Buenos Aires — Con el mercado tachando los días hasta las elecciones y la incertidumbre respecto de qué pasará con el apoyo del gobierno de Donald Trump, los argentinos volverán este domingo a las urnas para dar un veredicto respecto de la primera mitad del gobierno de Javier Milei. Si bien la elección determinará la renovación de un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados, en la práctica la onda expansiva del resultado podría tener un alcance mucho mayor: podría determinar el futuro de la Administración Milei y del rumbo económico del país.
El propio oficialismo reconoce la crucial trascendencia de esta elección. “Son más importantes que las presidenciales de 2027”, dijo el ministro de Economía, Luis Caputo, el miércoles. El resultado se leerá como un plebiscito respecto del rumbo económico que emprendió el partido oficialista La Libertad Avanza en diciembre de 2023 y su apuesta por un orden macro que todavía no derramó en mejoras micro para todos los sectores de la sociedad.
A ojos del Gobierno y de buena parte de la sociedad, la elección plantea dos caminos posibles: en uno, con el respaldo de la sociedad (y de Estados Unidos), ven el terreno allanado para avanzar con las llamadas reformas estructurales –laboral e impositiva primero, previsional después–, cruciales para ganar competitividad sin volver a devaluar; en el otro, asumen una pendiente cuesta arriba, con más volatilidad, incertidumbre y obstáculos hasta 2027.
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Apuesta al orden macro
En estos casi primeros dos años de gestión, el Gobierno argentino apostó por ordenar las cuentas públicas, ante el diagnóstico que las recurrentes crisis del país tienen, por sobre todas las cosas, un origen fiscal. También priorizó la desaceleración de la inflación por sobre el resto de las variables.
En primer término, implementó un fuerte ajuste del gasto, llevándolo de niveles de 19,5% del PBI al cierre de 2023 a 14,6% en el primer semestre de este 2025. Así, Argentina pasó de un déficit primario de 2,9% del PBI en 2023 a un superávit primario de 1,8% del PBI en 2024. El Gobierno se había propuesto alcanzar un 1,6% este año, aunque todo indica que podría cerrar más cerca del 1,3% que ya acumulaba a septiembre.
Sin déficit, ha reiterado el oficialismo, no se requiere emitir pesos ni tomar deuda para cubrir esa diferencia entre ingresos y egresos.
Al restringir la emisión, el Gobierno logró que la inflación mensual cayera de 12,8% en noviembre de 2023 a 2,1% en septiembre de 2025. Aquel 12,8% incluso contenía inflación reprimida por precios pisados y un tipo de cambio artificialmente bajo que el equipo económico no tardó en corregir. Por eso en el oficialismo señalan como ajena la inflación de 25,5% de diciembre 2023 y la de los primeros meses de 2024.
Esta desaceleración de la inflación le permitió al Gobierno mostrar como uno de los principales logros de su gestión que la pobreza, según mediciones del Indec, cayera desde el 41,7% en el segundo semestre de 2023 a 31,6% en el primer semestre de este 2025, el nivel más bajo desde 2018.
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Dólar, reservas, riesgo país y deuda
En lo que respecta al dólar, tras el salto inicial de ARS$385 a ARS$800, el Gobierno apeló primero a un crawling peg de 2% (que en enero llevó a 1%) como ancla cambiaria para contener a los precios. Ese deslizamiento, muy por debajo del nivel de precios, llevó a analistas a advertir sobre un atraso cambiario ante una cuenta corriente que pasó de superavitaria a deficitaria en junio de 2024, y encadenó después 12 meses consecutivos en rojo.
Pero en abril de este año, el Gobierno cambió de régimen cambiario: liberó los controles para personas, dejó atrás el crawling peg e implementó un esquema de flotación entre bandas móviles divergentes, que ajustan al 1% mensual. Desde entonces, el dólar flotó entre ese piso y techo.
Si bien la tensión cambiaria afloró con fuerza en los últimos meses, el tipo de cambio en términos reales todavía se ubica lejos de los picos de la gestión anterior. Según cálculos de Salvador Vitelli, jefe de Research de Romano Group, los ARS$195 de octubre de 2020 equivaldrían hoy a ARS$3.988, los ARS$340 de julio de 2022, a ARS$3.411, y los ARS$1.110 de octubre de 2023, a ARS$4.065.
En diciembre de 2023, de hecho, el dólar MEP se ubicaba apenas debajo de los ARS$1.000 y hoy el tipo de cambio ronda los ARS$1.500. La suba, del 50%, queda todavía por debajo de la inflación acumulada desde entonces: 233%.
Para que el dólar no supere ese techo en la antesala electoral, sin embargo, entre el Banco Central, el Tesoro argentino y hasta el Tesoro de los Estados Unidos debieron vender casi US$3.900 millones en los últimos dos meses. Desde septiembre, el Banco Central informó ventas por US$1.155,5 millones. Y según Equilibra, el Tesoro argentino vendió US$640 millones y el Tesoro estadounidense habría vendido US$2.100 millones.
Por ese motivo, creció con fuerza entre operadores y analistas la expectativa de una recalibración de las bandas o incluso del esquema cambiario tras las elecciones, algo que el equipo económico ha negado que fuera a ocurrir.
El Banco Central de la República de Argentina, además, aumentó su posición vendida en el mercado de futuros a unos US$7.200 millones en octubre, según estimaciones de Portfolio Personal Inversiones (PPI). La posición short de la entidad en ese segmento, añadió la firma, alcanzó el mayor nivel desde febrero de 2016.
Esa misma posición, el CEO de Max Capital Asset Managment, Nicolás Guaia, en La Estrategia del Día, explicó que incluso podría ser uno de los motivos por los que el equipo económico evitará ajustar el esquema de bandas la semana próxima, incluso en caso de una derrota electoral que sostenga la presión cambiaria.
Independientemente de ello, en el equipo que lidera Luis Caputo confían en que hubo una sobredolarización por parte de los agentes de cara a los comicios.
“¿Por qué la gente compra? Porque cree que hay un cambio de régimen. La gente prende la tele y todo el tiempo se habla de un cambio de régimen. A nosotros nos pasó ya tres veces en nuestra gestión y se llegó a un nivel de dolarización más o menos como estamos ahora. Medido en términos de depósitos en dólares sobre pesos, estamos al 52%. Cada vez que eso pasó, el tipo de cambio corrigió un 10% a 15% hacia abajo", explicó al participar de un encuentro organizado por la Bolsa de Comercio de Córdoba.
En ese mismo encuentro, el titular de la cartera de Hacienda también defendió la política de acumulación de reservas. Señaló que la actual gestión heredó reservas netas negativas por US$11.500 millones y hoy son positivas en US$5.000 millones. Y respondió a las críticas por la falta de acumulación en los últimos meses marcando que “el mercado no es un Excel” y subrayando que el Gobierno de Milei fue el que más dólares compró: US$29.000 millones.
Sin embargo, el Banco Central apenas pudo retener una pequeña porción, ya que debió hacer frente a compromisos de deuda ante la imposibilidad de acceder a los mercados para refinanciarlos. Es que, si bien el riesgo país cedió desde los 1.900 puntos en que se encontraba antes del cambio de gestión, todavía se ubica en niveles superiores a los 1.000 puntos, el doble que piso que tocó en enero (560) y de los 500 puntos que, según el Gobierno, debería alcanzar para recuperar acceso a los mercados.
Esa imposibilidad de acceder a los mercados para refinanciar deuda, y los compromisos que debió afrontar el Ejecutivo también explican porqué la deuda consolidada del BCRA y el Tesoro cayó US$26.400 millones (6,4% del PBI) desde el tercer trimestre de 2023 al segundo de este año, según calculó Facimex Valores.
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Esperando la micro
Las correcciones macro, sin embargo, aún no se traducen en mejoras micro para buena parte de la población.
Un informe de la consultora Equilibra advierte que el rebote de la economía que midió el Indec en agosto podría haberse interrumpido en septiembre.
El miércoles, el instituto estadístico había revelado que el Estimador Mensual de Actividad Económica trepó 0,3% desestacionalizado en agosto, cortando así tres meses consecutivos de contracción. Pero para los analistas de Equilibra, la actividad habría vuelto a contraerse en septiembre, mes para el que anticipan una baja de 1%, por lo que la caída de la actividad se habría profundizado en el tercer trimestre un 0,7% desestacionalizado.
En un informe a clientes citado por el diario Clarín, Fundación Capital había calculado días atrás una caída del 0,8% en el tercer trimestre. Sumada a la retracción del PBI de 0,1% trimestral del segundo trimestre, señaló la firma, implicaría que Argentina volvió a ingresar en una “recesión técnica”, dejando atrás el rebote económico que se frenó en los primeros meses del año.
Durante una reciente charla organizada por Grupo IEB, Ricardo Arriazu también marcó que la economía argentina tocó su techo a principios de 2025 y desde ese momento emprendió una caída. Allí también dijo que 14 de los 15 sectores de la actividad aún están lejos de sus picos alcanzados en los últimos años.
Producto de ello y de una economía que no genera nuevos puestos de trabajo en el sector privado desde hace al menos una década, Facimex Valores publicó esta semana un gráfico en base a datos de la Universidad de San Andrés, que refleja que el nivel de salarios y la falta de trabajo se ubican entre las principales preocupaciones para los argentinos. La inflación, en cambio, cayó al sexto lugar desde 2024.
“En 2024 el Gobierno agarró la que era, con diferencia, la principal preocupación de la sociedad (inflación) y la aniquiló. En contrapartida, las dos menores preocupaciones (salarios y trabajo) picaron en punta. El domingo la sociedad vota si está satisfecha con este trade-off”, analizó el economista Federico Machado.

En ese contexto, un reciente estudio de la consultora Scentia reflejó que en septiembre el consumo masivo cayó 3,7% respecto de agosto y se ubica por debajo de los niveles que mostraba al momento del cambio de gestión. En una escala que toma como base 100 los niveles de enero de 2023, el consumo masivo se encontraba en septiembre de 2025 en niveles de 84,2%, por debajo del pico de 111% que tocó en diciembre de 2023 y que se registró en los meses previos.
Para entonces, analistas privados reconocían que el consumo se encontraba inflado como consecuencia del llamado ‘plan platita’ que dispuso el gobierno de Alberto Fernández en la recta final de la campaña electoral, así como por la elevada inflación o las expectativas de devaluación.
La caída del consumo masivo se explica, en parte, por cierto cambio de composición del consumo (en favor de bienes durables) pero también por un retroceso del ingreso disponible para los hogares argentinos, que es el nivel de ingresos que quedan una vez que se terminan de afrontar gastos fijos. Según datos de la consultora Empiria, el ingreso disponible se encuentra un 5,8% por debajo del nivel de 2023.
Ese menor ingreso disponible, a su vez, es consecuente con el aumento de la mora de las familias argentinas con bancos que informó días atrás el BCRA en julio. En dicho mes, trepó a 6,6%, el nivel más alto de toda la serie que se remonta hasta 2008. El ratio de irregularidad del crédito al sector privado, en tanto, fue del 3,7%, el mayor valor desde marzo de 2022.
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