Bloomberg — El Banco Central Europeo renovó su promesa de llevar a cabo la compra de bonos de emergencia a un ritmo “moderadamente” más lento, manteniendo el temple a pesar de que la creciente inflación lleva a los inversores a avanzar con apuestas no deseadas de aumentos de tasas de interés.
Horas después de que datos españoles mostraran las mayores subidas de precios en tres décadas, el Consejo de Gobierno mantuvo el jueves su lenguaje anterior, anunciando planes para reducir las compras mensuales. También prometió mantener el programa de 1,85 billones de euros, conocido como PEPP, hasta marzo de 2022 o más tarde si fuera necesario.
Una decisión programada como un tranquilo preludio antes de la confrontación de diciembre sobre el futuro de los estímulos de emergencia se volvió más tensa esta semana cuando los mercados financieros mostraron su incredulidad ante el compromiso del BCE con tipos de interés ultrabajos. Los inversores apuestan ahora por que los responsables de formular políticas pasen drásticamente de un apoyo extraordinario a la crisis a subidas de 20 puntos básicos en poco más de un año.
Con la inflación en 5,5% en España, un 4,6% (más alto que lo previsto) en Alemania, las expectativas de precios en la eurozona en el nivel más alto desde 1993, y los datos de las próximas 24 horas que mostrarán una aceleración en otros lugares.
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El camino del BCE hacia la continuidad de los estímulos de emergencia contrasta con el enfoque de otros bancos centrales, desde Nueva Zelanda hasta el Reino Unido, que han comenzado a subir las tasas o a señalar planes para hacerlo en respuesta al aumento de los precios en todo el mundo, alimentado por el aumento de los costes de la energía y los agudos cuellos de botella de la oferta. Este contexto ha animado a los inversores a preguntarse si la institución de Fráncfort no acabará haciendo lo mismo.
Sin embargo, numerosos funcionarios del BCE han insistido en que la zona del euro se encuentra en una situación diferente a la de otras economías avanzadas y sigue dependiendo de las ayudas. Señalan la falta de presión salarial como prueba de que los riesgos de precios subyacentes simplemente no están ahí.
Otros han advertido que la inflación podría ser más rápida de lo previsto y que la política ultraacomodaticia no debería continuar durante mucho tiempo.
Estas opiniones divergentes han alimentado un debate cada vez más intenso sobre la política posterior a la crisis. Algunos funcionarios, como el italiano Ignazio Visco, sostienen que la flexibilidad del PEPP debería mantenerse de alguna manera, mientras que Madis Muller, de Estonia, y Klaas Knot, de los Países Bajos, no son partidarios. El francés Francois Villeroy de Galhau, por su parte, prefiere tener una “opción contingente” que pueda activarse en periodos de turbulencia del mercado.
La mayoría de los economistas encuestados por Bloomberg prevén que el BCE se comprometerá en última instancia a gastar todo lo que sea necesario en su programa convencional de compra de activos para mantener unas condiciones de financiación favorables, aunque también es posible que se realicen otros ajustes para ayudar a hacer frente a las tensiones del mercado.
El jueves, los responsables de la política monetaria también tomaron las siguientes decisiones:
- La tasa de depósito se mantiene en el -0,5%.
- Las tasas de interés no subirán hasta que las proyecciones muestren que la inflación se mantiene en el 2% y que las presiones subyacentes sobre los precios son coherentes con ese objetivo
- Se mantiene un programa de compra de activos de 20.000 millones de euros al mes
- Los préstamos a largo plazo a los bancos seguirán apoyando los préstamos