Bloomberg Línea — Desde retomar el control estadounidense del Canal de Panamá, hasta adquirir la isla de Groenlandia (propiedad de Dinamarca) y anexar Canadá a EE.UU., la materialización de las propuestas del presidente electo Donald Trump podrían sacudir el tablero geopolítico y económico.
En medio del ruido que han generado sus propuestas, ahora el mandatario electo ha dicho que cuando tome posesión el próximo 20 de enero quiere renombrar el golfo de México como “Golfo de América”.
Su propuesta ha tenido eco en su partido y la congresista republicana Marjorie Taylor Greene afirmó que presentaría un proyecto de ley para materializar esta propuesta.
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“Vamos a cambiar el nombre del golfo de México por el ‘Golfo de América’, que suena muy bien y abarca una gran extensión de territorio. Qué nombre tan hermoso. Y es apropiado, realmente lo es”, manifestó Trump este martes 7 de enero durante una rueda de prensa.
¿A quién le pertenece el Golfo de México?
El Golfo de México es una vasta cuenca oceánica entre los litorales de México (Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán), Estados Unidos (Florida, Alabama, Misisipi, Luisiana y Texas y Cuba (Pinar del Río y Artemisa).
Técnicamente, toda esa porción de agua no le pertenece a ningún Estado, pero sobre ciertas partes de esa porción de agua tienen derechos tanto Estados Unidos, México y Cuba, explica a Bloomberg Línea Enrique Prieto-Rios, profesor de Derecho Internacional en la Universidad del Rosario.
Los derechos de cada uno de estos países sobre el Golfo dependen de la distancia desde la costa de cada uno, de acuerdo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar).
La Convención define tres zonas principales que determinan esos derechos.
La primera es el mar territorial, que se extiende hasta 12 millas náuticas desde la línea base del Estado costero. En esta zona, los países pueden aplicar sus leyes penales, laborales y otras como si se estuviera sobre tierra.
La zona contigua, que abarca hasta 24 millas náuticas tomadas desde la línea base, otorga derechos limitados sobre temas como migración y sanidad.
Finalmente, la zona económica exclusiva se extiende hasta 200 millas náuticas, donde el país costero tiene derechos exclusivos sobre los recursos naturales, como petróleo y minerales, en la superficie y en el fondo marino.
“Luego está la plataforma continental, sobre la cual el Estado costero tiene derechos para explotar recursos, como el petróleo, por ejemplo”, apuntó.
México le responde a Trump: “¿Por qué no le llamamos América Mexicana?
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, le respondió a Trump que el nombre de este territorio es reconocido por las Naciones Unidas, pero además evidenció que se le identifica así desde 1607.
Sheinbaum argumentó que, cuatro siglos atrás, a la región de Norteamérica se le conocía como “América Mexicana”.
“¿Por qué no le llamamos América Mexicana? Se oye bonito, ¿no? ¿Verdad que sí? Desde 1607. Vamos a llamarle América Mexicana”, agregó haciendo referencia a una parte del territorio estadounidense actual.
En cuanto a la posibilidad de que Donald Trump cambie el nombre del Golfo de México, Enrique Prieto-Rios dice que a nivel interno EE.UU. sí podría hacerlo desde el ámbito del derecho, sin la necesidad de aprobación de México o Cuba.
Esto podría ejecutarse a través de un cambio de legislación de los propios estados o que el mismo Ejecutivo lo solicite.
“En Estados Unidos, existe una entidad llamada US Board on Geographic Names (USB), encargada de unificar los nombres geográficos. Dado que el país es un Estado federal, esta institución tiene la función de asegurar que los nombres sean consistentes a nivel nacional, evitando confusiones, especialmente en áreas clave como la navegación”, apuntó.
Sin embargo, el cambio tendría que pasar por un proceso legislativo interno que podría tardar varios meses.
A nivel internacional, explica que el cambio de nombre podría ser más complicado, ya que “esos nombres referentes tienen una lógica y es facilitar todo lo que es la navegación y puntos de referencias para navegantes”.
Además, es importante tener en cuenta que existen varios órganos como el Grupo de Expertos de Naciones Unidas sobre Nombres Geográficos y la Organización Marítima Internacional, que se encargan de unificar los nombres a nivel internacional de los puntos marítimos para que se facilite la navegación.
Un cambio de nombre, aunque posible, podría generar dificultades en la estandarización global de los nombres de los lugares marítimos y en la navegación comercial de buques.
“Tocará ver con el cambio interno que haga Estados Unidos cómo van a reaccionar estas organizaciones: si, por ejemplo, van a colocar los dos nombres: Golfo de México y Golfo de América. O si simplemente van a dejarlo Golfo de México, como se le conoce por cientos de años”, apuntó.
Golfo de México, un punto estratégico
Se considera al Golfo de México un punto estratégico para el comercio internacional y también para la exploración de recursos naturales, especialmente de petróleo y gas.
De acuerdo a cifras de Statista, en junio de 2024, la producción de petróleo crudo en el Golfo de México, en las áreas federales de Estados Unidos, llegó a 54 millones de barriles, una disminución de un millón de barriles frente al mismo mes del año anterior.
De otra parte, dice que ese mismo mes la producción comercializada de gas natural costa afuera ascendió a 547.00 millones de metros cúbicos, una caída del 86% frente al mismo mes del año 2000.
“La producción de gas natural en el Golfo de México de Estados Unidos ha disminuido significativamente en las últimas dos décadas. (...) Las razones de esta caída en la producción se deben principalmente a los altos costos de capital y operación”, indica.
Enrique Prieto-Rios manifiesta que si bien el Golfo de México es importante por temas de extracción de petróleo, en principio Estados Unidos no podría extraer más allá de las 200 millas náuticas, que es la Zona Económica Exclusiva, “porque más allá son las aguas abiertas y existe otra regulación”.
“Más allá del cambio de nombre, no veo ningún efecto respecto a todos los recursos naturales que estén debajo del subsuelo y que estarían regulados por esta zona”, apuntó.
Trump imprime presión a México a través de los aranceles
Desde la campaña presidencial, Donald Trump ha prometido imponer aranceles a México tan pronto como asuma el poder.
La presidenta Claudia Sheinbaum envió una carta al mandatario en noviembre en la que señaló que de materializar su promesa, el Gobierno mexicano respondería con aranceles y propuso dialogar con el republicano.
En su conferencia de este miércoles le preguntaron a Sheinbaum sobre su posible asistencia a la toma de posesión de Trump: “Ya lo veremos”, contestó.
Según un reporte de la agencia Moody’s divulgado en diciembre, Latinoamérica absorbería el choque real y financiero de las políticas arancelarias del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, a través de un menor crecimiento económico y una alta inflación en los países afectados, aunque Argentina y Colombia podrían ayudar a nivelar los impactos.
“El impacto directo en el crecimiento de la región provendrá de México y Brasil, que enfrentarán aranceles a sus exportaciones. Sin embargo, el efecto estadístico de un mayor crecimiento en Argentina y Colombia ayudará a amortiguar el impacto adverso de los aranceles en el crecimiento promedio de la región”, dice en el reporte de Perspectivas Económicas de América Latina en 2025.
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