemos ese proceso, mayor será la tarea y más aumentará el coste en pérdidas económicas y vidas humanas. Todavía hay tiempo para empezar a tomar las decisiones correctas, pero no mucho.
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