Bloomberg Línea — La expectativa de recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos ha despertado optimismo en varios mercados emergentes. Sin embargo, para Colombia la posibilidad de relajar la política monetaria no depende de un sólo factor externo.
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La codirectora del Banco Central colombiano, Bibiana Taboada, advirtió en entrevista con Bloomberg Línea que el panorama local está marcado por una inflación persistente, un gasto público expansivo y la indexación de precios al salario mínimo e inflación pasada, que obliga a mantener la cautela en la toma de decisiones.
“La decisión de tasas de la Fed es un factor importante, pero es sólo uno dentro de muchos otros que tenemos en cuenta”, explicó Taboada. “No es que sólo porque la Fed baje las tasas nosotros lo podamos hacer. Hay que ver cómo se mueven todos los demás factores, cómo se comporta la inflación y la economía a nivel local”, añadió.
En 2025 la inflación ha permanecido prácticamente estable, alrededor del 5%, muy por encima de la meta del 3%, lo que mantiene las tasas de referencia en niveles restrictivos, superiores al 9%.
A esto se suma un entorno fiscal expansivo y un mercado laboral dinámico, pero con alta informalidad, elementos que complican la ruta de convergencia hacia los objetivos de estabilidad de precios.
Inflación estable, pero lejos de la meta
El comportamiento reciente de la inflación ha sido una de las principales sorpresas para el emisor. “Lo que tenemos es una inflación que permanece casi que estable a lo largo del año. Y eso es por diferentes razones”, señaló Taboada. En enero la variación anual se situaba en 5,2% y el dato más reciente se ubicó en 5,1%, reflejando una persistencia inesperada.
Los alimentos han jugado un papel relevante en estas cifras, con incrementos superiores al 6% en el último mes por choques internacionales y factores locales como bloqueos y derrumbes. Pero el mayor reto proviene de los servicios, cuya inflación se mantiene cerca del 6% debido a la fuerte indexación a la inflación pasada y al salario mínimo.
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Este fenómeno, explicó Taboada, hace que la inflación no ceda con la velocidad deseada, a pesar de una política monetaria restrictiva.
Empleo: fortaleza y debilidades
En el frente laboral, la economía ha mostrado señales positivas. “Tenemos una tasa de desempleo que es baja para los estándares colombianos, y ello es algo que nos da tranquilidad para seguir concentrando la política monetaria en que la inflación baje”, dijo la codirectora.
Pero la fortaleza del empleo contrasta con un problema estructural: la informalidad. “Es una de las grandes dificultades de la economía colombiana, los costos son enormes porque afectan el recaudo fiscal, limitan el acceso a financiamiento y frenan la productividad”, advirtió.
La persistencia de una economía dividida entre sectores formales e informales condiciona la capacidad de crecimiento y genera una carga adicional sobre la política fiscal.
El dilema del salario mínimo
Uno de los puntos más sensibles en el debate inflacionario es la negociación del salario mínimo. En su discurso del 20 de julio ante el Congreso, el presidente Gustavo Petro recordó que en su Gobierno “el salario mínimo ha subido como en ninguno” y aseguró que en el año que le queda va a “aprovechar” para que siga siendo así.
Para Taboada, es justo que los trabajadores reciban compensación por la inflación y por los avances en productividad. “Los trabajadores tienen derecho a que se les reconozca la pérdida del poder adquisitivo de sus ingresos a causa de la inflación, así como las ganancias por los incrementos en productividad”, sostuvo.
No obstante, cuando los aumentos superan esos dos elementos, los costos se extienden al conjunto de la economía. “Tenemos que ser conscientes de que eso tiene un costo. Como dicen los gringos, no hay almuerzo gratis. ¿Y cuál es el costo? Más inflación y por consiguiente tasas de interés más altas”, explicó.
El efecto ya se refleja en las perspectivas económicas de los agentes económicos. “Las expectativas de inflación han sido muy persistentes, y parte de ello es porque los agentes ya incorporan en sus expectativas mayores incrementos al salario mínimo. Eso implica también mayores expectativas de tasa de interés”, dijo la banquera.
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Tipo de cambio y riesgo electoral
En los últimos meses, la apreciación del peso colombiano frente al dólar ha dado un respiro en términos inflacionarios, al abaratar bienes importados.
Sin embargo, esa tendencia es frágil. “Hemos tenido en los últimos meses una tendencia de apreciación del peso, pero dada la coyuntura local en términos políticos, el deterioro fiscal y la incertidumbre global, es difícil prever qué va a pasar con la tasa de cambio”, advirtió Taboada.
El calendario electoral de 2026 agrega una fuente de volatilidad. Encuestas y cambios en la percepción de riesgo podrían generar movimientos bruscos en el mercado cambiario, afectando de nuevo la inflación y obligando al banco central a sostener su postura restrictiva.
El peso de la política fiscal
El deterioro de las finanzas públicas se ha convertido en un factor central para el Banco Central. “Hoy en día el tema fiscal tiene un peso importante y creciente en nuestras decisiones de política monetaria”, afirmó Taboada.
La expansión del gasto público, junto con dudas sobre la sostenibilidad fiscal, ha elevado las primas de riesgo de Colombia por encima de las de varios países de la región, incluso con menor calificación crediticia.
Esto no sólo encarece el financiamiento, sino que también amplifica la vulnerabilidad de la economía frente a choques externos. “Eso implica que la política monetaria tiene que ser más restrictiva de lo que sería en ausencia de esa política fiscal expansiva”, recalcó.
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Perspectivas hacia 2026
Pese a los retos, el equipo técnico del banco central proyecta que la inflación empiece a descender gradualmente el próximo año.
Según sus estimaciones, 2025 cerrará en torno al 4,8% y 2026 podría concluir cerca del 3,2%, ya dentro del rango de tolerancia de entre 2% y 4%, pero existe un sesgo alcista por cuenta de eventos como la negociación del salario mínimo para el próximo año.
“En este momento la perspectiva es que la inflación caiga el próximo año, lentamente, pero que continúe su convergencia hacia la meta de 3 %. Mientras eso ocurra, de manera muy gradual y cautelosa, podría haber espacio para que las tasas también cayeran”, explicó Taboada.
No obstante, reconoció que los riesgos están sesgados al alza: aumentos de salario mínimo por encima de la inflación y la productividad, nuevas presiones fiscales y eventuales choques internacionales. “El balance de riesgos está sesgado hacia una inflación más alta y una tasa de interés más alta”, concluyó.
El Banco de la República enfrenta un panorama en el que factores internos pesan tanto o más que los externos.
La rebaja de tasas por parte de la Fed no es garantía de alivio inmediato en Colombia, en donde la inflación se resiste a caer, la política fiscal expande la demanda y el salario mínimo condiciona expectativas.
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La voz de Bibiana Taboada deja claro que, en este escenario, la cautela seguirá marcando la hoja de ruta del Banco Central colombiano.
La autoridad monetaria colombiana se reunirá el próximo martes 30 de septiembre. Actualmente la tasa de interés está en el 9,25% y la más reciente reunión concluyó con la decisión de mantenerla inalterada.