Bloomberg — El presidente Donald Trump dijo que se ha completado un marco comercial con China, con Pekín suministrando tierras raras e imanes “DESDE EL PRINCIPIO” y Estados Unidos permitiendo que estudiantes chinos ingresen a sus colegios y universidades.
Estados Unidos y China mantendrán los aranceles en sus niveles actuales, más bajos, tras las negociaciones entre ambos países esta semana en Londres, declaró Trump el miércoles. El presidente añadió que el presidente chino, Xi Jinping, y él aún deben firmar formalmente el acuerdo.
“NUESTRO ACUERDO CON CHINA ESTÁ TERMINADO, SUJETO A LA APROBACIÓN FINAL DEL PRESIDENTE XI Y YO”, publicó Trump en redes sociales. “NOS IMPONDRÁN ARANCELES DEL 55%, Y CHINA DEL 10%. ¡LA RELACIÓN ES EXCELENTE!”.
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Los comentarios de Trump generaron nuevas preguntas sobre los términos del acuerdo alcanzado el martes por los negociadores estadounidenses y chinos. El miércoles, los mercados reaccionaron con incertidumbre, y el S&P 500 abrió con pocos cambios.
En una publicación posterior, Trump afirmó que Xi y él “trabajarán en estrecha colaboración para abrir China al comercio estadounidense. ¡Sería una gran victoria para ambos países!”.
La publicación inicial de Trump sugirió que China podría tener que reiniciar los envíos de tierras raras antes de que Estados Unidos acceda a reducir los controles de exportación sobre tecnología clave. Sus comentarios generaron dudas sobre si Pekín podría negociar aranceles aún más bajos.
La cifra que publicó Trump incluye un impuesto base del 10%, un cargo del 20% vinculado al tráfico de fentanilo y aproximadamente el 25% de gravámenes preexistentes de su primer mandato, así como las tasas de nación más favorecida, según un funcionario de la Casa Blanca, aunque el total preciso no está claro.
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El Ministerio de Comercio de China no respondió de inmediato a las solicitudes de comentarios.
Estados Unidos y China llegaron a un acuerdo el martes tras maratónicas negociaciones para implementar los términos de una tregua arancelaria alcanzada el mes pasado en Ginebra. El plan tranquilizó a los inversores, quienes temían que las recientes tensiones se descontrolaran y reavivaran una guerra comercial abierta entre las dos mayores economías del mundo.
Aún así, los detalles eran escasos al concluir las conversaciones y Trump se apresuró a llenar el vacío.
“China suministrará por adelantado los imanes y las tierras raras necesarias”, dijo Trump en su publicación. “Asimismo, le proporcionaremos a China lo acordado, incluyendo estudiantes chinos que utilizan nuestras universidades (¡lo cual siempre me ha parecido bien!)”.
La reunión en Londres se concretó con poca antelación tras una llamada telefónica la semana pasada entre Trump y Xi, después de que ambos países se acusaran mutuamente de violar el acuerdo de Ginebra. Funcionarios estadounidenses acusaron a China de retrasar los envíos de imanes, mientras que Pekín expresó su indignación por los nuevos controles de la administración Trump sobre software de diseño de chips, motores a reacción y visas de estudiantes.
Esa disputa demostró el papel central de los controles de exportación en la rivalidad económica entre las dos superpotencias. China domina el mercado mundial de tierras raras, necesarias para la defensa y la producción de vehículos eléctricos, y también anhela chips más avanzados para impulsar sus ambiciones en materia de inteligencia artificial.
En virtud del pacto, el secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, declaró el martes que China se comprometió a acelerar los envíos de tierras raras cruciales para las empresas automotrices y de defensa estadounidenses, mientras que Washington flexibilizaría algunos de sus propios controles de exportación. Sin embargo, los comentarios de Trump indican que cree que Pekín tendría que dar el primer paso.
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“Estados Unidos implementó varias medidas cuando no llegaban esas tierras raras”, añadió. “Es de esperar que se eliminen, como dijo el presidente Trump, de forma equilibrada”.
Acuerdo de Ginebra
El acuerdo de Ginebra incluyó una pausa de 90 días en los aranceles altísimos que ambos países implementaron sobre las importaciones del otro, lo que constituyó un embargo comercial de facto. No está claro si ese plazo, que vence en agosto, sigue vigente y si ambas partes podrían aprovechar este tiempo para reducir aún más los impuestos a las importaciones.
La reciente ronda de discusiones también hizo poco para reparar problemas fundamentales, como el enorme superávit comercial de China con Estados Unidos y la creencia en Washington de que Pekín está inundando sus mercados con productos de bajo precio.
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El representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, declaró el martes que no hay más reuniones programadas, aunque señaló que las partes dialogan con frecuencia. El negociador comercial jefe de China, Li Chenggang, adoptó un tono similar al declarar a la prensa el martes: “Esperamos que el progreso logrado contribuya a generar confianza”.
Trump obtuvo una victoria el martes cuando un tribunal federal dictaminó que podía seguir aplicando sus aranceles globales, lo que reforzó su influencia en las negociaciones comerciales. Durante su segundo mandato, el presidente invocó poderes de emergencia para imponer aranceles a China, una medida que un tribunal inferior declaró ilegal. Esa decisión fue suspendida por un tribunal superior para que pudiera considerar una apelación.
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