Bloomberg Línea — Argentina es el país más endeudado del mundo y, por consiguiente de Latinoamérica, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a octubre de 2025, según datos del propio organismo revisados por Bloomberg Línea.
El mapa de los mayores deudores del FMI en 2025 tiene un marcado acento latinoamericano.
“Estas cifras no solo muestran dependencia financiera, también reflejan un conflicto de fondo entre mantener la estabilidad económica y lograr un verdadero desarrollo”, dijo a Bloomberg Línea Paula Chaves, analista de Mercados de la firma HFM. “Las consecuencias de estas deudas son profundas”.
Generalmente, indica Chaves, cada acuerdo con el Fondo impone condiciones —en gasto público, política monetaria y reformas— que pueden limitar la libertad de los gobiernos.
Según la especialista, las decisiones económicas dejan de responder a las prioridades internas y comienzan a ajustarse a los objetivos del FMI: reducir el déficit, acumular reservas y controlar la inflación. “Esto da cierta estabilidad, pero muchas veces frena el crecimiento, reduce la inversión pública y aumenta la presión social”.
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El pago de la deuda es otro gran desafío.
Los intereses y amortizaciones absorben una parte importante del presupuesto que podría destinarse a educación, salud o infraestructura, apuntó la analista de HFM.
Además, como los pagos se hacen en dólares, las reservas de los bancos centrales se reducen, lo que debilita las monedas locales y encarece las importaciones.
De acuerdo con Chaves, de esta forma se crea un círculo difícil de romper: “Cuanto más se ajusta, menos capacidad hay de generar los dólares necesarios para cumplir con el Fondo”.
Para los países comprometidos, “el servicio de deuda es un factor relevante, ya que los gobiernos se ven obligados a hacer rollover de sus bonos para financiarse", dijo también a Bloomberg Línea el analista financiero Gregorio Ganidni. “Eso los hace principalmente sensibles a aumentos en tasas de interés”.
Adicionalmente, Gandini señaló que estos países comienzan a depender del apetito de los inversionistas y del riesgo país. “Cuando este se deteriora, las nuevas emisiones deben hacerse a una tasa cupón más alta para ser más atractivas”.
En el caso de Argentina, la deuda se estima en unos US$56.944 millones en la actualidad o el equivalente al 8,3% del PIB. Otros países con fuertes compromisos con el FMI en la región son Ecuador y Costa Rica.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) de Argentina, publicadas en septiembre, la deuda con el FMI hasta el segundo trimestre era de US$55.317 millones, luego de un aumento de US$13.994 millones frente al período enero-marzo.
El aumento de la deuda estaría asociado especialmente a los desembolsos que el organismo realizó a Argentina en abril, luego de firmarse un nuevo acuerdo de facilidades extendidas.
A comienzos de este mes, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, señaló que la prioridad número 1 para Argentina es acumular reservas. “Cuando el país pueda afrontar las obligaciones del servicio de la deuda y las presiones internas, con una sólida posición de reservas, entonces, por supuesto, podrá continuar implementando sus programas y mantener a la población argentina comprometida”, afirmó Georgieva en Washington.
Este mismo mes, el FMI recortó en un punto porcentual su estimación de crecimiento para Argentina en 2025, hasta 4,5%, y proyectó 4% para 2026.
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La deuda de Ecuador y Costa Rica con el FMI

Además de Argentina, otro de los países más endeudados con el FMI es Ecuador.
Sus compromisos están enmarcados en un programa crediticio suscrito en mayo de 2024 con miras a fortalecer su sostenibilidad fiscal y de la deuda.
La deuda de Ecuador con el Fondo Monetario Internacional se estima en unos US$8.850 millones o el equivalente a un 6,8% del PIB a octubre.
Ecuador ya superó la tercera revisión del programa de crédito y obtuvo acceso a un desembolso de US$600 millones, informó el pasado 9 de octubre el FMI. En julio, el Directorio Ejecutivo del FMI aprobó una ampliación del programa por alrededor de US$1.000 millones, elevando el acceso total de unos US$4.000 millones a aproximadamente US$5.000 millones.
“Las acciones y reformas de política adoptadas por las autoridades están contribuyendo a fortalecer la estabilidad macroeconómica y financiera, proteger la dolarización, reforzar la sostenibilidad fiscal, resguardar a los grupos vulnerables y respaldar un crecimiento más sólido e inclusivo”, dijo en un comunicado Patrizia Tumbarello, líder de la misión del FMI.
Por otra parte, la deuda de Costa Rica con ese organismo se estima en los US$2.441 millones o el equivalente al 2,4% del PIB.
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Según el FMI, el país cuenta con una Línea de Crédito Flexible (FCL) a dos años, aprobada en junio de 2025, “gracias a sus sólidos fundamentos económicos y marcos institucionales de política”.
El crédito fue por un monto equivalente a US$1.500 millones para reforzar las provisiones de liquidez de Costa Rica y proporcionar un seguro frente a riesgos externos adversos.
“Las autoridades tienen la intención de asignar al acuerdo un carácter precautorio y considerarían la posibilidad de solicitar acceso reducido en el futuro, en la medida en que los riesgos lo permitan”, informó el FMI el pasado 2 de junio.
Los compromisos de Honduras, Colombia y Surinam

Aunque menos comprometido, Honduras también mantiene deudas con el FMI por US$671 millones (equivale al 1,7% del PIB).
En septiembre pasado, las autoridades de Honduras y el equipo del FMI lograron un acuerdo técnico para completar la cuarta revisión del programa firmado en 2023, lo que abriría paso a un desembolso de US$120 millones.
Según el FMI, “la economía hondureña sigue siendo resiliente, y las autoridades continúan avanzando de manera sólida en la implementación de su programa económico, con una acumulación saludable de reservas internacionales”.
De otra parte, los compromisos de Colombia con el FMI equivalen a unos US$638 millones o el 0,15% del PIB.
En septiembre pasado, Colombia decidió cancelar la Línea de Crédito Flexible del FMI, aprobada en abril de 2024 por 6.133,5 millones de Derechos Especiales de Giros (DEG) o unos US$8.100 millones.
Según el Banco de la República, la medida se sustenta en la fortaleza de las reservas internacionales, que alcanzan US$65.500 millones tras acumulaciones y rentabilidad de portafolio recientes.
Durante las recientes reuniones anuales del organismo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió una valoración mixta sobre la situación macroeconómica de Colombia.
Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, quien dejará el cargo este mes, destacó la fortaleza de los amortiguadores externos del país y el manejo prudente de la política monetaria, aunque fue enfático en señalar los crecientes desafíos fiscales.
“Vemos que la economía cuenta con amortiguadores muy sólidos en determinadas áreas y una gestión de la política monetaria muy, muy buena. Por ejemplo, tienen reservas internacionales relativamente altas”, afirmó Valdés.
En Sudamérica, Surinam tiene compromisos con el FMI por unos US$586 millones, pero dado el tamaño de su economía esto equivale al 13% del PIB.
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En marzo pasado, el FMI y Surinam alcanzaron un acuerdo técnico para la novena y última revisión del programa de recuperación económica de las autoridades, respaldado por el Servicio Ampliado del Fondo (SAF), cuya aprobación le permitió acceder a unos US$61,3 millones.
De acuerdo con el FMI, “a mediano plazo, abordar las deficiencias de gobernanza y fortalecer el marco fiscal, incluso mediante la puesta en práctica de nuevas reglas fiscales y un marco institucional reforzado, permitirá a Surinam gestionar de manera sostenible y transparente sus ingresos petroleros”.
En el Caribe, la deuda es más alta en Jamaica, en donde equivale a unos US$804 millones (3,5% del PIB).
Para salir del círculo de la deuda, la analista Paula Chaves dice que se requiere “decisión y creatividad”.
Primero, explica, es posible renegociar los acuerdos con visión de largo plazo, buscando plazos más realistas que no ahoguen la economía.
Segundo, aplicar una austeridad inteligente, recortando el gasto ineficiente, pero manteniendo la inversión que impulsa el crecimiento.
Y tercero, construir una estrategia exportadora diversificada y con mayor valor agregado, que transforme materias primas en productos con tecnología e innovación: energía limpia, litio procesado, servicios digitales o agroindustria avanzada.
“El verdadero alivio no vendrá del Fondo, sino de la capacidad productiva interna. Cuando un país produce más, exporta mejor y atrae inversión, necesita menos deuda y gana independencia económica”, consideró la analista de HFM. “América Latina no necesita más préstamos para estabilizar el presente, sino proyectos que financien su futuro”.
A su juicio, el FMI también debe actualizar su papel: “Menos recetas iguales para todos y más apoyo a la inversión verde, la transformación digital y la inclusión productiva”.
“En un mundo que avanza hacia la inteligencia artificial y la energía limpia, seguir aplicando las mismas políticas de austeridad sería quedarse atrás”, opinó la analista. “La región no puede seguir pagando la deuda con recesión. Debe hacerlo con crecimiento, innovación y productividad. Solo así la estabilidad dejará de ser sinónimo de sacrificio”.









