Bloomberg Línea — El presidente colombiano Gustavo Petro ha encontrado en el enfrentamiento con Donald Trump una oportunidad política inesperada. Lo que comenzó como una respuesta a las acusaciones del exmandatario estadounidense —quien insinuó que Petro tiene vínculos con el crimen organizado— ha escalado hasta convertirse en un eje central del discurso presidencial.
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Petro ha utilizado el choque para proyectar liderazgo, agitar el sentimiento nacionalista y reordenar el tablero político de cara a las elecciones de 2026.
“Lo que hace es agrupar a diferentes opositores, incluso de Gustavo Petro y de su gobierno, alrededor de conceptos como la soberanía, la defensa de la identidad nacional y el respeto por las instituciones colombianas”, explica el analista político Carlos Arias, gerente de Estrategia & Poder.
Según el analista, Petro ha sabido capitalizar la controversia para fortalecer su narrativa interna, a pesar de que el eco internacional de sus palabras es limitado.
Arias sostiene que el cálculo del presidente es premeditado. Al desafiar abiertamente a Trump y a las instituciones de Estados Unidos, el mandatario colombiano consolida su figura como líder independiente y desafiante frente al poder global, un gesto que resuena entre sus seguidores y entre parte de la oposición.
“Esto le favorece altísimamente a Gustavo Petro, y lo sabe usar muy bien”, dice el analista. “Le da una narrativa nueva, refresca la narrativa y le empuja la narrativa a Gustavo Petro y a muchos de sus candidatos a Cámara y Senado.”
Sin embargo, esa ganancia política puede tener un costo diplomático considerable. Para Martha Lucía Ardila, politóloga internacionalista y docente del Externado de Colombia, el deterioro en la relación con Washington amenaza con afectar los intereses comerciales del país.
“Colombia se va a perjudicar con esta nueva crisis con los Estados Unidos por el tema de los aranceles”, advierte. “Alrededor del 30% de las exportaciones colombianas van a los Estados Unidos. Si esos aranceles suben, el impacto sobre el sector empresarial será inmediato”.
Soberanía y victimización
El discurso de Petro combina dos elementos que han marcado su trayectoria política: el antiimperialismo y la victimización.
Frente a las acusaciones de Trump, el mandatario ha optado por presentarse como un presidente que defiende la independencia nacional frente a la intromisión extranjera.
“De alguna manera sabía en lo que se estaba metiendo”, observa la analista política María Margarita Zuleta. “Va a construir a partir del irrespeto que considera él fue un irrespeto del presidente Trump hacia él. Eso genera cierta solidaridad con él en la población, diciendo: hay que respetar la independencia de los pueblos”.
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Esa narrativa, según Zuleta, puede traducirse en réditos políticos inmediatos, especialmente en las elecciones legislativas de 2026. Sin embargo, advierte que su alcance presidencial es limitado: “Creo que ese apoyo se puede traducir fácilmente en elecciones de Senado y Cámara, pero no creo que se traduzca en elecciones presidenciales. La mayoría de los colombianos entiende la importancia de mantener buenas relaciones diplomáticas con todos los países del mundo”.
En los círculos empresariales y diplomáticos, la preocupación no es tanto la retórica, sino las consecuencias prácticas.
Una persona familiarizada con los procesos de cooperación judicial entre ambos países, que pidió mantener su nombre en reserva porque no tiene autorización para discutir estos temas en público, dijo que varios acuerdos de extradición quedaron congelados tras la llegada de Petro al poder.
Sostuvo que se venía trabajando en un par de acuerdos de extradición muy importantes antes de que Petro asumiera el cargo, sin embargo, una vez tomó posesión del cargo todos ellos quedaron descartados. La razón que se dio desde Colombia fue que ya había un acuerdo con esos actores.
“La ley colombiana establece que si hay procesos de paz avanzados entonces la extradición se suspende. El presidente obedece la ley colombiana no las órdenes de gobiernos extranjeros", ha manifestado el presidente Petro al respecto.
Consecuencias en la política exterior y el comercio
Colombia ha sido históricamente uno de los aliados más estables de Estados Unidos en la región, tanto en materia de seguridad como de comercio.
Esa alianza, sin embargo, atraviesa uno de sus momentos más tensos en décadas. “Mientras Colombia no retorne al pragmatismo en las relaciones con los Estados Unidos y con América Latina, como lo tuvo durante el gobierno de Juan Manuel Santos o incluso Iván Duque, será muy difícil que la situación se resuelva”, advierte Ardila.
El distanciamiento de Washington también ocurre en un contexto de realineamientos globales. Varios países latinoamericanos han estrechado lazos con China, y Colombia no ha sido ajena a esa tendencia.
Ardila señala que “los países latinoamericanos han venido cambiando y cada vez más hay una diversificación y un estrechamiento de relaciones con China en países como Chile, Brasil o Ecuador.” Pero advierte que, a diferencia de esas economías, Colombia mantiene una fuerte dependencia de su relación comercial con Estados Unidos.
Para los mercados internacionales, el discurso de Petro representa una fuente de incertidumbre adicional. Cate Klemme, directora de operaciones de la firma de inteligencia Southern Pulse, explica que la desconfianza hacia el gobierno colombiano ya existía: “En general, los inversores se han mostrado recelosos con Petro durante toda su presidencia, independientemente de estas acusaciones.” A su juicio, el foco no debería estar en la veracidad de las acusaciones de Trump, sino en sus motivaciones: “Debemos preguntarnos por qué Trump está haciendo la acusación, en lugar de preguntarnos por el impacto de la acusación en sí”, concluyó.
Un juego de alto riesgo con dividendos internos
En lo político, la confrontación con Trump le permite a Petro reconfigurar su mensaje. Desde su llegada al poder, su gobierno ha tenido dificultades para sostener la popularidad y cohesión de su coalición.
Ahora, con un enemigo externo visible y poderoso, el presidente logra encuadrar el debate en torno a la soberanía y el orgullo nacional.
“El discurso tiene un eco que para Donald Trump es insignificante, pero para Colombia sí importa”, dice Arias. “Es un mensaje pequeño para el tercer mundo, pero que le da fuerza a Petro en casa”.
Esa táctica, asegura, no solo refuerza su liderazgo dentro del Pacto Histórico, sino que ofrece una narrativa cohesionadora para las campañas locales y legislativas de su bloque político.
En contraste, para sectores empresariales y diplomáticos, el costo puede ser alto. La tensión bilateral no solo pone en riesgo acuerdos comerciales o de cooperación judicial, sino que amenaza con deteriorar la confianza de largo plazo que durante décadas caracterizó la relación entre Bogotá y Washington.
Apuesta electoral y consecuencias diplomáticas
La estrategia de Petro, calculada y desafiante, busca consolidar un relato de independencia nacional frente a Estados Unidos, un mensaje que históricamente resuena en amplios sectores del electorado colombiano.
Sin embargo, esa narrativa, aunque efectiva en la política interna, podría acarrear costos duraderos en la escena internacional.
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Al convertir el choque con Trump en combustible político, el presidente colombiano gana visibilidad y cohesión en el corto plazo. Pero el precio de esa confrontación podría medirse en términos de aislamiento diplomático, tensiones comerciales y pérdida de confianza entre socios estratégicos.
Petro ha demostrado que domina el lenguaje de la política interna. Lo que está por verse es si su apuesta por el discurso de soberanía —y su pulso con Trump— resistirá las presiones económicas y diplomáticas que inevitablemente traerá el 2026.