Cómo funciona el “dólar tarjeta” en Bolivia ante cambios de Asfi y escasez de divisas

La escasez de dólares en Bolivia se mantiene y las presiones para acceder a divisas se han vuelto más fuertes en medio de esta situación.

Bolivia también se enfrenta a un escenario en el que empiezan a posicionarse tipos de cambios paralelos, aumentando la brecha con el oficial, de 6,96 Bs/USD.
28 de marzo, 2025 | 01:55 PM
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Bolivia — La reciente modificación al esquema de comisiones en Bolivia para el uso de tarjetas de crédito en el exterior ha llevado a los economistas a alertar sobre una “profundización” de los controles de capital, que se han venido endureciendo de forma progresiva, dando paso a un nuevo esquema que han denominado informalmente “el dólar tarjeta”.

Las alertas surgieron luego de la publicación el 14 de marzo por parte de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi) de la circular 857/2025, que define de una comisión variable para los bolivianos que utilicen tarjetas de crédito en el exterior. El mecanismo vigente establece que los consumos con tarjeta en el extranjero o en plataformas digitales internacionales estarán exentos de comisión hasta un umbral mensual de US$100.

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“Por encima de ese monto, las transacciones quedan sujetas a una Comisión Máxima Variable, que se calcula en función del promedio ponderado de las operaciones cambiarias de las entidades financieras durante los 29 días anteriores, con un rezago de siete días”, dijo el economista del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), Jonathan Fortun.

Explica a Bloomberg Línea que este mismo criterio se extiende a transferencias y giros internacionales, reemplazando el sistema anterior de comisiones fijas, que oscilaban entre 5% y 10% en dólares y hasta 20% en otras monedas extranjeras.

Esta medida es una pieza más dentro de una estrategia de administración defensiva frente a un desequilibrio macroeconómico profundo. No soluciona el problema de fondo —la insuficiencia estructural de divisas y el déficit fiscal—, pero busca contener sus efectos inmediatos. Como toda política de control, puede ofrecer cierto alivio de corto plazo, pero a costa de acumular distorsiones que, con el tiempo, hacen más costosa cualquier eventual corrección.

Jonathan Fortun, economista del Instituto de Finanzas Internacionales

Para Fortun, esta medida busca restringir el acceso de los bolivianos a dólares cuando realizan consumos o envían fondos fuera del país: “Aunque el cambio pueda parecer técnico, tiene implicancias macroeconómicas importantes. En esencia, se está construyendo un sistema en el que el costo de acceder a divisas para usos externos queda vinculado a un tipo de cambio efectivo, fluctuante y determinado administrativamente”.

Si bien considera que no es un mercado paralelo, sí lo interpreta como una forma de encarecer y racionalizar el acceso a moneda extranjera desde canales formales. “Se trata, en los hechos, de una medida de racionamiento”, apuntó Fortun.

Bolivia mantiene un panorama de escasez de dólares

Los cambistas y las casas de cambio bolivianos también se ven afectados por la escasez de dólares

La disposición de la Asfi surge aún en un contexto de creciente escasez de divisas en la economía boliviana, a medida que las reservas internacionales netas, que superaban los US$15.000 millones en 2014, “han caído a niveles preocupantes”, según Fortun.

Bolivia también se enfrenta a un escenario en el que empiezan a posicionarse tipos de cambios paralelos, aumentando la brecha con el oficial, de 6,96 Bs/USD.

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El dólar paralelo actualmente se aproxima a los 12 Bs/USD y para los bolivianos el tipo de cambio fijo se está volviendo cada vez más insostenible.

En este marco, la salida de divisas por canales formales es vista con cautela por las autoridades, mientras que los analistas consideran que la medida tomada por Asfi responde justamente a una lógica de contención.

En lugar de realizar un ajuste explícito del tipo de cambio —que tendría costos políticos significativos—, se opta por establecer barreras indirectas al acceso de dólares, creando un sistema de precios relativos dual, donde el valor del dólar para consumos en el exterior se encarece artificialmente.

Jonathan Fortun, economista del Instituto de Finanzas Internacionales

La actual escasez de divisas en el país derivó en los últimos meses en dificultades para la importación y el abastecimiento de combustibles.

Mientras tanto, el Gobierno acusa a los opositores en el Legislativo de imponer barreras para aprobar créditos externos por más de US$1.600 millones.

La Administración de Luis Arce ha respondido a las dificultades con un decreto que permite a la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) comprar dólares para asumir la importación de combustibles.

Posiciones divididas sobre efecto en las entidades financieras

El analista financiero Jaime Dunn considera el uso de tarjetas de crédito en el exterior se ha convertido en “una pérdida total” para los bancos debido a que deben cobrar al tipo de cambio oficial, mientras los compran por encima, en Bs/7,40.

Esto, en su opinión, generaba una ventaja para los bolivianos que viajaban al exterior, ya que podían obtener dólares baratos a través de compras y retiros en cajeros automáticos.

En este sentido, Dunn considera que se requería nivelar la diferencia que pagan los bancos por los dólares, permitiendo así a través de esta medida una equiparación con el tipo de cambio paralelo.

Sin embargo, matiza que esta práctica se ha ido frenando por parte de los bancos, bajando el monto que se puede usar.

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Con esto, “el uso de tarjeta está tan restringido que no pasa a veces de US$30 o US$40 al mes”, dice Dunn.

En este sentido, explica que para que esto no continúe así, la Asfi ha implementado esta comisión variable sobre las tarjetas de crédito, permitiendo que los bancos obtengan un monto adicional sobre el tipo de cambio oficial.

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Desde otra orilla, el analista de IIF cuestiona que no se trate de una decisión comercial de los bancos, sino una “directiva impuesta por el ente regulador”, lo que podría suponer un nuevo tipo de presión sobre las entidades financieras.

Estas entidades ahora deben aplicar un “esquema complejo” de comisiones variables que no necesariamente reflejaría su propia disponibilidad de divisas ni su apetito de riesgo.

En la práctica, se les traslada la tarea de “administrar la escasez, convirtiéndolas en ejecutoras de una política cambiaria restrictiva que puede erosionar la relación con sus clientes y aumentar la carga operativa y reputacional”, según Fortun.

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