¿Es ChatGPT el fin de los buenos modales?

PUBLICIDAD
¿Es ChatGPT el fin de los buenos modales?
Por Frank Barry
16 de noviembre, 2025 | 10:57 AM

¿Has hecho el test de identidad de inteligencia artificial de Bloomberg?

Yo sí, y me catalogó como “optimista cauteloso”. Eso me pareció bastante acertado; sin embargo, mi optimismo fue puesto a prueba la semana pasada.

PUBLICIDAD

No, no me encontraba leyendo "If Anyone Builds It, Everyone Dies" (Si alguien lo construye, todos moriremos). Ni trataba de determinar si un chatbot mentiría, se equivocaría o revelaría su lado poco ético. Sencillamente, estaba escuchando a un colega que me enseñaba a utilizar uno.

“No seas cortés”, me dijo, al tiempo que borraba la palabra “por favor” cuando editaba un comando que le estaba dando a ChatGPT. “Decir “por favor” solo desperdicia energía y recursos. Sé directo”.

Reflexioné: “Si las personas aprenden a no usar un lenguaje cortés al hablar con un asistente parecido a un humano, ¿acaso no será más probable que tampoco lo hagan al dirigirse a otras personas?”.

PUBLICIDAD

Los buenos modales y la cortesía son hábitos. Una vez adquiridos, se transforman en algo habitual. Sin embargo, si el uso de la inteligencia artificial también se convierte en algo habitual, como suele suceder con la mejor tecnología, ¿se debilitarán los pequeños actos de cortesía que son tan fundamentales para las relaciones humanas?

Después de que ChatGPT entregara un primer borrador, mi tutor de inteligencia artificial concluyó una larga serie de indicaciones escribiendo: “HAZLO MEJOR. TU PUEDES HACERLO MUCHO MEJOR.”

Vaya, pensé, eso es agresivo. Los chatbots suelen ser comparados con becarios muy competentes que requieren una dirección específica, pero esto me pareció más bien, como si se tratara de un adiestrador de perros regañando a un cachorro o un entrenador de fútbol americano sermoneando a un defensa que ha fallado un bloqueo.

Imagínate escribir mensajes de texto o correos electrónicos a tus compañeros, todo en mayúsculas y llenos de órdenes. Puede que no sea una infracción de Recursos Humanos, pero tampoco es el camino para ser el gerente del año.

¿Normalizarán las conversaciones con IA la grosería? Intenté preguntar sobre ello de la forma más educada posible.

“¿El chatbot reconoce el uso de mayúsculas como expresión de mayor énfasis y urgencia?”

Mi tutor fue directo.

“Sí, lo mejor es gritarle.”

¡Qué decepción! La cantidad de gritos en el discurso público ya ha alcanzado niveles espantosos, ¿y ahora la tecnología más transformadora de nuestro tiempo lo está incentivando?

Un par de horas después, me reuní con mi esposa para cenar en Greenwich Village, en Arturo’s Coal Oven Pizza, fundado en 1957. Nos sentamos en la barra y escuchamos la suave música de un trío de jazz y los murmullos de un hombre que cenaba solo. Todo parecía normal hasta que levanté la vista y vi un robot humanoide.

No esperaba ver el futuro en una pizzería histórica, pero allí estaba: vestido completamente de gris, moviéndose con rigidez pero con determinación mientras salía del restaurante.

No teníamos ni idea de dónde venía ni qué estaba pasando. Debería haberle preguntado al hombre con la cámara grande que filmaba al robot, pero él estaba ocupado grabando y yo estaba ocupado comiéndome una pizza de salchicha y cebolla.

Después de observar al robot saludar a la gente en la acera, vi un mensaje de una amiga cuyo club de lectura publica una revista literaria. Recientemente había participado como jurado en un concurso para dicha publicación, donde nos habían dicho que uno de los relatos había sido escrito con ayuda de inteligencia artificial, pero no cuál.

El mensaje confirmó mi peor temor: mi elección para mejor relato y mejor texto había sido el relato con ayuda de IA.

Quizás eso sea motivo de optimismo, la inteligencia artificial puede ayudar al proceso creativo, pero a mí me resultó desalentador. Gran parte de la historia celebra el genio creativo.

¿Qué nos deja la IA para celebrar en las artes: la asistencia de robots?

Después de cenar, caminamos dos cuadras hasta otro lugar emblemático del Village,The Bitter End, un club de música que ha acogido a Bob Dylan, Stevie Wonder, Joni Mitchell e innumerables artistas legendarios. Estábamos allí para ver a nuestro amigo Xavier Cardriche tocar.

Entre canción y canción, saludó al público en varios idiomas, el club atrae a un público internacional, y luego pronunció una serie de palabras en diferentes lenguas que dejaron a todos, incluyéndome a mí, preguntándonos qué había dicho.

Explicó que había dicho las palabras más importantes que hay que saber (“además de cerveza y baño”) al viajar: “por favor”, “gracias” y “disculpe”. Son muy importantes, dijo.

Esta fue la segunda lección del día sobre inteligencia; solo que esta vez era real y nacida de la experiencia humana. El respeto que transmitía con sus sencillas palabras es una parte pequeña pero esencial de cómo nos relacionamos con los demás e incluso, como sociedad democrática, de cómo hacemos música juntos.

A la mañana siguiente, cuando salí del vagón del metro y me dirigí a las escaleras, la mujer que iba delante de mí frenó en seco y cambió de dirección, casi chocando conmigo.

—Disculpe, dijo ella, excusándose.

—Lo siento, respondí automáticamente.

Tal vez, a medida que mejore la IA, podamos enseñar a los chatbots y robots a insistir en que se les trate con cortesías básicas, en lugar de enseñar a la gente a ignorarlos.

Soy cautelosamente optimista.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

Lea más en Bloomberg.com

PUBLICIDAD