La Reserva Federal está hecha para resistir la intromisión de Trump

Jerome Powell
Por Jonathan Levin
15 de julio, 2025 | 09:38 AM

El presidente de EE.UU., Donald Trump, no ha ocultado lo que opina sobre la política monetaria. Tiene la intención de reemplazar al presidente de la Fed, Jerome Powell, por otra persona que baje las tasas de interés una vez que ocupe el cargo el próximo año, sino antes.

Por fortuna, el banco central de Estados Unidos se diseñó para evitar un golpe de tal índole desde el poder ejecutivo. En vista de eso, los mercados financieros se han aclimatado a las payasadas de Trump, pese a que intente socavar la tradición independiente y tecnocrática de la Fed.

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En primer lugar, Trump tendría que conseguir la aprobación de su candidato en el Senado. El Comité de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos celebrará audiencias con la persona elegida por Trump, y los legisladores examinarán la seriedad del candidato antes de considerar siquiera una votación en el pleno del Senado.

Claramente, es cierto que hace poco me ha decepcionado el modo en que los halcones fiscales republicanos se doblegaron sin carácter al presupuesto irresponsable de Trump este mes; aun así, existe la posibilidad de que incluso los aliados del presidente pongan límites a la integridad de nuestra banca central.

Pongamos en contexto, por ejemplo, la fallida nominación de Judy Shelton a la Junta de la Fed en 2020 durante la primera presidencia de Trump. Shelton, una renovadora del patrón oro que era claramente inadecuada para el cargo, generó un alboroto entre economistas y antiguos empleados de la entidad.

Senadores republicanos clave se atrevieron a dar aquel paso al frente y se negaron a dar su apoyo, un reproche al presidente en un período en el que su partido poseía el control mayoritario en el legislativo.

En segundo lugar, la Reserva Federal no es una dictadura. El poder del presidente no es absoluto, por mucho que Trump haya esbozado sus críticas a Powell.

El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés), el órgano que fija las tasas de interés de la Fed, tiene doce miembros con derecho a voto en un momento dado (ocho permanentes y cuatro rotativos del sistema regional de bancos de la Reserva).

Por medio de distintas leyes aprobadas entre 1913 y 1935, los legisladores de EE.UU. diseñaron el FOMC para equilibrar los intereses regionales y nacionales y aislar la política monetaria de la presión política.

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Entre los votantes permanentes figuran los siete miembros de la Junta de Gobernadores, que cumplen mandatos escalonados de 14 años, intencionadamente desincronizados con el ciclo político. Aparte de ellos, solo el presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York tiene voto permanente.

Los otros cuatro votantes ingresan y salen cada año de un elenco de 11 dirigentes de bancos regionales de la Reserva, que son elegidos por comités de búsqueda formados por sus propios consejos de administración, no por el presidente¹. (El sistema no impidió que Richard Nixon influyera en el presidente de la Fed de los años setenta, Arthur Burns, pero Nixon se encontraba en la posición única, en un momento dado, de contar con cinco de los miembros designados para la junta. Notablemente, la experiencia de Nixon dio paso a una aceptación más amplia de la independencia y la transparencia en la Fed que sería más difícil de socavar).

Es un poco difícil calcular cuántos votantes actuales son republicanos, en parte porque muchos presidentes de bancos de la Reserva guardan en secreto sus afiliaciones políticas.

Cuatro de los siete gobernadores actuales fueron elegidos por Biden². Dos eran miembros remanentes de la primera presidencia de Trump; y el propio Powell, el séptimo, fue nombrado miembro de la junta por el expresidente Barack Obama y ascendido a presidente por Trump. Una de las elegidas por Biden (Adriana Kugler) tiene un mandato que termina durante la administración Trump³.

En resumen, incluso si Trump nombra a alguien tan cegado por la lealtad que conscientemente desviaría la economía, no puede orquestar un cambio de régimen en el comité.

El actual presidente, Powell, también podría conservar su puesto en la junta directiva una vez que termine su mandato si considera que su reemplazo es una decisión imprudente, aunque sería la primera vez que un expresidente lo hace desde Mariner Eccles en 1948.

Vale la pena reconocer los recientes patrones de votación en el FOMC, que han dado a algunos en los mercados financieros la impresión errónea de que su presidente era todopoderoso.

Desde mediados de la década de 1990, aproximadamente, la disidencia contra las decisiones políticas se ha vuelto mucho menos común, especialmente entre los gobernadores. Es lamentable que el público tenga la impresión de que la disidencia está desapareciendo, y culpo a la mala comunicación de la Fed y a sus costumbres internas por permitir que la idea se agrave. Sin embargo, es un error.

Todavía existe un intenso debate sobre el FOMC.

Hoy en día, gran parte de ese debate tiene lugar antes de que los responsables de la política monetaria se reúnan para tomar sus decisiones sobre las tasas.

A diferencia de épocas anteriores, los gobernadores y presidentes de los Bancos de la Fed dedican muchas horas entre reuniones a exponer sus argumentos al público mediante discursos y entrevistas. De hecho, la decisión política se debate en CNBC y Bloomberg, y luego todos se reúnen e intentan proyectar unanimidad.

¿Es un consenso falso? Probablemente, y tengo muchas reservas sobre esta costumbre. Pero, en defensa de la Fed, el consenso artificial tiene cierto propósito.

La era del consenso coincidió con la era de la orientación prospectiva, cuando los responsables políticos decidieron usar de forma más activa las declaraciones prospectivas para influir en las condiciones del mercado y alcanzar sus objetivos de máximo empleo y estabilidad de precios. La coherencia interna fue crucial para la eficacia de la orientación prospectiva.

Mi punto es que la disidencia persiste, aunque el historial de votaciones sugiera lo contrario.

Una última cosa sobre los planes de política monetaria de Trump: pase lo que pase, seguirá teniendo que responder a los mercados financieros.

Si el presidente logra instalar un “sí señor” en la Reserva Federal, y esta persona logra manipular al FOMC para que reduzca las tasas por las razones equivocadas, los costos de endeudamiento a largo plazo más relevantes políticamente sin duda aumentarán, no disminuirán.

Los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años,un punto de referencia clave para las hipotecas a tasa fija a 30 años y otros préstamos al consumo y a las empresas, reflejan las expectativas sobre la economía a largo plazo, y se dispararán si los inversores creen que el banco central está eludiendo su responsabilidad de controlar la inflación.

Las lecciones de la reciente retirada del “Día de la Liberación” sugieren que Trump comprendería esto y moderaría sus peores impulsos.

En definitiva, sigo esperando que nunca lleguemos a esto.

Como escribí la semana pasada, la mejor opción del presidente para presidir la Fed es el actual gobernador Christopher Waller, elegido por Trump en 2020 y quien se ha distinguido por su intuición macroeconómica y sus excepcionales habilidades de comunicación.

Waller cuenta con el respeto de los mercados y de sus colegas, y actuará basándose en sólidas evidencias macroeconómicas. Pero también debería ser atractivo para Trump, ya que recientemente ha defendido la reducción de tasas (basándose en datos, no en la política).

Incluso si Trump ignora ese consejo e intenta instalar un títere, la buena noticia es que el comité de fijación de tasas de la Fed está bien diseñado para evitar que cause demasiado daño.

¹ En última instancia, el Consejo de Gobernadores debe aprobar los nombramientos. En el sentido de que los gobernadores son elegidos por los presidentes, quizá haya cierta influencia de la Casa Blanca en este proceso, pero es extremadamente indirecta.
² Una inusual oleada de dimisiones dio a Biden bastantes más candidatos de lo habitual.
³ Cuando los gobernadores dimiten o abandonan el cargo antes de que finalice su mandato de 14 años, sus sustitutos ocupan el cargo durante el resto del mandato original. En el caso de Kugler, técnicamente sustituyó a Lael Brainard, por lo que solo ocupará el cargo de 2023 a 2026.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios

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