A pesar de los despidos, la cancelación de programas y otros recortes en Washington desde que Donald Trump volvió a la Casa Blanca en enero, hay algo que no ha cambiado: El gasto federal no ha dejado de aumentar.
El gasto desde el 21 de enero ha aumentado un 8,7 % con respecto al período equivalente en 2024 y un 7,2% con respecto a 2023.
Algunos tipos de gasto federal son irregulares e intermitentes, y cualquier comparación como esta puede verse afectada por el momento de los pagos, pero laúltima revisión presupuestaria mensualde la Oficina de Presupuesto del Congreso realizó ajustes para los cambios de calendario y estimó que el gasto en el año fiscal 2025, que comenzó en octubre, aumentó un 7% hasta abril con respecto al mismo período del año anterior. El aumento parece ser real.
¿Qué lo impulsa?
El estado de cuenta diario del Tesoro del que se derivanestas cifras desglosa lo que llama “retiros” en 102 categorías, una de las cuales, los reembolsos de efectivo de la deuda pública, se excluye aquí porque en realidad no es gasto.
He consolidado los otros 101 aquí en departamentos del gabinete más algunas agencias y programas con grandes cambios en el gasto en relación con el período equivalente del año pasado.
Algunos recortes de alto perfil se reflejan aquí como fuertes caídas del gasto en el Departamento de Educación y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Otros no, porque las agencias afectadas se integran en departamentos más grandes, como la disminución del 7,7% en el gasto de US$1.200 millones en los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), dependientes del Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Además, el impacto total de los recortes impuestos por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) y los jefes de departamento probablemente aún no se refleja en las cifras, ya que el despido de trabajadores y la suspensión de programas tienen un costo inicial, además de que las órdenes judiciales han detenido muchos recortes, al menos temporalmente.
Estas cifras también reflejan bastante ruido fiscal. La fuerte caída del gasto en la Oficina de Administración de Personal parece deberse a un problema de sincronización con los pagos del seguro médico de los empleados federales, no a un cambio de política. El gran aumento del gasto en el Departamento del Tesoro parece igualmente fortuito.
Como ya se señaló, el aumento general del gasto parece ser real, impulsado por fuerzas familiares como el crecimiento aparentemente inexorable de la Seguridad Social, Medicare y otros programas de seguro social, así como un nuevo contribuyente significativo desde que las tasas de interés subieron en 2022: los pagos de intereses de la deuda federal.
El gobierno de EE.UU. es, como dice el dicho, “una compañía de seguros con un ejército” y, según mi contabilidad un tanto idiosincrásica (he incluido los reembolsos de impuestos porque abarcan el mayor programa antipobreza del país, el Crédito Tributario por Ingresos del Trabajo), el seguro social, la defensa y los pagos de intereses juntos han representado el 76% del gasto desde que Trump asumió el cargo y el 74% del aumento con respecto a 2024.
El proyecto de ley de impuestos y gastos, respaldado por Trump y aprobado por la Cámara de Representantes la semana pasada, ataca a Medicaid, el programa de seguro médico para personas de bajos recursos, y al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura, también conocido como cupones de alimentos. En ambos casos, dificulta la elegibilidad para recibir beneficios.
La mayoría de las demás grandes categorías de gasto mencionadas anteriormente parecen salir prácticamente indemnes, y dado que la legislación también incluye recortes de impuestos, la mayoría de las proyecciones indican que aumentará el déficit y la deuda federal.
Sin embargo, desde que Trump asumió el cargo, el déficit se ha ido reduciendo gracias a un aumento del 13% en los ingresos federales. ¿Es sostenible?
Los ingresos por aduanas y ciertos impuestos especiales (aranceles) aumentaron un 82%. La semana pasada, el Laboratorio de Presupuesto de Yale estimó un ingreso arancelario anual promedio de US$280.000 millonesdurante la próxima década, muy por encima de los US$77.000 millones del año fiscal 2024.
Sin embargo, esta cifra está ahora en duda después de que el Tribunal de Comercio Internacional de Estados Unidos dictaminara que la mayoría de los nuevos aranceles del presidente Trump eran ilegales, y en cualquier caso es insignificante comparado con los ingresos por impuestos federales sobre la renta y la nómina, que totalizaron US$4,6 billones el año pasado.
Los impuestos sobre la renta de las personas físicas han generado la mayor parte de las ganancias recaudatorias de este año, la mayor parte de ellas en forma de aumentos en los impuestos no retenidos, cuya continuidad es indefinida.
Los ingresos por impuestos no retenidos tienden a dispararse después de que lo hacen los mercados financieros, y los beneficiarios de ganancias de capital, opciones sobre acciones de empleados y grandes bonificaciones suelen adeudar grandes cantidades al momento de la declaración de impuestos. El rendimiento del mercado bursátil en lo que va de año apunta a menos eventos positivos de este tipo en los próximos meses.
A pesar de todo lo ocurrido en Washington desde el 21 de enero, la imagen es sorprendentemente familiar. Los ingresos por impuestos federales sobre la renta son volátiles, y el gasto en Seguridad Social, Medicare y otros programas de seguro social no para de aumentar.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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