Bloomberg Línea — Las ciudades de Latinoamérica y el Caribe se están calentando y si no se aplican medidas de adaptación, el impacto en infraestructura, salud, bienestar y economía será grave, según un nuevo informe del Banco Mundial (BM).
Latinoamérica y el Caribe no solo se enfrenta a la realidad de que las temperaturas promedio están aumentando, sino que los días muy calientes son cada vez más frecuentes.
“Se proyecta que las ciudades enfrenten, en promedio, 36-69 días calientes adicionales para mediados de siglo, y 66-116 días adicionales para finales de siglo”, dice el informe titulado ‘Inhabitable: enfrentando el calor urbano extremo en América Latina y el Caribe’.
La proyección es que los mayores aumentos se registren en las ciudades tropicales y frías, “lo que demuestra que ninguna zona climática está exenta”.
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Para 2050, el número de días calientes pasará de 283 a 343 en Belén (Brasil), de 161 a 278 días en Barranquilla (Colombia), de 94 a 200 días en Guayaquil (Ecuador), 46 a 146 en Santo Domingo (República Dominicana) y de 8 a 59 días en San Salvador.
América Latina y el Caribe enfrenta una nueva realidad climática: temperaturas en aumento, olas de calor más frecuentes y récords históricos que ponen en riesgo la vida urbana. Su costo humano es alarmante: la mortalidad asociada al calor creció 140% en dos décadas, y solo en 2023 se estima que 48.000 adultos mayores murieron prematuramente por causas relacionadas con el calor.
Banco Mundial
Con el aumento de las temperaturas globales, se estima que en un escenario climático “intermedio” las temperaturas máximas diarias en las ciudades de América Latina y el Caribe subirán entre 1,5 y 1,7 °C hacia mediados de siglo (2040-2059).
Los hogares de bajos ingresos son los más expuestos, viviendo en barrios con poca vegetación, viviendas de baja calidad y opciones de transporte limitadas al caminar o al transporte público.
“El calor urbano es mortal y desigual. Causa decenas de miles de muertes cada año y afecta de manera desproporcionada a las personas mayores y a los grupos más vulnerables”, indicó el Banco Mundial.
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Hacia finales del siglo (2080-2099), la estimación es que las temperaturas suban entre 2,3 y 2,7 °C en comparación con el período 1986-2005.
“Debido al efecto ICU (isla de calor urbana), las temperaturas nocturnas promedio en una ciudad pueden ser entre 2 y 3ºC más cálidas que en las zonas rurales circundantes”, indicó el reporte.
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El aumento del calor en las zonas urbanas afecta tanto a las personas como a la infraestructura, con consecuencias económicas significativas, según el reporte del Banco Mundial.
Detalla que una caída en la producción urbana resulta particularmente alarmante en esta región, ya que la mayoría de la población vive en ciudades y estas son responsables de una porción significativa del PIB de cada país.
Por ejemplo, Montevideo produce alrededor del 49% del PIB de Uruguay.
En un escenario climático intermedio, para 2050 las pérdidas acumuladas en la región podrían equivaler a entre 1,2 y 2,5 veces el PIB de cada país en 2024.
El modelo indica que los grandes centros urbanos enfrentarán impactos económicos mucho más severos que el promedio regional.
Aunque la mayoría de las zonas no registrarían pérdidas anuales del PIB superiores al 5% hasta la década de 2080 o más adelante, las capitales podrían alcanzar ese nivel ya en las décadas de 2020 o 2030.
Impacto en los trabajadores

Ante el aumento de la población urbana de América Latina y el Caribe, que ha pasado de aproximadamente 62 millones en 1950 a unos 538 millones en 2023, estos riesgos cobran cada vez más relevancia.
En las próximas décadas, el Banco Mundial advierte que “es probable que el costo acumulado del calor extremo sobre la productividad urbana sea grande”.
En la región, el trabajo al aire libre es muy común, sobre todo para los hombres.
En las Américas, unas 200 millones de personas trabajaban al aire libre en 2023, de acuerdo a cifras de citadas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Para 2023, el equipo de Lancet Countdown identificó que la pérdida potencial de ingresos a nivel mundial por la reducción de la capacidad laboral debida al calor extremo alcanzó la cifra récord de US$835.000 millones.
El calor urbano amenaza la prosperidad: el calor extremo reduce la productividad laboral, aumenta los costos de salud y ya está frenando la actividad económica en muchas ciudades, con pérdidas proyectadas del PIB en los principales centros urbanos que podrían alcanzar el 5 % o más en las próximas décadas.
Banco Mundial
En América Latina, las reducciones de la capacidad laboral relacionadas con el calor les generaron a los trabajadores US$1.780 millones en pérdidas potenciales de ingresos o el 1,34% del PIB en promedio.
Según el reporte del Banco Mundial, Venezuela (6,9%), Nicaragua (4,7%), El Salvador (1,94%) y Honduras (1,94%) registran las mayores pérdidas potenciales de ingresos como porcentaje del PIB.
En cambio, Chile registró la menor pérdida (0,02%).
Además, con base en una reciente evaluación mundial de la pérdida de horas laborales por estrés térmico, los analistas detallaron que los países más afectados son Guyana, Surinam, Belice, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago.
La construcción “es, por mucho, el sector con mayores pérdidas proyectadas para 2030″.
Impactos en la productividad laboral
De acuerdo al Banco Mundial, el calor urbano puede afectar la producción económica de las ciudades debido a los efectos sobre la oferta global de mano de obra, las capacidades físicas y mentales de los trabajadores y la oferta de capital humano a largo plazo.
La productividad laboral empieza a disminuir cuando la temperatura de globo y bulbo húmedo (WBGT) alcanza entre 24 y 26 °C, especialmente en trabajos físicamente exigentes.
A 32 °C, la productividad en estas tareas se reduce a más de la mitad.
Algo similar ocurre en trabajos de intensidad media a partir de los 33-34 °C, y en labores de baja intensidad alrededor de los 35 °C.
Medidas para mitigar el impacto

Los analistas del Banco Mundial dicen que el informe “confirma lo que ya saben de primera mano millones de personas en América Latina y el Caribe: las ciudades de la región son cada vez más calientes, algunas peligrosamente“.
Advierten que sin esfuerzos proactivos de adaptación, “los impactos sobre la infraestructura urbana y sobre la salud humana, el bienestar, los medios de subsistencia y las economías urbanas serán significativos”.
En cuanto a las medidas que se pueden aplicar en los lugares, sugiere promover el uso eficiente del suelo para reducir el calor urbano.
Asimismo, adoptar estrategias de enfriamiento en los edificios y generar espacios urbanos frescos gracias al viento, la sombra y el diseño.
También ve clave aumentar los espacios verdes y la cobertura arbórea.
Para cuidar a la población, desde el Banco Mundial ven importante crear sistemas de alerta rápida, sensibilizar a la población sobre los riesgos del calor, proteger a los trabajadores expuestos y ayudar a las personas más vulnerables a adaptarse.
De cara a las instituciones, señala que es importante integrar la cuestión del impacto del calor en las estrategias, los presupuestos y las operaciones, así como crear un mecanismo institucional para fomentar una acción coordinada.
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