Bloomberg — Funcionarios de la administración Trump están debatiendo los méritos de crear un nuevo crédito fiscal para exportadores, una medida que ofrece un reconocimiento implícito del daño que las políticas arancelarias de la Casa Blanca corren el riesgo de infligir a las empresas estadounidenses.
El reembolso, que estaría destinado a impulsar a los fabricantes estadounidenses, se emitiría a fines de año para compensar los efectos de los aranceles de represalia mientras las empresas estadounidenses buscan vender sus productos en mercados extranjeros, según personas familiarizadas con las deliberaciones.
El crédito, que requeriría la aprobación del Congreso, también podría aplicarse a las empresas que exportan servicios al extranjero, dijeron las personas, que solicitaron el anonimato para discutir las conversaciones privadas.
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Ni el presidente Donald Trump ni el secretario del Tesoro, Scott Bessent, han sido informados formalmente sobre el plan, y la idea ha dividido al equipo económico de la administración, dijeron.
El Departamento del Tesoro dijo en un comunicado que “si bien las discusiones sobre disposiciones específicas aún son tempranas, todo el pensamiento del secretario Bessent sobre cuestiones fiscales está respaldado por su pleno apoyo a la Agenda Económica América Primero del presidente Trump, y esto informará su apoyo final -o la falta del mismo- a cualquier tema que se le proponga”.
Un representante de la Casa Blanca no respondió a una solicitud de comentarios.
El apoyo al crédito fiscal no está claro. Aún así, la propuesta es emblemática de las deliberaciones internas en las que algunos aliados de Trump tratan de contener las consecuencias de su anuncio la semana pasada de imponer aranceles de amplio alcance a casi todos los países.
La idea del crédito a los exportadores, que cobró fuerza el viernes, indica que algunos de los asesores económicos del presidente no están convencidos de la solidez de sus políticas comerciales.
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Algunos socios comerciales de EE.UU. se han apresurado a contraatacar los gravámenes, que han sumido a los mercados en una de las caídas más rápidas desde la Segunda Guerra Mundial.
China golpeó inmediatamente los productos estadounidenses con una tasa del 34%, igualando el arancel que Trump anunció la semana pasada. El lunes, amenazó con añadir un gravamen adicional del 50% a la segunda mayor economía del mundo, sugiriendo una guerra comercial de ojo por ojo. Los ministros de comercio de la Unión Europea se reunieron el lunes para discutir sus planes de represalias.
El crédito serviría como subsidio a las empresas estadounidenses que venden en el extranjero para ayudar a compensar las dificultades a medida que entran en vigor los aranceles de represalia, dijeron las personas. Sin embargo, son los importadores estadounidenses los que se enfrentan al impacto más inmediato de los nuevos gravámenes de Trump, porque tendrán que soportar la carga de unos costes más elevados por los bienes que compran a sus socios comerciales.
Los asesores económicos de Trump también están considerando si diseñar el crédito para beneficiar también a los importadores, lo que sería más difícil de elaborar, dijeron las personas.
Trump ha dicho que sus aranceles deberían animar a más empresas a fabricar sus productos en EE.UU. Economistas y líderes empresariales han advertido que podría llevar años reconstruir las líneas de suministro y que los efectos a corto plazo de los gravámenes podrían empujar a la economía mundial a una recesión.
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