El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha logrado unas negociaciones clave con China en medio de la guerra comercial que calman por ahora a los mercados tras meses de tensión en los que el rumbo de los aranceles direccionaron el sentimiento de los inversores y trajeron incertidumbre al mundo.
El Día de la Liberación, celebrado el pasado 2 de abril, marcó un giro en la política comercial de EE.UU. y sacudió a los mercados con la imposición de los denominados “aranceles recíprocos” con miras a reducir el histórico déficit comercial que la primera potencia económica mundial mantiene con respecto a sus principales socios, tal y como lo justifica Trump.
Inicialmente, el pasado 2 de abril, Trump impuso un arancel global del 10% a todas las importaciones que comenzarían a aplicarse el sábado 5 de abril. En esa jornada, también anunció aranceles específicos y más fuertes a los mercados que supuestamente imponen más barreras comerciales al país a partir del 9 de abril.
No obstante, ese mismo 9 de abril, Trump declaró una tregua de 90 días, sin considerar a China, dejando en firme solo un arancel reducido del 10% a todas las importaciones, excepto a las provenientes de Canadá y México, que están amparadas por el tratado de libre comercio vigente con Estados Unidos.
De momento, Trump también mantiene vigentes los aranceles del 25% a la importación de carros, así como una tasa del mismo porcentaje a las compras de acero y aluminio.
En Latinoamérica, los aranceles aplicados el 2 de abril por EE.UU. fueron mayormente bajos en comparación con otras regiones del mundo, como Asia.
Entre tanto, México y Canadá quedaron exentos de estas medidas, a la espera de las negociaciones que adelanten con EE.UU.
A la mayoría de los países de la región en la lista del 2 de abril se les aplicó un arancel base del 10%, excepto mercados como Guyana (37%), Nicaragua (19%) y Venezuela (15%), en donde sería notablemente más alto.
“La política comercial estadounidense sigue caracterizada por la incertidumbre”, dijo a Bloomberg Línea Barnaby Fletcher, analista de riesgos de la consultora Control Risks en Estados Unidos y Canadá.
“Los aranceles recíprocos específicos de cada país se encuentran actualmente suspendidos en lugar de eliminarse, aunque las preocupaciones económicas y políticas indican que es improbable que se restablezcan de forma generalizada. Las investigaciones de la Sección 232 están en curso sobre el cobre, la madera, los productos farmacéuticos, los semiconductores y los minerales críticos”.
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La cambiante estrategia comercial de Trump

A pesar de los anuncios del 2 de abril, desde el Día de la Liberación se iniciaron una serie de conversaciones mundiales que permitieron que Trump finalmente se decantara por negociar sobre los aranceles generales.
La estrategia comercial de Trump ha sido cambiante e imprevisible, marcada por giros abruptos entre confrontación y negociación con sus socios comerciales.
En este proceso fue que el pasado 9 de abril el presidente Trump anunció que suspendía durante 90 días la aplicación de aranceles recíprocos “adicionales” a decenas de socios comerciales, al tiempo que volvió a elevar las tasas a China.
Por ejemplo, en el caso de la Unión Europea, Trump suspendió por 90 días los aranceles recíprocos “adicionales”, pero mantuvo los aranceles base del 10% a todos los productos europeos.
En respuesta a estas acciones, el 10 de abril pasado, la Comisión Europea decidió pausar por 90 días la entrada en vigor de sus aranceles como respuesta a las medidas adoptadas por Estados Unidos contra las importaciones europeas de acero y aluminio.
Trump ha amenazado con imponer aranceles a otras materias primas clave como el cobre, así como a dispositivos tecnológicos y otros bienes.
“El ajuste para Latinoamérica ha sido relativamente leve en comparación con otras regiones como Asia; sin embargo, ha llevado a los países no solo a la mesa de negociación, sino también a empezar a buscar opciones”, dijo a Bloomberg Línea el analista financiero Gregorio Gandini.
Dos hechos notables en medio de estas negociaciones comerciales mundiales fueron el encuentro en Moscú entre el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, con su homólogo ruso, Vladímir Putin, así como el acercamiento de Colombia a la iniciativa de la Ruta de la Seda.
La batalla arancelaria entre EE.UU. y China

Desde el Día de la Liberación, EE.UU. y China iniciaron una serie de respuestas hostiles basadas en incrementar los aranceles cada vez más, llevándolos en el caso del país norteamericano al 145% y en el de la potencia asiática a 125%.
No obstante, ambos Gobiernos han llegado a un acuerdo para reducir los aranceles por un plazo de 90 días, con opción de que se realice una prórroga una vez se cumpla el plazo.
China también ha anunciado que suspenderá o cancelará las medidas no arancelarias impuestas a EE.UU. desde el 2 de abril.
Bajo este acuerdo, los aranceles combinados que Estados Unidos aplica a la mayoría de las importaciones chinas se reducirán al 30%, incluida la tasa vinculada al fentanilo, antes del 14 de mayo. Entre tanto, los aranceles chinos sobre los productos estadounidenses bajarán al 10%.
Según el analista Gandini, si bien fue “muy sorpresivo” el nivel al que bajaron los aranceles, esta medida “tiene sentido”, ya que “ambos presidentes necesitan parecer ganadores. Pero no hay que olvidar que esto es por 90 días, así que este tema está lejos de acabarse”.
En términos generales, este proceso de “tire y afloje” evidencia la relevancia de la diplomacia comercial y la negociación, mostrando que Estados Unidos sigue siendo un socio clave en el comercio global, según la analista económica Clara Inés Pardo, de la Universidad del Rosario, en Colombia. “Desde esta perspectiva, los países de Latinoamérica deben buscar estrategias para lograr negociaciones”.
Considera que esto es especialmente importante en productos fundamentales para las economías internas, donde se tiene una posición desfavorable.
La meta es encontrar oportunidades para adaptarse a esta nueva situación, como ya lo hacen varios países al diversificar sus relaciones comerciales o fortalecer sus economías internas para reducir la dependencia de Estados Unidos.
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Otros acuerdos logrados por Donald Trump

La semana pasada, el presidente Donald Trump también anunció que Estados Unidos alcanzó lo que describió como un acuerdo comercial integral con el Reino Unido, siendo el primero de los acuerdos prometidos con países de todo el mundo.
“El acuerdo con el Reino Unido es completo e integral, y consolidará la relación entre EE.UU. y el Reino Unido durante muchos años”, escribió Trump en sus redes sociales.
Trump adelantó el jueves pasado que a este le seguirían muchos otros acuerdos, “que se encuentran en fases avanzadas de negociación”.
Por medio del acuerdo, el Reino Unido aceleraría el proceso aduanero de los productos estadounidenses y reduciría las barreras a las exportaciones agrícolas, químicas, energéticas e industriales.
Según informó Bloomberg, bajo este acuerdo el Reino Unido aceleraría el proceso aduanero de los productos estadounidenses y reduciría las barreras a las exportaciones agrícolas, químicas, energéticas e industriales.
De acuerdo con fuentes con conocimiento del acuerdo, y que hablaron bajo condición de anonimato con Bloomberg, el pacto tiene un alcance limitado y mantiene un arancel básico del 10%.
Estas negociaciones y las que acaba de cerrar EE.UU. con China podrían marcar el rumbo de los acuerdos futuros en materia comercial con EE.UU.
Para Barnaby Fletcher, las actuales negociaciones comerciales generarán volatilidad en el mercado, pero es poco probable que aporten mucha claridad a largo plazo.
El gran número de negociaciones comerciales impulsadas por la administración estadounidense, con objetivos como cerrar 90 acuerdos en 90 días, según el asesor comercial estadounidense Peter Navarro, hace que cada pacto tenga un alcance limitado.
Esto ya se reflejaría en los acuerdos con el Reino Unido y China, que están lejos de ofrecer una base sólida para el comercio futuro, en opinión de Fletcher. Además, la falta de claridad sobre las verdaderas metas comerciales de EE.UU. complica el panorama, ya que dentro del propio gobierno hay visiones contradictorias sobre el uso de los aranceles.
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