Los dos hijos mayores del presidente de EE.UU. entran en el negocio de la telefonía móvil.
Su empresa, Trump Mobile, ofrece ahora un plan mensual con los servicios de tres pesos pesados de las telecomunicaciones: AT&T Inc. (T), Verizon Communications Inc. (VZ) y T-Mobile US Inc. (TMUS).
Eric Trump y Donald Trump Jr., que dirigen el holding de la familia, la Trump Organization, han dicho que además ofrecerán a la clientela un “elegante smartphone dorado” que será “MADE IN THE USA” (hecho en Estados Unidos). Están presentando su nueva compañía como “transformadora”.
En realidad, no se trata de un acuerdo transformador.
Ryan Reynolds puso su nombre en un servicio similar hace años, Mint Mobile, que añadía el polvo mágico de su fama y tarifas bajas a un servicio basado en tecnología existente.
Sin embargo, Reynolds se hizo de una buena cantidad de dinero cuando vendió Mint a T-Mobile. Puede que eso era lo que los Trump, que no tienen experiencia en el negocio de la telefonía móvil, pretendían con su nuevo proyecto. En su comunicado de prensa, incluso mencionaban a la empresa de Reynolds.
Sin embargo, lo que realmente diferencia a Trump Mobile de sus competidores es que el presidente Donald Trump aparece en segundo plano, en torno a esta empresa y a todas las demás que están llevando a cabo sus hijos.
Si bien sus hijos señalaron en el comunicado de prensa que la Trump Organization no está involucrada en la venta, desarrollo o distribución de los servicios y productos de Trump Mobile, sus actuales acuerdos no habrían sido ni tan accesibles ni tan rentables si el padre no estuviera ocupando la Casa Blanca.
Además, los hijos se esfuerzan por invocar el movimiento político de Trump al señalar que Trump Mobile, una startup de servicios telefónicos, cabe mencionar, está “construyendo sobre el movimiento que prioriza a Estados Unidos”.
Además de los desafíos que probablemente enfrentarán los Trump al diseñar un teléfono móvil con componentes fabricados íntegramente en EE.UU., lo que realmente priorizan es su bolsillo.
En teoría, los hijos de Trump son ciudadanos privados y tienen la libertad de generar dinero como les plazca, además de cosechar las recompensas o consecuencias de ello. Pero no están actuando solos. Y los frutos de su trabajo fluyen hacia su padre, como lo demuestran los formularios federales de declaración financiera de Trump, publicados el viernes pasado.
La riqueza que Trump está cosechando como presidente representa un crudo conflicto de intereses financieros que destroza la integridad de su cargo y la credibilidad de algunos de sus principales objetivos políticos.
Los presidentes no están sujetos a los códigos de ética que rigen a otros empleados federales porque los redactores de la Constitución creían que un conjunto estricto de reglas invariablemente paralizaría al ejecutivo. (Intentaron prevenir el soborno internacional con la Cláusula de Emolumentos, que ahora parece anticuada).
Aun así, los presidentes en la era moderna suelen depositar sus activos financieros en un fideicomiso ciego administrado por un tercero independiente,lo cual destaqué en 2016 cuandoTrump perseguía su primera candidatura presidencial exitosa.
A pesar de las numerosas oportunidades de hacer lo mismo que sus predecesores de ambos partidos políticos, Trump no se distanció,ni en el fondo ni en la práctica, de las operaciones de la Trump Organization ni de las entidades afiliadas a Trump durante su primer mandato presidencial.
Incluso Nelson Rockefeller, heredero de una fortuna mucho más sustancial e importante que la de Trump, participó en los interrogatorios del Congreso en 1974 sobre las operaciones de su familia. Y solo buscaba la confirmación para la vicepresidencia.
Pero eso era la década de 1970 posterior al Watergate, y exigir responsabilidades a los funcionarios electos por sus negocios era una medida imparcial de buen gobierno y buena fe. Los tiempos han cambiado.
Aunque los Trump y la Casa Blanca enfatizan que las propiedades de Trump están en un fideicomiso, este es un fideicomiso supervisado por su hijo mayor, Donald Jr., y, por lo tanto, no es “ciego”. Simplemente no existe una barrera significativa que separe a Trump de sus negocios.
Incluso la débil barrera financiera que existía durante su primer mandato entre él y las entidades extranjeras que buscan favores de EE.UU., o los operadores nacionales que buscan acuerdos federales o exenciones regulatorias o fiscales, ha dado paso a la inexistencia de barrera alguna.
Algunos de los tratos y negociaciones que solían tener lugar en el hotel de Trump en Washington durante su primer mandato ahora ocurren dentro de la propia Casa Blanca.
Consideremos la cena privada que Trump ofreció en su club de golf de Virginia, seguida de un recorrido por el número 1600 de la Avenida Pensilvania al día siguiente, para los inversores de criptomonedas dispuestos a invertir suficiente dinero en la memecoin $TRUMP para ser considerado uno de sus 25 principales poseedores. (Un grupo más grande de 220 inversores recibió la comida, pero no el recorrido).
El valor de la memecoin subió un 56% cuando se anunció la fiesta de criptomonedas de Trump en Washington.
Esto se produjo poco después del propio impulso de Trump para otorgar permisos regulatorios federales y apoyo a la industria de las criptomonedas.
Trump no es un observador imparcial de nada de esto.
Sus declaraciones financieras muestran que personalmente ganó al menos US$57.7 millones de las transacciones de criptomonedas de su familia el año pasado.
Trump Media & Technology Group (DJT), una empresa que cotiza en bolsa y que comenzó como un holding para una plataforma de redes sociales, Truth Social, ha incursionado en las criptomonedas, lo que parece haber ayudado a mantener su valor alto.
Trump ha tomado medidas recientemente para deshacerse de la mayor parte de su participación mayoritaria en Trump Media, una participación que ahora vale más de US$2.000 millones.
Las maquinaciones de Trump con criptomonedas pueden ser su conflicto financiero más lucrativo y evidente, pero no son el único.
Los formularios de declaración financiera también revelaron decenas de millones de dólares en pagos de regalías por relojes, zapatillas deportivas, fragancias, NFT y una guitarra de la marca Trump. Un libro de mesa de centro " Save America" (Salvemos a Estados Unidos) y una Biblia de Trump también contribuyeron al botín.
Trump siempre ha sido un hombre de confianza, dispuesto a licenciar su nombre para casi cualquier cosa a casi cualquier postor. Pero la mayor parte de todo lo que vende ahora se beneficia del impulso de las ventas en el Despacho Oval.
También están las antiguas y turbias ocasiones que siempre han rodeado a Washington, donde se paga por estar por entrar en el juego.
Elon Musk, quien donó generosamente a la campaña de reelección de Trump,tiene muchos negocios con el gobierno y durante un tiempo supervisó los esfuerzos de Trump para reducir el tamaño del gobierno federal.
Está el avión catarí de US$400 millones que Trump aceptó como reemplazo económico del Air Force One, pero que regresará a la biblioteca presidencial de Trump cuando deje el cargo.
Ha debilitado las regulaciones ambientales para las compañías petroleras, como prometió hacer durante una reunión de recaudación de fondos con las grandes petroleras en Mar-a-Lago durante la campaña de 2024.
Se dice que líderes empresariales están pagando millones de dólares a un comité de acción política por el privilegio de cenar con él en el mismo resort de Palm Beach.
La visita de Estado de Trump a Medio Oriente el mes pasado se produjo después de que sus dos hijos realizaran con éxito negocios inmobiliarios en la región antes de que el presidente viajara allí.
Y así sucesivamente.
Entonces, ¿cuáles son las probabilidades de que Trump use la nueva empresa de telefonía móvil de sus hijos como excusa para presionar a AT&T, Verizon y T-Mobile para que les den a ellos o al mercado en el que operan un trato favorable a cambio de algún tipo de alivio regulatorio o comercial?
Probablemente sean tan buenas como las probabilidades de que el dinero de la startup de telefonía móvil llegue a las arcas de Trump.
Es una situación lamentable en lo que respecta a los asuntos públicos, y hasta que las reglas se modifiquen y se apliquen, Trump y su familia seguirán enriqueciéndose.
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