Bloomberg Línea — El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tendría pensado vender el auto Tesla (TSLA) que le compró el pasado marzo a Elon Musk, consecuencia de la disputa pública que sostuvieron en los últimos días. Así lo informó un funcionario de la Casa Blanca a EFE y The New York Times, aunque prefirió guardar anonimato, puesto que no tiene autorización oficial para hablar acerca del tema.
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El carro que Trump compró y exhibió a Elon Musk en la Casa Blanca en marzo fue un Tesla Model S rojo, cuyo precio parte de los US$73.490, si se trata del modelo más sencillo, y llega a los US$88.490, cuando se trata del Model S Plaid, que tiene tracción en las cuatro ruedas.
La velocidad máxima del auto eléctrico es de 209 km/h, aunque tiene otras bondades, como una potencia de 1.020 caballos de fuerza y una autonomía de 560 km.
Trump dijo en ese entonces que seguramente el Servicio Secreto no lo dejaría conducir el auto, si bien se comprometió a custodiarlo en la Casa Blanca.
También aprovechó para elogiar a Tesla, en medio de la presión que sufría la en los mercados, y respaldar a Musk, que recibió críticas por sus opiniones políticas en torno a USAID.
“Es una gran empresa, con productos de primer nivel. Elon ha dedicado su vida a esto y creo que ha sido tratado de manera injusta”, señaló Trump durante la compra del auto. Hoy, sin embargo, toma distancia de él.
Relación entre Trump y Musk, de menos a más
Musk apoyó con alrededor de US$275 millones la campaña presidencial de Trump, incluso esperó los resultados de las elecciones en la mansión de Mar-a-Lago, en Palm Beach. Días después de conocidos los resultados de los comicios, ambos asistieron a un espectáculo de lucha libre en Nueva York y al lanzamiento de un cohete en la base de SpaceX en Texas.
Todo parecía dado para que Musk fuera la mano derecha de Trump durante su regreso a la Casa Blanca, y lo fue, hasta cierto punto: se desempeñó como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), cargo que dejó oficialmente el 30 de mayo, durante una conversación con la prensa en la Oficina Oval.
Pese a que la despedida fue amistosa, las diferencias entre Musk y la administración Trump ya habían sido advertidas. El pasado abril, por ejemplo, el CEO de Tesla rivalizó con el denominado zar de los aranceles, Peter Navarro, un funcionario muy querido por Trump, a tal punto que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, tuvo que intervenir.
Lo que en principio solo era una grieta pudo desencadenar más fisuras en la mediática amistad entre Trump y Musk, ahora visibles ante la opinión pública.

Esta semana Musk tildó de “abominación repugnante” el proyecto de ley sobre presupuesto de Trump, mientras que el presidente de Estados Unidos acusó al empresario de estar molesto por la eliminación de subsidios a vehículos eléctricos, toda vez que impactaría a Tesla.
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La tensión manifiesta en Truth Social, X y entrevistas con la prensa escaló a tal nivel que Musk calificó de ingrato a Trump, asegurando que de no ser por su ayuda “habría perdido las elecciones”, mientras que el mandatario no se quedó atrás y atribuyó todo este episodio a la “pérdida de cabeza” de su otrora amigo.