Stephen Miran asistirá a la reunión de política monetaria de la Reserva Federal a mediados de septiembre¹, la pregunta es cuál Miran se presentará.
¿Será el gobernador recién nombrado de la institución financiera más importante del mundo? ¿La versión que trabajó en relativo anonimato después de graduarse de la Universidad de Harvard en 2010 con un doctorado en Economía, escribiendo artículos sobre cómo las reformas centradas en la oferta y la desregulación pueden impulsar la industria estadounidense? ¿O la versión que ha abogado por otorgar al poder ejecutivo —los mismos políticos que han llevado al país a una crisis de deuda y déficit— mayor control sobre el banco central y el costo del dinero?
El jueves, el presidente Donald Trump seleccionó a Miran, actualmente presidente del Consejo de Asesores Económicos (CEA por sus siglas en inglés) en la Casa Blanca, para ocupar el cargo de gobernador de la Reserva Federal.
El mandatario afirmó que Miran, que deberá ser confirmado por el Senado, solo ocuparía el cargo hasta que finalice el mandato de la gobernadora Adriana Kugler, que concluye en enero. “Entretanto, seguiremos buscando un sustituto permanente”, señaló Trump. Solo queda esperar que así sea.
Ahora bien, si a Trump le interesara proteger la independencia de la Fed y todos los beneficios que ello conlleva para la economía de EE.UU., habría seleccionado a alguien más alejado del Despacho Oval. Existen muchos economistas cualificados que defenderían las opiniones republicanas en materia económica y de tasas de interés.
No obstante, al escoger a Miran, Trump está colocando a alguien que irá mucho más allá, defendiendo expresamente las opiniones poco ortodoxas, y peligrosas, que provienen de la administración Trump.
Miran ha sido muy crítico con la Reserva Federal en años recientes, culpando a los errores de política percibidos al “pensamiento grupal” y alegando que el banco central se había expandido a áreas fuera de su ámbito de competencia debido a motivaciones políticas.
En un documento de marzo de 2024, Miran y Daniel Katz, hoy jefe de gabinete del Departamento del Tesoro, presentaban un plan para reformar el banco central, en el que sostenían que “el historial de la Fed durante los últimos años plantea dudas respecto a si ha estado operando en línea con las mejores prácticas de independencia de los bancos centrales”.
Actualmente, el presidente solo puede destituir a los miembros de la junta de gobernadores de la Reserva Federal “con causa justificada” y no tiene la facultad de destituir a los presidentes de los Bancos de la Reserva.
Miran y Katz cambiarían esto, otorgando al presidente la facultad de destituir tanto a los miembros de la junta como a los presidentes de los bancos regionales por cualquier motivo.
También desearían que los mandatos de los gobernadores de la Fed se acortaran de 14 a 8 años, con las fechas de inicio y fin ajustadas para que “un presidente recién elegido probablemente nomine a los siete nuevos miembros de la junta al comienzo de su mandato”.
Esto, por supuesto, politizaría la Reserva Federal, ya que los banqueros centrales estarían en deuda con el presidente, fijando la política monetaria con miras a consideraciones electorales.
La historia demuestra que nada bueno viene de un banco central que sirve a la presidencia en lugar de a la gente.
Uno de los momentos más oscuros en la historia de la Fed llegó en la década de los setenta. El presidente Richard Nixon nombró a Arthur Burns, consejero de la Casa Blanca y aliado político, en 1970 para reemplazar a William McChesney Martin como presidente de la Reserva Federal.
Dos años después, Nixon presionó a Burns para que mantuviera las tasas de interés artificialmente bajas para impulsar la economía mientras el presidente buscaba la reelección. Funcionó para Nixon, ya que fue reelegido, pero la medida permitió que la alta inflación se arraigara durante el resto de la década, causando estragos en la economía.
Pasaron muchos años desde que Paul Volcker reemplazó a Burns como jefe de la Fed para que el banco central recuperara la confianza de los mercados.
Desde su nombramiento para dirigir la CEA, Miran ha sonado más como un político que como un economista. Si bien, como miembro del equipo de la Casa Blanca, cabría esperar que Miran promoviera las políticas de la administración, sus comentarios sobre la economía se inclinan más a la propaganda que al análisis objetivo. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a las tasas de interés.
Tanto los mercados como los economistas proyectan que los aranceles de Trump impulsarán la inflación, y la evidencia sugiere que ya lo están haciendo, sin embargo, Miran ha apoyado el deseo del presidente de realizar recortes drásticos e inmediatos en las tasas de interés.
“Es realmente incómodo para algunos que el presidente Trump, quien está ocupado negociando acuerdos comerciales, promulgando leyes tributarias y deteniendo guerras, tenga un historial tan excelente en materia de tasas de interés, tanto en la dirección moderada como en la agresiva. Pero el historial está ahí”, escribió Miran en redes sociales este mes.
Y esta semana, Miran declaró a la CNBC que los “vientos en contra de la economía se han convertido en vientos de cola”, poco después de que datos gubernamentales mostraran que el gasto del consumidor cayó en el primer semestre del año, algo que solo ha sucedido una vez en los últimos 18 años, sin contar la pandemia; y que el mercado laboral se había estancado, con los empleadores absteniéndose de contratar.
En declaraciones a Bloomberg Television este jueves, afirmó que no había “ninguna evidencia macroeconómicamente significativa de presiones sobre los precios” derivadas de los aranceles de Trump. Quizás, pero nadie se lo dijo a los CEOs del país.
Los resultados de una encuesta del Conference Board a 122 CEOs, publicada esta semana, mostraron que el 64% planea subir los precios en respuesta a los aranceles de la administración Trump y trasladarlos a los clientes, mientras que solo el 19% prevé absorber los costos.
En lo que respecta a los antecedentes, los de Miran son menos que estelares.
Es el autor de un documento de 41 páginas publicado en noviembre, cuando era estratega sénior en Hudson Bay Capital Management, que muchos dicen es un modelo para las caóticas políticas comerciales y arancelarias de Trump.
Aunque en el centro del documento estaba el deseo de un dólar más débil que impulse a los exportadores y fabricantes de EE.UU., Miran reconoció que el dólar se fortalecería inicialmente cuando Trump implementara los aranceles. Era “más probable que no” que el dólar se apreciara junto con una mejora de la balanza comercial, como lo hizo durante la primera guerra comercial de Trump en 2018 y 2019, escribió Miran.
Como señaló recientemente mi colega de Bloomberg Opinion, Jonathan Levin , esta “compensación” monetaria fue clave para su opinión de que los nuevos gravámenes no necesariamente se trasladarían a los consumidores, o al menos no en su totalidad.
Y, sin embargo, el dólar se ha debilitado considerablemente, con el índice del dólar estadounidense cayendo un 11% en el primer semestre de 2025, el peor desempeño para un primer semestre en al menos un cuarto de siglo.
El analista promedio encuestado por Bloomberg prevé que el dólar se deprecie aún más durante el resto de este año y hasta 2026. La contrapartida de un dólar más débil es que encarece las importaciones, lo que impulsa la inflación.
Sin duda, Miran no tendrá una influencia desproporcionada en las decisiones de la Fed, ya que solo será uno de los 12 votos. Aun así, existe la posibilidad de una disrupción que genere mayor volatilidad en los mercados financieros.
Trump quiere un conjunto de políticas monetarias que fomenten el crecimiento y favorezcan la inflación, declaró a Bloomberg News Joseph Brusuelas, economista jefe de RSM US LLP. “En el futuro próximo, es probable que desaparezcan las decisiones unánimes sobre la dirección de la política monetaria”, añadió.
Trump tiene una oportunidad excepcional para reestructurar la Reserva Federal. Además de sustituir a Kugler por Miran, el presidente también seleccionará a un sustituto para el presidente Jerome Powell cuando su mandato finalice en mayo.
En resumen, Trump podría llenar el liderazgo de la Fed con aliados que abogarían por una política monetaria ultraflexible, incluso si no estuviera justificada, como Nixon con Burns, e impulsar reformas que reducirían la independencia del banco central².
Ninguna de las dos opciones beneficia al país, pero, claro, eso no ha detenido a esta administración todavía.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
- No está claro si Miran será confirmado por el Senado antes de la reunión de política monetaria de la Reserva Federal del 16 al 17 de septiembre. El Senado se encuentra en su receso anual de agosto y no tiene previsto regresar a Washington hasta principios de septiembre.
- Las decisiones sobre tasas de interés requieren la mayoría del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). Los siete gobernadores votan, junto con el presidente de la Reserva Federal de Nueva York y cuatro de los otros once presidentes de bancos regionales.
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