Cómo la dependencia a la manufactura China impactaría a EE.UU. con consecuencias globales

La tecnología dura es probablemente donde la exposición es mayor, ya que China suministra entre el 60 y el 80% de la demanda de importación estadounidense, según cifras aportadas por Oxford Economics.

Operaciones en la fábrica inteligente Zeekr de Geely.
25 de abril, 2025 | 05:00 AM

Bloomberg Línea — La alta dependencia de EE.UU. a las importaciones de China exponen a la primera potencia económica mundial a riesgos geopolíticos, arancelarios y de suministro que podrían impactar los costos de productos que van desde la alta tecnología hasta la industria automotriz, con implicaciones indirectas para Latinoamérica.

El presidente Donald Trump ha apelado a los aranceles como una fórmula para forzar la relocalización de la producción en el país, pero las grandes corporaciones siguen dependiendo de las importaciones de productos tecnológicos de la potencia asiática. Y Latinoamérica se encuentra ante una disyuntiva ante la alta dependencia que tiene de los productos de alta manufactura de empresas de EE.UU. que utilizan componentes o manufactura china, exponiéndolo a mayores costos.

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“La elevada dependencia de Estados Unidos en productos de consumo provenientes de China implica un riesgo directo sobre la estabilidad de precios y potencial destrucción de la demanda”, dijo Ana María Ardila, generalista para el Equipo Económico de Global Asset Management, RBC Wealth Management y miembro de CFA Society Colombia.

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En un contexto inflacionario persistente, imponer aranceles sobre bienes como teléfonos, juguetes o productos electrónicos podría traducirse rápidamente en mayores precios al consumidor, afectando en especial a los hogares de ingresos medios y bajos.

Ana María Ardila, especialista de CFA Society Colombia.

De acuerdo con datos de Bloomberg, el 25% de las instalaciones vinculadas a la cadena de suministro de Dell (DELL) están ubicadas en China. En el caso de Apple (AAPL), la proporción es del 10,71%, seguida por Tesla (TSLA) con el 10%, Intel (INTC) con el 9,26%, y General Motors (GM) con el 5,56%.

“A pesar de los esfuerzos por reducir su dependencia, la economía estadounidense sigue fuertemente expuesta a la manufactura china, especialmente en sectores estratégicos”, dijo a Bloomberg Línea Félix Valdivieso, director del IE University China Observatory, que se centra en analizar los desafíos y oportunidades del mercado y la inversión en ese país. “La mejor prueba de ello es la política arancelaria errática de la Administración Trump. Impone unos aranceles, para días después levantarlos sobre unos productos, que provienen de las cadenas de suministro chinas, tales como ordenadores, móviles, y ordenadores”.

Donald Trump impuso aranceles del 145% a China, que respondió con tasas del 125% a las políticas comerciales de EE.UU. Ahora, la guerra comercial podría avanzar hacia el plano tecnológico, ya que Trump también sopesa imponer gravámenes a los semiconductores en medio de la carrera de la inteligencia artificial y a otros dispositivos tecnológicos.

De acuerdo a cifras aportadas por el analista de IE University, China representa todavía más del 35% de las exportaciones mundiales de productos electrónicos. Y aunque se han iniciado traslados hacia India o Vietnam, gran parte de la cadena de suministro —desde la fabricación de chips hasta el ensamblaje de dispositivos— permanece atada a China.

Otras economías consideradas políticamente aliadas de Estados Unidos —como India, Vietnam o Tailandia— están recibiendo un volumen creciente de inversión extranjera directa. Esta estrategia, conocida como friendshoring, busca reducir riesgos geopolíticos sin renunciar a los beneficios del modelo global. Apple, por ejemplo, ha incrementado su producción en India, que ahora fabrica más del 10% de sus iPhones, y empresas como Samsung o Intel están ampliando su presencia en países del sudeste asiático.

Felix Valdivieso, director del IE University China Observatory.

Alta dependencia a China en tecnología y autos

Se estima que alrededor del 5% del valor añadido bruto manufacturero de China puede vincularse a la demanda final estadounidense, lo que supone unos US$190.000 millones en términos nominales, de acuerdo a cifras de Oxford Economics.

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Eso incluye los bienes exportados directamente a EE.UU., así como los bienes producidos a lo largo de la cadena de valor en China y que acaban llegando al país norteamericano.

Louise Loo, economista principal en Oxford Economics, dijo a Bloomberg Línea que la exposición de las empresas automovilísticas estadounidenses a la potencia asiática suele provenir de sus empresas conjuntas en China o de su exposición a los fabricantes chinos de equipos originales.

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Uno de los aspectos claves es que China domina no sólo la producción, sino también el procesamiento de materias primas críticas como el litio, el cobalto o las tierras raras, indispensables para baterías y motores eléctricos.

Aunque la tecnología dura es probablemente donde la exposición es mayor, ya que China suministra entre el 60 y el 80% de la demanda de importación estadounidense en segmentos clave como teléfonos inteligentes, tabletas, monitores y ordenadores portátiles, según Oxford Economics.

Tesla Showroom in Beijing as Automaker Releases Earnings Results

Además, en el sector farmacéutico, cerca del 80% de los principios activos de medicamentos en EE.UU. provienen de China o India, según datos de la FDA citados por el experto del IE University China Observatory. La pandemia evidenció los riesgos de esta concentración, lo que generó escasez de medicamentos básicos.

En bienes de consumo, China sigue siendo el principal proveedor de EE.UU., con más del 30% de participación en importaciones de ropa, calzado, electrodomésticos y juguetes, gracias a su capacidad industrial e infraestructura logística difícil de reemplazar, según el IE University China Observatory.

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“La escasa sustituibilidad de los fabricantes chinos a lo largo de la cadena de suministro estadounidense será un problema que las empresas y los consumidores estadounidenses tendrán que sortear”, dijo Loo, de Oxford Economics.

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Las compañías enfrentarían márgenes más estrechos o la necesidad de trasladar costos, mientras que los usuarios finales podrían pagar más por dispositivos electrónicos esenciales.

“La reubicación de la producción fuera de China es una solución a largo plazo, pero implica desafíos logísticos y financieros significativos”, dijo Erick Rincón, director del Tic-Tank de la Universidad del Rosario, en Bogotá. En conjunto, “estas políticas arancelarias tensionarían tanto a las empresas tecnológicas como a los consumidores estadounidenses”.

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Los riesgos de la dependencia de las empresas a la manufactura China

Trabajadores chino

La concentración de la producción en China podría conllevar una serie de riesgos crecientes a las empresas estadounidenses.

“Uno de los más evidentes es el riesgo geopolítico, ya que las tensiones entre Washington y Beijing no han dejado de escalar desde la guerra comercial iniciada en 2018″, dijo Felix Valdivieso, del IE University China Observatory.

Además, existe un riesgo operativo, cuyas implicaciones quedaron demostradas en la pandemia, así como vulnerabilidades relacionadas con las políticas de control estatal y las medidas aduaneras impredecibles. También considera que hay un riesgo estratégico derivado de la dependencia en materias primas y tecnologías sensibles.

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También hay que considerar el riesgo normativo y reputacional. Con leyes como la Uyghur Forced Labor Prevention Act, que prohíbe la importación de bienes vinculados con trabajo forzado en Xinjiang, las empresas están sometidas a mayor escrutinio. La dificultad para auditar cadenas tan complejas y opacas como las chinas implica que muchas compañías corren el riesgo de sanciones o daños reputacionales si no pueden demostrar el origen ético de sus productos.

Felix Valdivieso, director del IE University China Observatory.

Valdivieso señaló que si se produjera una escalada más grave en las tensiones, o incluso una ruptura diplomática por temas como Taiwán, EE.UU. podría enfrentarse a interrupciones inmediatas en el suministro de productos vitales, desde baterías hasta antibióticos.

Esto tendría implicaciones directas en regiones como Latinoamérica, que depende también de productos que no se fabrican localmente, especialmente aquellos mercados que no cuentan con una industria desarrollada y se centren únicamente en las materias primas.

Además, hay que considerar el riesgo normativo y reputacional. Con leyes como la Uyghur Forced Labor Prevention Act, “que prohíbe la importación de bienes vinculados con trabajo forzado en Xinjiang, las empresas están sometidas a mayor escrutinio”, dijo Valdivieso.

Reemplazar a China no será sencillo

Vista del puerto de Tianjin, en China.

A pesar del fenómeno de la relocalización de empresas, que le permitió a México en 2023 superar a China como el principal socio comercial de EE.UU., reemplazar a China y su capacidad será una tarea complicada hacia el futuro.

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En este marco, empresas de sectores como el automotor, el electrónico y el de electrodomésticos están expandiendo operaciones en México para beneficiarse de su proximidad geográfica, menores costos logísticos y ventajas del acuerdo comercial T-MEC.

No obstante, según el director del IE University China Observatory, “esta transición está lejos de ser rápida o sencilla. Replicar la capacidad de producción, escala y eficiencia de regiones como el delta del río Yangtsé o Shenzhen llevará tiempo”.

Uno de los principales desafíos es que las infraestructuras en países alternativos aún no alcanzarían el mismo nivel, la formación de trabajadores técnicos requiere años, y la construcción de ecosistemas industriales completos es un proceso lento.

Y si bien el movimiento hacia la diversificación es real y está ganando velocidad, en el corto plazo China seguirá siendo un actor central en la manufactura global, aunque si en el mediano plazo estas nuevas inversiones logran consolidarse, se podría ver una redistribución más equilibrada, pero difícilmente una desvinculación total.

En definitiva, el impacto de la subida de precios de los productos elaborados en China “va a repercutir inevitablemente en el aumento del costo de vida, de la inflación, así como en la desaceleración del desarrollo económico”, remató Andrés Rodríguez, académico de la Universidad de Los Andes, en Colombia.